Por José María Arévalo

(Centauro, en el lateral derecho inferior del Cielo de Salamanca)
Una de las mejores experiencias que disfruté en mi época de periodista en Salamanca fue una comida que nos ofreció el Rectorado a los periodistas que escribíamos sobre la Universidad, justo en la sala de las Escuelas Menores cubierta por el llamado “Cielo de Salamanca”, fresco pintado en el siglo XV por Fernando Gallego, uno de los “primitivos castellanos”, como se suele llamar a los pintores que siguieron, aprendiendo de ellos, a los flamencos, los mejores pintores de Europa, que trajeron los Reyes Católicos a la corte. Sirvió la comida un restaurante, y los ocho o diez comensales que flotábamos en la amplia sala bajo el “Cielo de Salamanca” disfrutamos enormemente del encuentro bajo tan bella representación. Creo recordar que en aquella época la sala no estaba abierta al público, aunque algo se podía ver a través de la reja que cierra -o cerraba, en aquellos años finales de los sesenta-; ahora sí lo está, como veremos.
Me lo ha recordado la noticia de que la obra de Fernando Gallego se acaba de reabrir al público tras su reciente rehabilitación, como publicaba La Gaceta Regional ( el viernes, 25 de marzo pasado) de, en las Escuelas Menores de la Universidad, “una de las obras más fascinantes de la ciudad, el Cielo de Salamanca, de Fernando Gallego, maravilla a los visitantes que acceden a la sala donde se observa esta conjunción de arte y astronomía. Reabierta al público tras las obras de rehabilitación del Patio de Escuelas de la Universidad, en la sala se conserva una tercera parte de los aproximadamente 400 metros cuadrados de superficie original de la bóveda astrológica que marca el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. La bóveda de Fernando Gallego se puede admirar ahora con nuevos ojos.

(Mercurio, en el carro tirado por dos águilas.)
Representa el cielo de agosto de1475
Una investigación de Azucena Hernández, licenciada en Ciencias Físicas y doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), apunta que esta maravillosa obra representa el cielo de los días 13, 14 y 15 de agosto de 1475 para la longitud y latitud de Salamanca. En esos días, ha dicho la experta, se produjo la triple conjunción planetaria de Venus, Marte y Saturno en el signo de Cáncer, un evento astrológico que inspiró esta obra sin precedentes, que originariamente contaba con los 12 signos zodiacales, las doce constelaciones boreales y doce constelaciones australes, así como el Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en el siglo XV.
No hay constancia de los mentores del programa iconográfico de la bóveda, sus autores intelectuales, aunque suele citarse a tres astrólogos descollantes de aquella época: Abraham Zacut, Juan de Salaya y Diego de Torres, que ocupó la cátedra de Astrología cuando Fernando Gallego plasmó la bóveda con cinco planetas, las constelaciones, la octava esfera y los 12 signos del zodiaco.

(Cielo de Salamanca, durante las obras)
El Cielo de Fernando Gallego, que originariamente decoró la bóveda de la antigua Biblioteca de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca (espacio ocupado por la actual capilla) es todo un icono. Esta obra singular de Fernando Gallego inspiró el logotipo de la Capitalidad Cultural, que más tarde pasó a ser el distintivo de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Ahora, sobre el logo se ha colocado la leyenda “20 años” en espacios como la Sala de Santo Domingo de la Cruz, donde se puede ver la nueva exposición de Venancio Blanco al cumplirse el aniversario del 2002. De acceso gratuito, el Cielo de Salamanca se puede visitar de lunes a sábado, de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas. Los domingos y festivos abre de 10:00 a 14:00 horas

(El Sol)
Del lienzo al cielo tras 141 años
“Un trabajo del investigador de la Usal Carlos Tejero Prieto revela que la configuración planetaria del ‘Cielo de Salamanca’ se repetirá durante este mes de agosto tras 141 años sin producirse. Después de esta ocasión, habrá que esperar hasta 2060, según las conclusiones del trabajo del investigador Carlos Tejero Prieto, del Departamento de Matemáticas, quien presentó ayer su estudio ‘Astronomía en la Universidad de Salamanca a finales del siglo XV. Lo que nos cuenta El Cielo de Salamanca’.
Según explicó el profesor de la Usal, bajo los restos conservados de la bóveda celeste, se trata de un trabajo en el que se describe el contexto científico que rodeó a la fundación de la Cátedra de Astrología en la Universidad en torno a 1460 dando lugar a la creación de esta «magnífica y única obra de arte científico» y al florecimiento de la astronomía en Salamanca, que permite afirmar que, «a fecha de hoy, con los datos y la literatura científica de la que se dispone, tras un exhaustivo y detallado análisis de las diferentes teorías propuestas y con la información contenida en el propio ‘Cielo’, no es posible determinar una única noche para ‘El Cielo de Salamanca», subrayó.
Así, a falta de nuevas evidencias que puedan surgir, en todo caso debería hablarse de una «multiplicidad de noches posibles» que, argumentando en favor de una fecha relacionada con el periodo de construcción de la primera biblioteca de la Universidad y en base a la «infrecuente configuración planetaria» que presenta la obra, solo permite situar el fragmento de cielo mostrado en el año 1475.
Sobre la singularidad de la configuración planetaria representada, el profesor de la Usal detalló en el encuentro con los medios, en el que estuvo acompañado por el rector, Ricardo Rivero; el vicerrector de Investigación y Transferencia, José Miguel Mateos Roco; y los catedráticos de Historia del Arte y Bellas Artes y Arte Medieval, Lucía Lahoz y el jubilado José Martínez Frías, respectivamente, que «efectivamente se trata de un fenómeno extremadamente infrecuente que solo se produce en 23 ocasiones a lo largo de un periodo de 1.100 años».
Para conmemorar la efeméride, la Universidad de Salamanca ha diseña, como informó la agencia Ical, una programación cultural que incluye, entre otras actividades, una nueva exhibición de la exposición ‘El Cielo de Salamanca’, organizada en 2018 con motivo del VIII Centenario de la Usal; además de la celebración de una conferencia sobre la investigación desarrollada; y la celebración del ‘Maratón del Cielo de Salamanca’, por «analogía» con el conocido ‘Maratón Messier’, del 21 al 24 del próximo mes de agosto.

(Patio de Escuelas Menores)
EL Patio de las Escuelas Menores
Las Escuelas Menores de la Universidad es el espacio armonioso por el que se accede a la bóveda astrológica de Fernando Gallego del siglo XV, que se ve en la Sala del Cielo.
EL Patio de las Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca, por su equilibrio, es uno de los rincones más destacados de Salamanca. La armonía de su arquitectura apacigua a sus visitantes, que también acceden desde aquí al maravilloso Cielo de Salamanca de Fernando Gallego.
Este edificio, que albergaba las enseñanzas menores (título de Bachiller) de los estudios universitarios, comenzó a construirse en 1428. La portada de acceso es muy estrecha y se encuentra en una esquina del Patio de Escuelas, a continuación de la fachada del Hospital del Estudio.
Ocupa un espacio mínimo y, para Julián Álvarez Villar, su proyecto quizás estuvo estimulado por la gran fachada plateresca de las Escuelas Mayores de la Universidad, obligando a su autor a realizar una creación interesante. La portada se compone de dos arcos con columna intermedia y un capitel plateresco donde destaca la cabeza de Cristo. En el panel central, escribió el fallecido Álvarez Villar en un libro editado por LA GACETA (“Patios y Claustros salmantinos”), hay un gran escudo imperial con el águila bicéfala y timbrado con tres coronas, más el collar del Toisón de Oro y las columnas de Hércules del emperador Carlos. En los paneles laterales se sitúan dos escudos menores con el águila bicéfala en su campo, también coronadas triplemente.
En el friso superior la tiara y las llaves de la Universidad (que aluden a la Real y Pontificia Universidad en una variante de su sello), según explicó el catedrático. En los medallones laterales figuran las cabezas de San Pedro y San Pablo. La portada culmina con una fina crestería. En el lado interior hay una pequeña bóveda y otra fachadita sobre los arcos de entrada al patio, en cuya parte alta hay un sello universitario labrado, en la variante del profesor en lugar del Papa, “con los mismos caracteres de originalidad y finura de la portada”, describe Álvarez Villar.
El patio, en el que quizás intervino Juan de Álava, es un rectángulo irregular de 26,45 por 21,30 metros. Los arcos se apoyan en columnas de granito con basas góticas, fuste cilíndrico con extraños capiteles que se maclan con el fuste a modo de tabletas cuadradas que aparecen completas junto a los arranques de los arcos. “Están formados por cinco curvas alternas, de las que las dos bajas y la de la clave son cóncavas, alternando con dos intermedias conversas. Sus perfiles están finamente moldurados en degradación”, relata Julián Álvarez Villar.
Culmina el conjunto una balaustrada barroca. En torno a las galerías se ubicaron las aulas sobresaliendo la de gran capacidad para actos solemnes, un espacio original dedicado hoy a sala de exposiciones y techada con dos cubiertas, una mudéjar de par y nudillo, y la otra policromada y pintada con elementos italianos del siglo XVI, además de la del “Cielo de Salamanca”.