En el este de la República Democrática del Congo (RDC), cada gramo de tántalo –un metal clave para fabricar smartphones– esconde una paradoja mortal: mientras alimenta la tecnología global, financia una guerra donde se violan mujeres y se queman vivas a presas.
Tu móvil funciona 40 miligramos de tántalo y en Kivu una adolescente paga el precio: violada por milicianos, obligada a extraer coltán y amenazada de muerte si huye.
La comunidad internacional mira hacia otro lado.
Como resume apesadumbrada Julienne Lusenge, activista congoleña: «Su silencio nos mata tanto como sus balas».
El coltán seguirá fluyendo.
La guerra también.
El oro gris de la era digital
El tántalo (extraído del coltán) es vital para los condensadores que hacen funcionar teléfonos, coches eléctricos y satélites. Sus propiedades únicas –alta conductividad, resistencia al calor y miniaturización– lo hacen insustituible. Pero el 60% de las reservas mundiales están en la RDC, un país arrasado por tres décadas de conflicto.
Datos clave:
- Precio: $450/kg (2025), 30% más que en 2023.
- Uso global: 45% para electrónica, 25% para aeronáutica.
- Producción RDC: 1.200 toneladas anuales, el 30% extraído en minas controladas por grupos armados.
El conflicto actual gira en torno al control de tres elementos: minas, rutas de exportación y poder étnico. Estos son los protagonistas:
- M23: Grupo rebelde tutsi respaldado por Ruanda. Controla el 70% de las minas de coltán en Kivu Norte tras capturar Goma en enero de 2025.
- FARDC: Ejército congoleño, acusado de colaborar con milicias hutus como las FDLR (herederas de los genocidas ruandeses de 1994).
- Wazalendo: Milicias locales progubernamentales, responsables de linchamientos y masacres en zonas mineras.
Últimas atrocidades documentadas (febrero 2025):
- Violaciones sistemáticas: 150 mujeres quemadas vivas en una cárcel de Goma durante un motín.
- Reclutamiento infantil: 5.000 menores forzados a trabajar en minas de coltán bajo control del M23.
- Desplazados: 1,2 millones de personas huyendo de combates en Rutshuru y Masisi.
Grupo | Aliados externos | Financiación |
M23 | Ruanda, Uganda | Coltán, oro, contrabando a Ruanda |
FARDC | China, Angola | Impuestos mineros, sobornos |
FDLR | Burundi | Tráfico de madera, secuestros |
Raíces étnicas: por qué dominan los tutsis
El control tutsi del M23 tiene su origen en el genocidio ruandés de 1994:
- Tras matar a 800.000 tutsis, los hutus extremistas huyeron al este del Congo.
- Ruanda invadió la RDC en 1996 y 1998 para perseguirlos, instalando gobiernos tutsis títeres.
- Hoy, Paul Kagame (presidente ruandés) usa al M23 como brazo ejecutor: «Si no controlamos Kivu, los genocidas volverán», declaró en enero.
Pero el discurso étnico esconde intereses económicos:
- Ruanda exporta $450 millones anuales en coltán… pero no tiene minas propias. El 90% viene del Congo.
- Rutas de contrabando: El mineral se lava en fábricas de Kigali y se certifica como «libre de conflicto».
Juegos geopolíticos: los intereses tras el coltán
- China: Controla el 70% de las minas industriales de cobalto y coltán en la RDC. Usa su influencia para bloquear sanciones de la ONU contra el M23.
- EE.UU.: Intel y Tesla compran coltán «certificado» ruandés, pese a saber su origen real. En 2024, importaron 300 toneladas.
- UE: Su Reglamento de Minerales en Conflicto (vigente desde 2021) ha reducido solo un 15% el comercio ilegal, según Global Witness.
Caso reciente: En enero de 2025, la ONU interceptó 50 toneladas de coltán del M23 en el lago Kivu. Iban camino de China vía Ruanda.
Los esfuerzos por limpiar la cadena de suministro chocan con tres realidades:
- Certificaciones corruptas: El programa ITSCI (avalado por la industria) etiqueta como «legales» minerales extraídos bajo amenazas.
- Tecnología insuficiente: Los sistemas de trazabilidad no detectan el coltán mezclado con legal en Ruanda.
- Desinterés occidental: Apple y Samsung invierten menos del 0,1% de sus beneficios en auditorías mineras.
