El Parlament catalán, con mayoría PSC e independentistas, saca pecho con un símbolo controvertido
Un análisis sobre el gasto, el simbolismo y el pasado oculto de la bandera catalana
Vale, hablemos claro: el Parlament de Cataluña, donde mandan el PSC y los independentistas, ha decidido gastarse 93.000 euros en una bandera catalana de 25 metros de alto que ondeará permanentemente en el Parque de la Ciudadela. La noticia, que ha saltado en las últimas 48 horas en medios como ABC, El Mundo, Okdiario y Periodista Digital, tiene a más de uno rascándose la cabeza. ¿En serio? ¿93.000 euros para una ‘senyera’ que supera en 13 metros la altura del propio edificio de la Cámara autonómica? Vamos a desgranar esto con datos contrastados, un poco de historia y un toque de risa, que falta nos hace.
La idea sale de Josep Rull, presidente del Parlament y miembro de Junts per Catalunya. Según cuenta ABC, el mástil se plantará en abril y estará listo en tres meses, justo para lucirlo antes de la Diada. La bandera medirá 6 metros de alto por 9 de ancho, unos 54 metros cuadrados de tela que, oye, no pasa desapercibida. “Visible desde la máxima distancia posible”, dice el pliego de licitación. Y tanto que sí: desde el espacio igual se ve. Pero, ojo, el presupuesto podría subir un 15% si encuentran restos arqueológicos en el parque. Porque claro, en la Ciudadela hay de todo bajo tierra: prehistoria, murallas medievales y hasta ruinas borbónicas. Ya me imagino a los obreros parando la obra para desenterrar un casco del siglo XVIII.
El Mundo detalla que el plan lo aprueban Junts, ERC y PSC, que controlan la Mesa del Parlament. Aquí no hay sorpresa: los socialistas, que hace años se habrían puesto serios con un gasto así, hoy asienten mientras los independentistas aplauden. ¿Y el coste? Libertad Digital lo redondea en “alrededor de cien mil euros”, pero los 92.997,73 euros oficiales ya son bastante jugosos. Para que te hagas una idea: con eso se podrían pagar 2.000 horas de clases extra para alumnos en Cataluña, que falta les hace según las últimas pruebas PISA. Pero no, mejor una bandera que se vea desde Badalona.
Ahora, hablemos del simbolismo. La ‘senyera’ es sagrada para el nacionalismo catalán, pero su origen tiene más curvas que una carretera de montaña. Los nacionalistas prefieren vendernos que es un emblema milenario, pero la realidad es menos épica. Historiadores como Joan-Lluís Marfany, citado por fuentes solventes, dicen que las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo no se consolidan como símbolo catalán hasta el siglo XIX, cuando el romanticismo y la Renaixença lo pusieron de moda. Antes, era más bien un distintivo de la Corona de Aragón, que incluía territorios como Valencia o Baleares. Y aquí viene lo que algunos prefieren ocultar: el diseño tiene raíces en el escudo de los condes de Barcelona, pero su uso masivo lo inflaron poetas y políticos decimonónicos con ganas de inventar tradición. Nada de leyendas medievales con sangre y dedos, como les gusta contar.
Pero el pasado más incómodo no es ese. Durante el Franquismo, la ‘senyera’ fue prohibida, sí, pero también la usaron algunos catalanistas que coqueteaban con el régimen. Okdiario y Periodista Digital han recordado en otros contextos cómo ciertos sectores nacionalistas, como el Front Nacional de Catalunya, tuvieron vínculos ambiguos con el fascismo en los años 30 y 40. No es que la bandera sea culpable, pero su historia tiene sombras que no caben en el relato oficial. Hoy, ondearla a lo grande es un grito político, y este mástil de 25 metros lo deja claro: el independentismo sigue vivo, aunque sea a golpe de talonario.
¿Y qué dice la gente? En X, las reacciones van de la burla al cabreo. Algunos tuiteros preguntan, con razón, “¿Esto lo pagamos a medias con el PSOE?”. Otros calculan cuántos médicos se podrían contratar con esos 93.000 euros. La oposición, como Vox o el PP, aún no ha soltado el discurso completo, pero seguro que lo harán pronto. Mientras, ERC y Junts defienden que es un “símbolo de representatividad”. Claro, nada dice “representamos al pueblo” como gastar un dineral en un trapo gigante.
Hagamos números rápidos:
- Coste base: 92.997,73 euros.
- Posibleextra: Hasta 13.949 euros más si hay restos arqueológicos.
- Altura: 25 metros, 13 más que el Parlament.
- Tamaño bandera: 54 metros cuadrados.
Comparado con otros despilfarros, no es lo peor. Recuerda los 90.000 euros que gastó la Generalitat en 2023 en una fiesta del catalán, según ABC. O los 635 millones de la oficina de Pere Aragonès entre enero y agosto de ese año, apunta Okdiario. Pero en un momento donde Cataluña lidia con sequía, abandono escolar y una deuda que no para de crecer, esto suena a broma.
Mi opinión, como analista que lleva años viendo estas jugadas: es un movimiento de postureo. El PSC lo permite para no molestar a sus socios independentistas, y Junts y ERC lo usan para marcar territorio. La ‘senyera’ no necesita un mástil de 25 metros para ser un símbolo; lo que necesita Cataluña es que sus políticos piensen más en los ciudadanos y menos en el tamaño de sus banderas. Porque, seamos sinceros, con 93.000 euros se podrían tapar muchos agujeros antes que clavar un palo en la Ciudadela.
Y mientras escribo esto, me pregunto: ¿pondrán un mecanismo para que no se enrede la bandera, como dice El Nacional? Porque si se lía, tendremos un lío de 93.000 euros colgando como un espantapájaros. En fin, Cataluña sigue siendo ese lugar donde el simbolismo pesa más que el sentido común. Y la ‘senyera’, con su pasado controvertido y su presente caro, sigue ondeando. Ahora, más alta que nunca.
