En la vida podemos caer -y caemos- bien porque tropecemos, o porque nos pongan la zancadilla.
Pero lo que importa no es por qué caemos, lo que importa es qué nos impulsa levantarnos una y otra vez, para volver a luchar.
¿La autoestima…? Puede ser. ¿El orgullo…? Tal vez.
¿El instinto de supervivencia…? También.
¿El odio y la rabia…? Alguna que otra vez.
Pero tan solo el amor es lo único que puede levantarnos y, al mismo tiempo, provocar que voluntariamente nos dejemos caer; nos dejemos vencer.

