Si han visto The Young Pope, la exitosa serie de HBO con Jude Law y Javier Cámara, las habrá visto rápidamente: son ese cuerpo de monjas que sirven de una forma u otra a Su Santidad, lo que desliza que, evidentemente, ocurrirá lo mismo con cardenales u obispos; son las monjas que trabajan para el servicio de éstos o en las cocinas de las congregaciones.
No son monjas como el resto, no dedican su vida a rezar, sino que se levantan al amanecer para preparar el desayuno y después de una jornada exhausta de servicio, terminarán cuando todo esté recogido después de la última cena.
Lo publicó en el año 2018 la revista Donne, Chiesa, mondo (Mujeres, Iglesia, mundo) de L’Osservatore Romano, el diario oficial del Vaticano.
La periodista Marie-Lucile Kubacki entrevistó para su artículo a varias religiosas que -usando seudónimos- denunciaron condiciones económicas y sociales injustas, así como las presiones psicológicas y espirituales que enfrentan. Pero es que el servicio que desempeñan es difícilmente pagable, pero claro, luego nos damos cuenta de la riqueza que acumula la Iglesias en su conjunto, y nada sorprende.
Las ‘monjas pizza’ deberían rebelarse, pero tampoco son un colectivo muy dado a ello. Seguramente, mientras nada cambie con el Papa Francisco, seguirán ejecutando su labor silenciosa, sirviendo a los poderosos de la Iglesias católica.
