Los de Abascal doblan ya en intención de voto a los comunistas de Sumar

VOX, que crece entre los jóvenes y la clase popular, roza ya el 19% del voto

VOX crece en sectores tradicionalmente de izquierdas, captando cerca del 19% entre quienes se encuentran en niveles socioeconómicos medio-bajos

Santiago Abascal (VOX)
Santiago Abascal (VOX). PD

En toda Europa se vive un claro y sostenido giro a la derecha, y España no es una excepción… es más, aquí el fenómeno se acelera porque al malestar general se le suman un patente desgobierno, escándalos de corrupción que no paran y la sensación de amenaza constante a la unidad nacional.

Lo que está ocurriendo en España con VOX va un paso más allá: el partido de Santiago Abascal ya no solo avanza, sino que está robando voto masivo a la izquierda tradicional en los barrios obreros y entre los jóvenes, territorios que parecían inexpugnables para la izquierda hace solo unos años.

Las cifras son contundentes. Según la última encuesta de Sigma Dos para El Mundo, el partido de Bambú alcanza ya el 18,6 % de intención de voto entre las rentas bajas y medio-bajas, prácticamente duplicando a Sumar (9 %) y colocándose como la segunda fuerza en ese segmento, solo por detrás del PSOE. Hace apenas un mes estaba en el 14,8 %. En 30 días ha subido casi 4 puntos entre los que menos cobran.

Y no es un espejismo: 193.000 votantes que en 2023 apoyaron al PSOE hoy se inclinan por Vox. Otros 40.000 vienen de Sumar. El trasvase desde la izquierda hacia Abascal es real y creciente, sobre todo en ciudades de más de 100.000 habitantes que no son capitales de provincia, donde Vox roza ya el 19 %.

Detrás de este giro hacia los barrios no hay solo estrategia de marketing: hay caras nuevas que encarnan exactamente lo que el votante cabreado quiere ver.

Carlos Hernández Quero, diputado por Granada y portavoz de Vivienda, se ha convertido en el altavoz perfecto: habla claro, sin rodeos, con acento andaluz de barrio y vídeos grabados en la calle denunciando okupas y fondos buitre. No parece un señorito, parece el vecino del quinto que está hasta las narices.

Otro nombre que está dando mucho que hablar es Samuel Vázquez, policía y verdadero experto en seguridad.

Hay más y ninguno tiene apellidos compuestos ni va de ‘pijo’. Son gente normal, con lenguaje directo, móvil en la mano y mucha calle.

Y eso, en el momento político español actual —donde la gente está harta de políticos de salón y discursos de PowerPoint—, vale oro.

VOX ha entendido que para llegar al “currante cabreado” no basta con copiar el discurso: hay que parecerse a él. Y con Quero, Vázquez y compañía lo están consiguiendo.

¿Cómo es posible?

VOX ha hecho los deberes.

Ha abandonado (o al menos ha disfrazado) su imagen de partido pijo y carpetovetónico para hablar el lenguaje de la “gente de barrio”. Ahora critica con dureza la especulación inmobiliaria, los fondos buitre extranjeros, la “casta política corrupta” y la complicidad del PP y el PSOE en el hundimiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Su portavoz de Vivienda, Carlos Hernández Quero, se ha convertido en la cara visible de este giro: denuncia que los barrios populares están siendo “desmantelados” y culpa directamente a las élites políticas y económicas.

Suena a Le Pen, y no es casualidad. Es la misma estrategia que ha funcionado en Francia: nacionalismo económico + crítica feroz a las élites + defensa del “trabajador español de toda la vida”. Y está funcionando.

Entre los jóvenes y los parados el crecimiento también es brutal. Vox ya casi empata con Sumar entre las rentas medias y bajas jóvenes: 18,2 % frente al 20,9 % de la coalición de Yolanda Díaz.

Claro que hay contradicciones de libro: el mismo partido que dice defender al currante mantiene posturas ultraliberales en lo laboral, rechaza reducir la jornada o tocar los despidos por baja médica. Pero, curiosamente, esas contradicciones no le están pasando factura. Para muchos votantes lo importante ya no es la coherencia ideológica clásica, sino la sensación de que alguien por fin habla como ellos y contra los de arriba.

El resultado: Vox no solo crece, sino que amenaza con comerse al PP por la derecha y está provocando un terremoto en todo el tablero. El PSOE pierde sangre en sus feudos históricos, el PP se estanca y ve cómo sus votantes más cabreados se van con Abascal, y la izquierda fragmentada no encuentra respuesta.

En resumen: el “currante cabreado” ya no vota necesariamente a la izquierda. Hoy muchos de ellos ven en VOX la voz que faltaba. Y eso, guste o no, está cambiando la política española de arriba abajo.

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