La tensión política y militar en torno a Venezuela ha alcanzado su punto más alto luego de que fuentes vinculadas a organismos de inteligencia regionales confirmaran el despliegue de un impresionante grupo de ataque naval de Estados Unidos en aguas próximas al Caribe venezolano. Portaviones, destructores y unidades de apoyo logístico habrían intensificado patrullajes y maniobras disuasorias desde la medianoche del viernes.
Según analistas militares consultados, la magnitud del despliegue —que incluiría capacidades aéreas y sistemas avanzados de vigilancia marítima— busca enviar un mensaje inequívoco al Palacio de Miraflores: el margen de maniobra del régimen se estrecha aceleradamente.
La pregunta ya no es si Maduro caerá, sino cómo y cuándo.
Entorno de Maduro facilitaría la entrega del mandatario a EE.UU.
Paralelamente, versiones extraoficiales señalan fuertes tensiones en el entorno inmediato de Nicolás Maduro. Algunas facciones de su círculo de confianza estarían explorando salidas negociadas para garantizar su propia supervivencia política y legal, incluso a costa de facilitar la entrega del mandatario. Este escenario, hasta hace poco impensable, hoy cobra fuerza en la medida en que las sanciones internacionales y el aislamiento han incrementado las fracturas internas.
Las próximas horas se anuncian decisivas. Mientras Washington mantiene silencio oficial respecto a posibles operaciones, diplomáticos en la región confirman un estado de alerta inédito. La posibilidad de que Maduro sea entregado por uno de sus más cercanos colaboradores, o capturado en medio de un operativo coordinado, convierte este fin de semana en un punto de inflexión histórico para Venezuela y la región.
La pregunta ya no es si Maduro caerá, sino cómo y cuándo. Entre la presión militar estadounidense y las grietas internas de su propio círculo, el país entero aguarda un fin de semana que podría pasar a la historia como el ocaso definitivo del régimen bolivariano.

