El 13 de enero de 2018, la vida en Hawái se detuvo por un momento lleno de pánico y confusión cuando se envió por error una alerta de emergencia que anunciaba un inminente ataque de misil balístico, presuntamente desde Corea del Norte.
El mensaje, que decía «Amenaza de lanzamiento de misil balístico para Hawái. Busque refugio inmediato. Esto no es un simulacro», se difundió a través del sistema oficial de alertas Amber a teléfonos móviles, televisión y radio del archipiélago, sumiendo a la población en un estado de terror real y temporal.
Los residentes y turistas reaccionaron con temor y rapidez, buscando refugio y haciendo llamadas para comunicarse con familiares. Algunas familias corrieron hacia sótanos o edificios sólidos, mientras que otras personas quedaron paralizadas por la incertidumbre.
En algunos casos, con niños pequeños preguntando por qué tenían que esconderse, y otros enfrentaban dificultad para comunicarse debido a la saturación de las redes telefónicas. Estos momentos duraron cerca de 40 minutos hasta que un segundo mensaje desmintió la alerta, confirmando que se trataba de un error humano cometido por un empleado de la Agencia de Manejo de Emergencias de Hawái, quien habría presionado el botón equivocado al realizar un cambio de turno.
Este incidente ocurrió en un contexto geopolítico tenso debido a las amenazas de Corea del Norte de realizar ataques con misiles nucleares contra Estados Unidos.
En 2017, Hawái había reforzado sus sistemas de alerta y prevención, incluso reactivando sirenas de ataque nuclear que no se habían utilizado desde la Guerra Fría y difundiendo recomendaciones a la población sobre cómo actuar en caso de un ataque real, como buscar refugios resistentes y protegerse de la radiación.
El gobernador de Hawái, David Ige, se disculpó públicamente, calificando el hecho como un error grave y aseguró que se investigaría para evitar que algo así vuelva a suceder. Mientras tanto, el Comando del Pacífico de Estados Unidos reafirmó que no existía ninguna amenaza real y que fue un fallo en el procedimiento de alerta. La senadora de Hawái Mazie Hirono y otros representantes políticos expresan su preocupación sobre el impacto en la comunidad y la necesidad de precisión en la información para evitar consecuencias negativas en momentos críticos.
Este falso aviso de ataque nuclear mostró la fragilidad y el alto estrés que genera la amenaza latente de un conflicto nuclear, así como la importancia de los sistemas de emergencia y la necesidad de su gestión rigurosa para evitar provocar pánico innecesario en la población.
Para muchos hawaianos, ese día quedó marcado como una experiencia estremecedora que les recordó la realidad de la amenaza nuclear que, aunque remota, sigue presente.
Pánico en la isla
Durante la alerta de misil nuclear en Hawái, las familias reaccionaron con pánico, miedo y acciones inmediatas para protegerse, como buscar refugio en sótanos o edificios sólidos, y la comunicación con familiares fue intensa pero difícil por la saturación de las redes telefónicas. Los niños mostraban confusión y ansiedad, mientras los adultos corrían para asegurar la seguridad familiar. En ese momento, la incertidumbre y el miedo al inminente ataque nuclear generaron respuestas de emergencia basadas en el instinto de supervivencia y la protección inmediata.
Cuando se emitió la rectificación que desmintió la amenaza, las respuestas emocionales cambiaron. Tras la confirmación de que todo fue un error, prevaleció el alivio, aunque muchas personas quedaron afectadas psicológicamente por la experiencia traumática vivida, incluyendo ansiedad residual y estrés por la falsa alarma.
La diferencia principal estuvo en el paso del temor y la acción inmediata a un estado de calma mezclado con preocupación por el error cometido y la gestión futura de alertas. Las familias y especialmente los niños pudieron comenzar a procesar lo sucedido y entender la situación con explicaciones más claras y en un ambiente menos caótico.

