Dice J.F. Revel, en su libro ‘El conocimiento inútil’: ‘La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira’. Supongamos que es cierto. ¿A qué se debe esta preocupante realidad?
El sociólogo J. Elster habla del autoengaño, que es una forma de fracaso de la racionalidad. Supongamos, nos dice, que inicialmente la evidencia no apoya la creencia que yo deseo que sea cierta. Entonces procedo a reunir más pruebas ajustando y actualizando mis creencias a medida que avanzo. Si en algún punto la suma total de las pruebas reunidas hasta ese momento apoya mi creencia preferida, me detengo.
No se trata solamente de mentiras en sentido estricto, como decir que llueve cuando no llueve. Se trata de la mentira consistente en ‘ajustar’ los hechos a nuestra conveniencia. Este procedimiento, de adecuar la realidad a mis deseos e intereses, se puede hacer sin remordimientos de conciencia, si se dan ciertas circunstancias. ¿Cuáles?
Sin pretensión de exhaustividad, hay que hacer una referencia a la Escuela de Frankfurt. Según M. Horkheimer, hay que poner en cuestión las bases ideológicas de la teoría tradicional, o sea, la supuesta neutralidad valorativa y la orientación técnica del saber científico. Esta supuesta neutralidad era, decía Horkheimer, una forma de falsa conciencia ya que no ponía en cuestión el sistema de relaciones sociales existente. Es decir, el capitalismo.
Por tanto, para la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse) la tan cacareada objetividad no es lo que parece. Esta presunta objetividad no es neutral, sino que refleja (o expresa) la estructura de poder imperante, o sea, el mundo capitalista y las ideas dominantes de la burguesía.
El siguiente paso es que los hechos, considerados objetivos por la teoría tradicional, se convierten en ‘productos de una situación social’. Al menos, según la teoría crítica, defendida por la Escuela de Frankfurt. De ahí se puede pasar, muchas veces inconscientemente, a la situación señalada al principio. La de ‘adecuar’ los hechos a mis propios deseos e intereses. ¿Cuáles?
Cuando el objetivo a conseguir es maravilloso, como el de emancipar a la humanidad del sufrimiento producido por el capitalismo salvaje, no resulta difícil adecuar los hechos para que ayuden a esta liberación del género humano.
Algo parecido sucedió en la Universidad inglesa de East Anglia. Unas semanas antes de empezar la cumbre del clima de Copenhague (febrero 2010), se supo que cientos de correos y documentación fueron hackeados del servidor de la Universidad de East Anglia en los que se pudo comprobar cómo los científicos de dicha Universidad falsearon los datos y destruyeron otros que no les convenían.
Aquí tenemos otro caso de ‘mentiras para salvar el mundo’ que se presentan como verdades. ¿Quién se puede oponer a estas ‘mentiras liberadoras’ dado que pretenden nuestro bien?
¿Qué importa decir unas mentirijillas en la buena dirección ecologista? Especialmente si las comparamos con la opresión insoportable del capitalismo salvaje y el apocalipsis climático.
Una consecuencia de la utopía liberadora de la izquierda, es el intervencionismo. Cada vez que la izquierda tiene el poder político, engrandece y magnifica el Estado. Y al hacerlo, aumenta el control sobre los ciudadanos, disminuyendo la autonomía individual y empobreciendo la sociedad civil.
Los medios de comunicación/manipulación subvencionados hacen una labor impagable. Perdón, pagable. Luego está la enseñanza, dirigida por leyes progresistas. Con mayoría de profesorado pogre.
Una muestra del intervencionismo ideológico del Estado, fue la discutida y discutible ‘Educación para la Ciudadanía’. En el mercado había, y hay, textos de EpC que fomentan, en los adolescentes, valores que están en contra de los transmitidos por sus padres. Un intento de sustitución de la labor educadora que corresponde a los padres, reconocida en la Constitución, artículo 27.3.
‘Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones’.
El que no comulgue con las ‘auténticas verdades’ del progresismo oficial, será ‘ultraderecha’. ‘El Congreso empieza a tramitar una reforma de su reglamento para atajar los ataques de «pseudomedios» a periodistas y diputados’. (20Minutos).
Control de la libertad de expresión por parte del gobierno socialista. Típico de dictadores. ‘TVE compara a la prensa crítica con Hitler, para justificar la expulsión de periodistas del Congreso’. (OkDiario)
Paso a paso, se expanden las ‘verdades oficiales’ de los ‘gobiernos de progreso’, introduciéndose, subrepticiamente, en la mente de niños y adultos infantilizados. Que se convertirán, mayoritariamente, en ‘feligreses aborregados’, votantes del ‘Déspota Mentiroso’ y su jauría antiespañola.
Alberto, (marinero de agua dulce) no miente, pero hace el ridículo con ‘gestión y moderación’ y ‘catalanismo cordial’. Anda por las ramas. Hay dos favoritos electorales. Un acomplejado (Alberto) y un autócrata sin escrúpulos (Pedro). Alberto: ‘Si gano, auditoría, bajar impuestos y reformas’. Absolutamente insuficiente.
Absolutamente necesario. Echar al autócrata. ¡Sánchez, dimisión!
El resultado electoral dependerá de si hay más feligreses, o más ciudadanos, defensores de la democracia (no autocracia) y de España (no de Repúblicas Ibéricas Confederadas).
