Hace apenas un año tuvo que dimitir como presidenta del PSOE andaluz tras calificar al popular Elías Bendodo como “judío nazi”

Amparo Rubiales, vieja y sectaria dirigente del PSOE andaluz, recoge firmas para expulsar del partido a Felipe González

La justificación: sus críticas abiertas y reiteradas a la ley de amnistía y el rumbo actual del partido.

Amparo Rubiales (PSOE)
Amparo Rubiales (PSOE). PD

Hay defectos que no curan ni los años.

El sectarismo es uno de ellos.

Y esta paisana es un perfecto ejemplo.

El PSOE andaluz no gana para sobresaltos.

Si algo parecía seguro tras los grandes congresos y las renovaciones internas era que los viejos fantasmas de las luchas intestinas se habían aparcado… hasta que Amparo Rubiales ha vuelto a encender la mecha.

La histórica dirigente y ex presidenta del partido en Andalucía ha promovido en redes sociales una recogida de firmas para pedir la expulsión de uno de los nombres más emblemáticos del socialismo español: Felipe González.

La justificación: sus críticas abiertas y reiteradas a la ley de amnistía y el rumbo actual del partido.

Las redes han sido testigo y campo de batalla.

A primera hora del domingo, Rubiales difundía un formulario solicitando la apertura de un expediente disciplinario “con propuesta de expulsión por faltas muy graves” contra González.

La acusación es contundente: “deslealtad manifiesta” y “daño grave a la imagen del partido”.

Acompañaba su mensaje con un par de preguntas retóricas cargadas de reproche: “¿Qué pretende Felipe? ¿Por qué nos hace esto?”.

En cuestión de horas, ante el revuelo mediático y el aluvión de reacciones —la mayoría, bastante críticas incluso dentro del propio PSOE—, borraba los mensajes.

Pero el incendio ya estaba desatado.

Antagonismos generacionales y el eterno retorno

La polémica no es baladí ni anecdótica. Refleja el pulso ideológico interno que sacude al socialismo español desde la llegada al poder de Pedro Sánchez y, especialmente, desde el giro hacia posiciones más abiertas al diálogo con el independentismo catalán.

Felipe González, presidente del Gobierno entre 1982 y 1996 y símbolo del felipismo reformista, se ha convertido en azote de la actual dirección socialista por su oposición frontal a la ley de amnistía pactada con Junts per Catalunya y ERC.

Rubiales, curtida en mil batallas desde los años 70 —fue militante comunista antes que socialista—, representa esa corriente “guerrera”, como ella misma se define, que nunca rehúye la confrontación.

Su iniciativa ha sido leída como una muestra más de que las heridas ideológicas entre el “viejo” PSOE y el “nuevo” están lejos de cicatrizar.

Antecedentes recientes: Rubiales, siempre en el ojo del huracán

No es la primera vez que Amparo Rubiales salta a los titulares por motivos controvertidos.

Hace apenas un año tuvo que dimitir como presidenta del PSOE andaluz tras calificar al popular Elías Bendodo como “judío nazi”, comentario por el que fue denunciada pero finalmente exonerada judicialmente. Pese a aquel escándalo, hace apenas unos meses recibía uno de los Premios Rosa Manzano por su trayectoria feminista —el propio Zapatero llegó a definirla como “la madre del feminismo en España”—.

La dirigente andaluza ha ocupado prácticamente todos los cargos posibles dentro del socialismo institucional: senadora, consejera autonómica, delegada del Gobierno en Andalucía durante el último mandato precisamente… ¡de Felipe González! También fue vicepresidenta segunda del Congreso y presidenta provincial durante más de una década.

Consecuencias políticas: ¿cortocircuito o síntoma?

El episodio pone sobre la mesa varias cuestiones relevantes:

  • La fractura interna: El enfrentamiento entre históricos y renovadores aflora periódicamente con virulencia. El caso Rubiales-González es solo el último capítulo.
  • El papel de las redes sociales: Las guerras internas ya no se libran solo en despachos; Twitter (o X) es ahora terreno abonado para las reyertas públicas.
  • La dificultad para gestionar discrepancias: El PSOE presume habitualmente de su tradición integradora, pero episodios como este ponen límites a esa narrativa.
  • El riesgo reputacional: La campaña para expulsar a González evidencia una debilidad estructural: cualquier disidencia puede convertirse en brecha visible ante la opinión pública.

No hay constancia oficial de que la dirección federal haya iniciado expediente alguno contra González. Todo apunta a que esta recogida de firmas tendrá más recorrido simbólico que real, pero sí contribuye a alimentar un ambiente de polarización interna nada beneficioso en vísperas electorales.

Una dirigente singular: 10 curiosidades sobre Amparo Rubiales

Para entender mejor a esta protagonista incansable del socialismo español, nada como repasar algunos datos poco conocidos (y alguna anécdota):

  1. Nació en Madrid en 1945, pero toda su carrera política se desarrolló en Andalucía.
  2. Fue una de las seis primeras diputadas en el Parlamento andaluz (1982-1986) y única mujer consejera en aquel gobierno autonómico inicial.
  3. Militó primero en el Partido Comunista antes de dar el salto al PSOE.
  4. Su activismo comenzó en la universidad, donde coincidió con otros futuros líderes como Felipe González o Alfonso Guerra.
  5. Fue candidata al Senado (1977) y al Congreso (1979) por el PCE antes de entrar en listas socialistas.
  6. Ostentó cargos municipales relevantes: concejala y vicepresidenta de la Diputación Provincial de Sevilla.
  7. En 1993 fue nombrada delegada del Gobierno en Andalucía; renunció al escaño nacional para ello.
  8. Es doctora en Derecho y profesora titular universitaria especializada en Derecho Administrativo.
  9. Ha escrito varios libros sobre feminismo y política.
  10. En 2023 fue protagonista involuntaria tras llamar “judío nazi” al popular Elías Bendodo; aunque tuvo que dimitir, fue absuelta judicialmente.

Un partido acostumbrado al ruido

El PSOE andaluz es célebre por sus trifulcas domésticas —desde los tiempos de Escuredo hasta hoy—. La historia reciente demuestra que cada generación trae su propio vendaval interno. Y si bien muchos ven este tipo de episodios como síntomas negativos, hay quien opina (con cierta sorna) que si no hay bronca interna… es porque el PSOE está hibernando.

Como nota curiosa: pese a sus idas y venidas públicas, Rubiales aún preside el PSOE sevillano y sigue siendo premiada por su activismo feminista mientras promueve campañas tan explosivas como esta última contra uno de los padres fundadores del socialismo democrático español.

¿Quién dijo que la política española era aburrida?

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído