La medianoche se acercaba lenta pero inexorablemente. La noche había caído hacía rato, a pesar de estar en las postrimerías del verano, y la final de la Champions League no arrojaba un ganador claro. El primer tiempo había sido blanco, el segundo rojiblanco y la prórroga, un duelo de dos conjuntos exhaustos, fundidos, tensos y sin saber muy bien si ir hacia delante y arriesgar o guardar la ropa. Desde luego, la llevaba guardando más de una hora un Real Madrid absolutamente roto físicamente, que casi se abrazó a la suerte desde los once metros como mal menor después de haber aguantado estoicamente las embestidas de los de Simeone, esta vez mucho más enteros que en 2014.
Llegaba la tanda de penaltis. Una forma de resolver las finales cruel, aunque quizá no tan ligada a la pura suerte como pregonan muchos expertos. Cuentan los lanzadores, los porteros, los estados físicos y mentales de cada equipo… son cosas que no pertenecen al azar, aunque es verdad que el azar
esté presente mucho más en un desenlace a penas máximas que en cualquier otra modalidad de muerte súbita. Y en esta ocasión, todo volvió a sonreír al Madrid. Pero pudo no ser así, estuvo cerca de no serlo.
El diario ABC cuenta este martes algunas curiosidades sobre la tanda de penaltis entre Real Madrid y Atlético en San Siro.