El mismo Emmanuel Macron que hace un año dio una lección de urbanidad en público a un joven que le llamó «Manu» –«A mí me llamas señor presidente o señor», le corrigió-, ha cometido durante su primera visita a España una de las faltas -la impuntualidad- que más se aborrece en el protocolo oficial.
El presidente de Francia y el socialista Pedro Sánchez, llegaron con una hora y cuarto de retraso a la cena que Su Majestad el Rey ofreció la noche del pasado jueves 26 de julio de 2018 en honor del mandatario francés en el Palacio Real.
Una cena a la que acudieron más de 70 invitados, entre ellos las principales autoridades del Estado, destacados empresarios, como Pablo Isla, presidente de Inditex; escritores como Arturo Pérez-Reverte y deportistas como Miguel Induráin y Perico Delgado.
El retraso se debió a que Macron llegó a España dos horas después de lo previsto, lo que hizo que llegara tarde al Palacio de La Moncloa, donde se reunió apenas quince minutos con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y ambos comparecieron después en rueda de prensa, mientras el Rey y los invitados aguardaban en el Palacio Real.
Al tratarse de una visita de trabajo -no era de Estado ni oficial-, la cena se sirvió en el Salón de Columnas y al mandatario francés no le acompañó su esposa, Brigitte; en reciprocidad, la Reina tampoco asistió.
Fue durante el brindis previo a la cena, cuando el presidente francés pidió disculpas por el retraso al Rey yal resto de los invitados. Macron lo hizo entre bromas y dijo que, al final, la cena se iba a servir a hora española, las diez de la noche.
Queda para los anales, que el presidente francés ha superado el récord de impuntualidad en España que, hasta ahora, se atribuía a la argentina Cristina Fernández de Kirchner (llegó 40 minutos tarde a la cena del Palacio Real en 2009) o al venezolano Hugo Chávez (hizo esperar 55 minutos a Don Juan carlos en el Palacio de Marivent en 2008).
