El ambiente en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) nunca ha sido tan tenso. La salida forzada de Susan Monarez como directora y la llegada, en menos de 24 horas, de Jim O’Neill —mano derecha de Robert F. Kennedy Jr.— como nuevo director interino, han encendido todas las alarmas en la comunidad científica y política de Estados Unidos. En plena temporada de gripe y repunte de casos de COVID-19, la agencia clave en la gestión de la salud pública vive una crisis interna sin precedentes, en medio de acusaciones de injerencia política y erosión de la independencia regulatoria.
Un despido en el ojo del huracán
La destitución de Monarez se produjo tras apenas un mes en el cargo. Según el relato de la propia exdirectora y sus abogados, fue presionada para renunciar por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., y al negarse, el presidente Donald Trump tomó la decisión de cesarla de manera fulminante. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, subrayó que “el presidente tiene la autoridad para despedir a quienes no estén alineados con su misión”.
Esta crisis no solo se limita a la figura de Monarez. Varios altos cargos de la agencia han presentado también su dimisión, alegando “injerencias políticas continuas” y una “erosión de la ciencia como base de las decisiones sanitarias”. El ambiente se ha caldeado aún más por el contexto: el mismo día del despido, la FDA restringió la autorización de uso de emergencia de las vacunas anticovid, limitando su acceso únicamente a la población de “alto riesgo” previa consulta médica.
Un delfín de RFK Jr. toma el timón
En medio de este torbellino, la Casa Blanca anunció el nombramiento de Jim O’Neill como director interino de los CDC. O’Neill, inversor en biotecnología y subsecretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos, es considerado un hombre de máxima confianza de Kennedy Jr. y no cuenta con formación médica. Ha trabajado en el sector público durante la presidencia de George W. Bush y en fondos de inversión tecnológicos como Clarium Capital y la Fundación Thiel.
O’Neill no solo asume la dirección interina de los CDC, sino que mantendrá su posición como adjunto del secretario de Salud. Su perfil, vinculado a la innovación tecnológica y la gestión empresarial, contrasta con la tradición científica y médica de la institución. “La amplia experiencia de Jim O’Neill en Silicon Valley y en la administración pública lo convierte en la persona idónea para convertir el HHS en un centro neurálgico de innovación tecnológica”, afirmó Kennedy Jr. en un comunicado.
Debate encendido sobre vacunas y ciencia
El terremoto en los CDC ha reavivado el debate sobre la independencia científica de los organismos reguladores en Estados Unidos. La llegada de O’Neill, ligado a posturas escépticas sobre la obligatoriedad vacunal y la regulación sanitaria tradicional, coincide con una revisión a la baja de las recomendaciones de vacunación contra la gripe y el COVID-19.
Diversos expertos han advertido que la crisis podría tener un efecto dominó en organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia Europea del Medicamento (EMA). De hecho, la decisión de Estados Unidos de abandonar la OMS, acompañada de recortes presupuestarios en la FDA y los NIH, ha sido calificada de “grave” y de “ataque directo al multilateralismo sanitario” por responsables internacionales.
Una agencia clave en la encrucijada
La gestión de la crisis sanitaria y la confianza de la población en las vacunas dependen en gran medida de la credibilidad y autonomía de los CDC. El nombramiento de O’Neill y la salida de Monarez han generado inquietud tanto en el personal de la agencia como en el ámbito político. El senador republicano Bill Cassidy ya ha anunciado que la comisión de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado supervisará las recientes salidas de alto nivel y la transición de liderazgo.
Las consecuencias pueden ser profundas:
- Pérdida de confianza pública en las campañas de vacunación.
- Dudas sobre la transparencia en la gestión de datos y la toma de decisiones.
- Riesgo de fuga de talento científico de la agencia.
- Presiones para reformular la relación entre ciencia y política en la salud pública estadounidense.
Efecto internacional: la mirada puesta en la OMS y la EMA
Mientras la crisis en los CDC se desarrolla, la comunidad internacional observa con preocupación. La posible reducción de fondos estadounidenses a la OMS podría afectar la financiación de programas de vacunación global y la coordinación frente a futuras pandemias. La propia EMA ha mostrado inquietud por la deriva estadounidense, dado el peso que tiene la FDA y los CDC en los procesos globales de autorización de medicamentos y vacunas.
Una temporada crítica
A día de hoy, 29 de agosto de 2025, el país se enfrenta a una temporada de gripe y repunte de COVID-19 con una agencia fracturada y un liderazgo interino inédito. El futuro inmediato de la salud pública en Estados Unidos y la confianza en la ciencia se juegan mucho en este tablero. La respuesta de la sociedad, el Congreso y la comunidad internacional será decisiva para determinar si la crisis es solo un episodio más en la historia de los CDC o el inicio de una transformación profunda en la gestión sanitaria global.
