En La Retaguardia de este miércoles 23 de julio, Eurico Campano analiza con José Ramón Riera, Patricia Rodríguez y Milagros Marcos el último batacazo que Pedro Sánchez se ha llevado en el Congreso de los Diputados por tener una mayoría con la que gobernar.
El Congreso de los Diputados ha rechazado el último “gran” decreto del Gobierno: un paquete urgente para reforzar el sistema eléctrico, bautizado popularmente como el decreto antiapagones. El revés no es menor: llega tras el apagón nacional del pasado abril, uno de los episodios más incómodos para la imagen internacional y doméstica del Ejecutivo. El resultado parlamentario fue claro: 175 votos en contra frente a 173 a favor, con una bancada socialista que sigue perdiendo apoyos esenciales incluso entre socios habituales.
La caída del decreto ha puesto en evidencia la fragilidad del Gobierno de coalición. Vox, Podemos, Junts, BNG y UPN unieron fuerzas con el PP para rechazar la propuesta, desnudando la falta de cintura negociadora del presidente y su equipo. Mientras tanto, Sánchez arremete contra la oposición por bloquear “medidas fundamentales para los ciudadanos y el tejido productivo industrial” y promete reintroducir el texto en la Cámara.
Un gobierno sin mayoría: ¿incapacidad o bloqueo estratégico?
La narrativa gubernamental insiste en culpar a la oposición de impedir avances legislativos por puro tacticismo. Sin embargo, no faltan voces que apuntan a una incapacidad manifiesta para articular mayorías ni siquiera en cuestiones técnicas o de Estado. Que Podemos y BNG —tradicionalmente aliados— se alineen con PP y Vox es señal inequívoca de desgaste y desconfianza transversal.
El propio Sánchez ha reconocido públicamente su debilidad parlamentaria, aunque presume de haber sacado adelante seis de las siete votaciones celebradas ese mismo día. “De siete votaciones sacamos seis. Ni tan mal”, bromeó tras el pleno, intentando restar hierro al varapalo energético. No obstante, la oposición le acusa de gobernar “de espaldas a las Cortes”, con decretos “improvisados” y escasa voluntad real de diálogo.
El contexto internacional: Sánchez aislado entre aliados
Mientras lidia con crisis internas, Pedro Sánchez tampoco navega aguas tranquilas fuera de nuestras fronteras. Su negativa a aumentar el gasto militar hasta el 5% del PIB —tal como exige ahora Donald Trump— ha tensado relaciones con Estados Unidos y sembrado dudas sobre la fiabilidad española dentro de la OTAN.
Trump ya ha advertido sobre posibles represalias comerciales si España no da su brazo a torcer antes del final del periodo de gracia arancelaria. Y aunque Moncloa defiende que priorizará el gasto social frente al militarismo impuesto desde Washington, lo cierto es que España corre el riesgo real de convertirse en blanco prioritario para nuevos aranceles.
Por si fuera poco, los recientes escándalos en torno a supuestos casos de corrupción y redes vinculadas al PSOE han deteriorado aún más la percepción pública e internacional del Ejecutivo. Las contradicciones entre el discurso feminista del Gobierno y las noticias sobre trata o explotación sexual han minado gravemente la autoridad política de Sánchez en apenas unas semanas.
Un panorama incierto… con notas casi tragicómicas
El último capítulo parlamentario deja varias certezas:
- El Gobierno depende peligrosamente del vaivén parlamentario, hasta para medidas técnicas.
- Los socios tradicionales han perdido confianza o utilizan sus votos como moneda de cambio.
- La oposición prefiere ver caer al Ejecutivo antes que respaldar cualquier iniciativa emblemática.
Y mientras tanto, Sánchez se afana en restar dramatismo (“ni tan mal”), aunque no puede ocultar su desgaste físico tras meses de crisis política e institucional.
