En la isla de Lanzarote, la calma de las olas contrasta con el nerviosismo que se respira en el resto del país. Pedro Sánchez ha decidido, un año más, convertir la Residencia Real de La Mareta en su refugio estival, aunque esta vez la tranquilidad parece estar más custodiada que nunca. La noticia del despliegue de 11 agentes suplementarios, que se suman a los más de 40 efectivos ya presentes en el operativo, ha agitado aún más el ambiente político y social. No solo se trata de proteger al presidente; el dispositivo también incluye a su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, quien pasará unos días en la zona. El operativo alcanza así cotas inéditas y convierte la estancia presidencial en un auténtico búnker frente a cualquier amenaza o indiscreción.
El refuerzo responde, según fuentes próximas al dispositivo, tanto al aumento de las tensiones políticas como al deseo expreso de Sánchez de garantizar su privacidad. Todo acceso está controlado al milímetro: ahora solo una persona del equipo de seguridad autoriza las entradas, eliminando cualquier rastro físico o digital que pueda delatar la presencia de visitantes incómodos o provocar filtraciones a la prensa. De hecho, el hermetismo es tal que los agentes no reciben información sobre los movimientos del presidente hasta el último minuto.
Seguridad reforzada y polémica entre bastidores
El despliegue ha generado malestar en las propias filas policiales. Las asociaciones profesionales critican tanto el número de agentes como las condiciones de alojamiento y dietas, forzando incluso a algunos efectivos a adelantar gastos de su propio bolsillo. Además, la ampliación del perímetro de seguridad hasta los 400 metros ha puesto en entredicho la convivencia habitual entre residentes y veraneantes. Y por si fuera poco, los agentes deben borrar cualquier rastro incómodo: desde coches mal aparcados hasta pintadas poco amables sobre Sánchez en la arena.
La presencia simultánea de Zapatero añade otra capa al blindaje. El ex presidente disfruta desde hace días de su propia burbuja policial, que ahora se coordina con la de Moncloa para evitar filtraciones sobre posibles encuentros o desplazamientos conjuntos por la isla. Entre paseos discretos y trayectos potencialmente en helicóptero Súper Puma, la logística recuerda más a una cumbre internacional que a unas vacaciones familiares.
España arde mientras el Gobierno descansa
La ironía no pasa desapercibida ni para los ciudadanos ni para la oposición: mientras se refuerza la seguridad presidencial al otro extremo del mapa, España combate una ola histórica de incendios forestales y asiste al colapso ferroviario justo cuando miles de turistas inundan estaciones y aeropuertos.
- Más de 100.000 hectáreas han ardido este año; solo en las últimas jornadas, Ourense, Zamora, León y otras provincias han visto cómo las llamas obligaban a evacuar a más de 8.000 personas.
- El balance trágico suma ya tres víctimas mortales y decenas de heridos.
- El Ministerio del Interior ha tenido que solicitar ayuda europea urgente para reforzar medios aéreos frente al fuego.
A día de hoy, 14 de agosto del 2025, el contraste resulta abrumador: mientras la playa de La Mareta se transforma en fortín presidencial, miles viven pendientes del avance del fuego o lamentan pérdidas irreparables. La situación ha obligado incluso a cortar líneas ferroviarias clave como Sevilla-Extremadura por culpa de los incendios. En pleno mes estrella del turismo nacional —y con récords históricos de ocupación hotelera— decenas de trenes sufren retrasos y averías que multiplican las quejas ciudadanas.
“Gobierno tumbona” y ministros en modo turista: críticas por tierra, mar y aire
El eslogan “Gobierno tumbona” ha encontrado eco entre analistas y ciudadanos hastiados por lo que perciben como desconexión política con la realidad. Las imágenes recientes muestran a Félix Bolaños, ministro destacado y rostro visible del Ejecutivo durante agosto, posando relajado junto a Óscar Puente en Almería mientras asegura con gesto imperturbable: «Este Gobierno siempre está al pie del cañón en las crisis». Sin embargo —y esto no es una metáfora— ningún miembro relevante del gabinete había pisado aún las zonas más afectadas por los incendios forestales cuando Bolaños pronunciaba esas palabras.
La escena resulta aún más rocambolesca si se tiene en cuenta que el propio Sánchez solo interrumpió su descanso para conectarse “in extremis” por videoconferencia a una reunión internacional sobre Ucrania. Eso sí: ni rastro presencial suyo ni del grueso ministerial entre mangueras y cenizas.
Un operativo sin precedentes: detalles curiosos y anécdotas insólitas
- El perímetro controlado alrededor de La Mareta ha pasado este año de 200 a 400 metros, duplicando el área vetada al público habitual.
- Los agentes deben eliminar cualquier vestigio incómodo para el presidente: desde insultos escritos en la arena hasta coches mal estacionados cerca del acceso privado al mar.
- El protocolo impide ahora dejar constancia escrita alguna (ni matrículas ni listas) sobre quién accede al complejo presidencial.
- La coordinación entre equipos policiales para blindar tanto a Sánchez como a Zapatero marca un hito logístico inédito.
- Las críticas internas por las condiciones laborales han reavivado el debate sobre el uso eficiente —y proporcional—de recursos públicos para vacaciones institucionales.
- Mientras tanto, parte del dispositivo policial se mantiene alerta ante posibles desplazamientos presidenciales a otras playas cercanas… o incluso otras islas.
No faltan quienes sugieren que habría sido más sencillo instalar directamente una caseta antincendios junto a la tumbona presidencial; al menos así nadie dudaría —ni por un momento— que el Gobierno está realmente “al pie del cañón”, aunque sea bajo sombrilla.
