Michael Gloss vivió una vida marcada por un espíritu idealista y una compleja búsqueda personal que lo llevó a un destino trágico.
Hijo de Juliane Gallina, subdirectora de Innovación Digital de la CIA, y de Larry Gloss, veterano de la Guerra de Irak, Michael creció en un entorno ligado a la seguridad nacional de EE. UU.
Sin embargo, sus inquietudes lo llevaron por un camino inesperado: tras viajar por Europa y unirse al movimiento contracultural Rainbow Family, llegó a Rusia en 2023, donde, influenciado por ideas antihegemónicas y tras enfrentar dificultades económicas, se alistó en el ejército ruso.
Murió a los 21 años el 4 de abril de 2024 en la región de Donetsk, Ucrania, durante un bombardeo de artillería, mientras intentaba ayudar a un compañero herido.
Hoy, 10 de agosto de 2025, el conflicto en Ucrania sigue siendo un punto de fractura global.
A pesar de discretos contactos diplomáticos entre Washington y Moscú, la guerra continúa y las maniobras simbólicas cobran fuerza.
En este contexto, Vladimir Putin entregó al enviado especial estadounidense Steve Witkoff la Orden de Lenin, con el encargo de que llegara a manos de Juliane Gallina, subdirectora de innovación digital de la CIA.
El destinatario simbólico: su hijo, Michael Gloss, caído en combate en Ucrania… pero del lado ruso.
Este gesto, lejos de ser un acto humanitario o protocolario, se ha interpretado como una jugada política y psicológica cuidadosamente calculada.
Putin aprovecha una tragedia familiar norteamericana para poner en evidencia las fisuras internas del adversario y alimentar interrogantes incómodos en el seno del aparato de inteligencia estadounidense.
It is reported that the son of CIA deputy director Julianne Gallina Gloss, 21-year-old Michael Gloss died in Ukraine as a Russian soldier. He signed a contract with Russia’s MoD. His father, Iraq vet Larry Gloss, develops secure software for U.S. and NATO forces pic.twitter.com/HmMyAnym5N
— WarTranslated (@wartranslated) April 25, 2025
Quién era Michael Gloss y cómo llegó a luchar para Rusia
La historia es tan insólita como reveladora. Michael Gloss, joven estadounidense de 21 años, hijo de dos figuras vinculadas a la seguridad nacional —su madre en la CIA y su padre veterano del ejército e ingeniero para el Pentágono—, rompe con su entorno en 2023, abandona sus estudios universitarios y emprende un viaje errático por Eurasia.
En otoño de ese año, ya en Moscú, obtiene un visado ruso y firma un contrato con el Ministerio ruso de Defensa. A partir de ahí, se integra en las fuerzas aerotransportadas rusas (el Regimiento 137), participa activamente en redes sociales prorrusas y critica abiertamente la política estadounidense sobre Ucrania.
En abril de 2024 muere cerca de Veseloye (Donetsk), combatiendo contra las tropas ucranianas.
Su familia reconoce que sufría problemas mentales desde hacía tiempo y que desconocía por completo su paradero exacto o su decisión de alistarse con Rusia.
La CIA subraya que nunca trabajó para ellos ni tuvo acceso a información sensible; fuentes estadounidenses descartan que fuera reclutado por Moscú o que el Kremlin conociera inicialmente su parentesco.
Russia: CIA Deputy Director's son Michael Gloss, presumably shortly after he arrived in Moscow in 2023 and immediately tried to enlist in the Russian army on a Sunday.
He went on to fight against Ukraine and was killed by artillery fire on the frontline in April 2024. pic.twitter.com/2OcFL4JbQE— Igor Sushko (@igorsushko) April 28, 2025
Una medalla cargada de historia… y segundas intenciones
La Orden de Lenin es uno de los máximos honores civiles del extinto régimen soviético. Su valor simbólico va más allá del reconocimiento individual: durante décadas se concedió también a extranjeros relevantes para los intereses soviéticos, incluidos espías como Kim Philby. Con esta entrega póstuma a través del canal diplomático estadounidense, Putin recurre a un pasado cargado de espionaje y guerra fría para enviar varios mensajes:
- Expone públicamente una debilidad familiar y política dentro del núcleo duro estadounidense.
- Relaciona directamente la tragedia personal con el actual enfrentamiento geopolítico.
- Sugiere que ni siquiera las élites estadounidenses están inmunes al discurso prorruso o al desencanto hacia Occidente.
- Reaviva la narrativa rusa sobre el conflicto como “guerra proxy” y justifica su estrategia internacional.
El hecho se produce justo cuando se anuncia una próxima cumbre entre Trump y Putin en Alaska para tratar el futuro del conflicto ucraniano. Desde Washington, tanto la Casa Blanca como la CIA han optado por el silencio ante esta maniobra mediática y diplomática.
Reacciones y significado internacional
- La familia Gloss ha expresado temor a que la figura del joven sea instrumentalizada como “arma propagandística” por parte rusa.
- En EE.UU., el caso reabre debates sobre los límites del intervencionismo estatal en conflictos ajenos y sobre los riesgos personales derivados del trauma psicológico en familias vinculadas a los servicios secretos.
- Moscú no ha hecho declaraciones oficiales sobre si la medalla llegó realmente a manos de Gallina ni ha reconocido públicamente su intención.
Esta acción coincide con las crecientes dificultades rusas para sostener el esfuerzo militar en Ucrania. Según datos recientes del Ministerio británico de Defensa, Rusia ha intensificado el reclutamiento extranjero (más de 1.500 voluntarios no rusos entre abril 2023 y mayo 2024), buscando compensar bajas sin recurrir a una nueva movilización generalizada. La historia personal de Gloss encaja así —para los intereses rusos— dentro del relato sobre “internacionalistas” dispuestos a luchar contra Occidente.
¿Qué puede pasar ahora?
De cara al futuro inmediato:
- Es probable que la Casa Blanca evite dar mayor relevancia pública al caso para no alimentar narrativas rusas.
- La cumbre Trump-Putin podría estar marcada por referencias veladas a este episodio como parte del tira y afloja psicológico habitual entre ambas potencias.
- El uso propagandístico por parte rusa puede intensificarse si conviene a sus intereses internos o externos.
Mientras tanto, el caso Michael Gloss revela hasta qué punto las guerras modernas se libran también en el terreno simbólico y psicológico. La diplomacia contemporánea utiliza tragedias humanas como piezas más dentro del tablero geopolítico global.
En definitiva, la entrega —o no— de una medalla soviética hoy sirve como termómetro no sólo del conflicto en Ucrania, sino también del estado actual de las relaciones entre dos potencias atrapadas entre la desconfianza mutua, las heridas abiertas y las estrategias comunicativas calculadas al milímetro.
