EL REPASO

Alfonso Rojo: «Feijóo deja KO a Sánchez en el 1.º asalto, pero sólo llegará a Moncloa con Abascal»

No voy a concluir recitando fúnebre eso de ‘requiescat in pace’, porque no quiero que el paisano descanse o tenga paz

Las elecciones en Extremadura de este 21 de diciembre de 2025 son un desastre sin paliativos para el PSOE y certifican el principio del fin del infame régimen impuesto hace siete años en España por el marido de Begoña.

Las autonómicas extremeñas constituían la primera prueba en las urnas para el PSOE, tras el aquelarre de corrupción, acoso sexual y pifias antidemocráticas, y el veredicto no ha podido ser más contundente.

El centroderecha suma cerca del 60 % de los apoyos y el drama, para Sánchez y su cuadrilla de maleantes, es que Extremadura es solo el principio del calvario electoral.

En poco más de dos meses les espera un castigo similar o mayor en Aragón, donde Pilar Alegría, su candidata —la amiga del guarrete Salazar—, es casi peor que el desventurado Gallardo.

Y un mes más tarde viene Castilla y León y después Andalucía

Y como colofón, las generales y la gran patada en el culo a Sánchez, que si hay Justicia tendrá que sentarse en el banquillo y terminar en la cárcel.

Pero para llegar ahí, para que Feijóo se convierta en presidente del Gobierno de España, es esencial, clave, justo y necesario que el PP se deje de ensoñaciones, de mamonadas o melindres y analice con frialdad los datos.

El 43 % de los votos, que es lo que ha cosechado la tibia Guardiola en Extremadura, es un porcentaje espectacular pero oculta una dura verdad: ha recibido este domingo 8.000 votos menos de los que sacó en 2023.

El PSOE de Gallardo ha perdido la friolera de 106.000 votos. No hay que ser un lince para concluir que esos electores, hartos de ladrones y puteros, no se han ido al PP sino a la abstención o a la marca regional de la extrema izquierda.

Conclusión de cara a los comicios que se avecinan: el partido de Sánchez pierde votantes a mansalva, que no se van al partido de Feijóo.

Como acabamos de comprobar y reflejan las encuestas, el único partido que crece es el de Abascal y los populares asumen que tienen que contar con VOX o volverán a darse un cacharrazo.

Feijóo y Abascal están obligados a entenderse si quieren estar a la altura de la tesitura en que les ha colocado la Historia.

Y desde hoy, por mucho que le pique a Guardiola, deben empezar a hacerlo en Extremadura.

Los de VOX saben que es desquiciado forzar una repetición electoral, pero tienen 11 escaños y pueden apretar en las negociaciones.

No creo que les convenga entrar en el Gobierno regional, pero están en condiciones de exigir la presidencia de la Asamblea y que el PP extremeño incorpore a su programa puntos como el rechazo al Pacto Verde Europeo, la negativa a admitir inmigrantes irregulares o la promoción de los españoles a la hora de acceder a las ayudas sociales, en línea con lo que ha tenido que hacer Pérez Llorca en Valencia y tendrá que hacer Azcón en Zaragoza.

Y como guinda, prórroga de la central nuclear de Almaraz y un réquiem por Pedro Sánchez.

No voy a concluir recitando fúnebre eso de ‘requiescat in pace’, porque no quiero que el paisano descanse o tenga paz.

No se lo merece.

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