Con el sol cayendo sobre la Ciudad Condal y la expectación desbordada en los alrededores del aeropuerto, Marcus Rashford hizo historia antes de pisar el césped: el delantero se convertirá en el primer futbolista inglés en vestir la azulgrana desde los días de Gary Lineker, quien deslumbró en el Camp Nou entre 1986 y 1989.
A última hora del domingo, los flashes se concentraron en la terminal privada donde Rashford, todavía vestido de incógnito, asomaba la ilusión de quien sabe que su carrera entra en un capítulo decisivo. En la sede del club, la maquinaria no descansó el fin de semana: tras tantear sin éxito a Nico Williams y Luis Díaz, el Barça cerró con el Manchester United y el propio jugador una cesión por una temporada, con opción de compra por unos 30-35 millones de euros. Un movimiento pragmático y “low cost” que resolvió uno de los grandes quebraderos de cabeza del verano culé.
Mientras Lineker lanzaba en redes sociales su bendición sobre su joven compatriota —apareciendo ambos en una imagen simbólica luciendo el 10 azulgrana— el entorno blaugrana se dividía entre la nostalgia y la esperanza.
El inglés, marcado en sus últimos años por las dudas en el United y una etapa reciente en el Aston Villa, se presenta ahora como salvador de un ataque tocado y voluntad propia: el propio Rashford renunció a un 15% de su altísima ficha para fichar por el Barça, que le pagará cerca de 7 millones netos.
En el vestuario le esperan las grandes figuras del equipo y el desafío inmediato: unirse a la expedición, ya bajo órdenes de Flick, rumbo a Asia. Allí arrancará su adaptación entre entrenamientos, amistosos y presentaciones; el martes, la puesta de largo oficial como nuevo jugador del Barcelona, con revisión médica previa y expectativa máxima en la grada.
Detrás de la foto y los contratos queda una historia de conexiones cruzadas entre Barça y la Premier. De Mark Hughes a Piqué, pasando por Jordi Cruyff, Ibrahimovic, Alexis o Memphis, pero nunca, desde 1989, un futbolista nacido en Inglaterra había cruzado el umbral del vestuario barcelonista como jugador oficial. Rashford rompe ese maleficio y asume el reto de reescribir, al fin, el legado inglés en el Camp Nou.

