El Rey de Marruecos, Mohamed VI, y el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se reunieron anoche en la ONU y acordaron mantener el «respeto» y la «buena voluntad» para superar los problemas que pueden tener dos países vecinos.
Ésta fue la principal conclusión que presentó Zapatero a los medios de comunicación tras su entrevista con el monarca alauí en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU), una cita de alrededor de media hora en la que, según dijo, no entraron en detalles al hablar de Melilla, en cuya frontera se registraron varios incidentes el pasado mes de agosto.
Zapatero calificó la reunión de «muy positiva» porque reafirmó los principios de colaboración, buena relación, cooperación, entendimiento y sinceridad con los que España viene trabajando con Marruecos en los últimos años, desde que él llegó al poder.
La entrevista, en la que participaron los ministros de Exteriores de ambos países, Miguel Ángel Moratinos y Taib Fassi-Fihri, comenzó con un caluroso apretón de manos durante el que Mohamed VI saludó a Zapatero en castellano.
«La foto es lo más importante», señaló el presidente del Gobierno español al monarca alauí mientras posaban sonrientes ante los fotógrafos y las cámaras de televisión.
En la reunión, ambos acordaron celebrar en Marruecos a principios de 2011 la próxima Reunión de Alto Nivel bilateral, encuentro con periodicidad anual que no tiene lugar desde 2008.
Esa cumbre servirá para hacer un repaso a las relaciones entre los dos países y analizar las prioridades conjuntas, entre las que Zapatero destacó la inmigración, la Unión por el Mediterráneo, el Magreb y los proyectos económicos en materia de energías renovables.
Según explicó, al hablar de Melilla ambos se centraron en la política migratoria y, sin entrar en circunstancias concretas, -en referencia a los incidentes entre ambos países los últimos meses- acordaron que los ministros de Exteriores se mantengan en «permanente colaboración» para resolver los problemas que se produzcan.
«No ha sido necesario descender a ningún detalle», reiteró Zapatero antes de recordar la «determinante» colaboración de Marruecos para acabar con los asaltos de inmigrantes de origen subsahariano a las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla.
Según manifestó, todas las cuestiones se abordan «con buena voluntad, cada uno desde sus posiciones y con resultados positivos, que es lo que interesa».
Zapatero hizo hincapié en la «importancia estratégica decisiva» que tiene para España la relación con Marruecos, se mostró convencido de que atraviesa un buen momento y aseguró que ambos gobiernos proseguirán con ese trabajo «fructífero» en beneficio de la estabilidad y de la seguridad para ambos países.
En este contexto, auguró que en un «breve» plazo de tiempo estará en Madrid el nuevo embajador marroquí, Ahmedu Uld Suilem, y que también pronto llegará a Rabat el relevo del embajador español Luis Planas.
Tras esta entrevista, queda pendiente el encuentro «informal» que acordaron mantener a mediados de agosto Mohamed VI y el Rey de España, quien telefoneó al monarca alauí después de que Rabat denunciara agresiones a varios de sus ciudadanos por parte de la policía española en la frontera de Melilla
Zapatero destacó que la buena relación entre ambos monarcas facilita la relación entre los dos países y aseguró que el Gobierno ve «con simpatía» un encuentro que, dijo, es «probable» que se celebre.
No le puso sin embargo una fecha concreta, ya que dependerá de ambas casas reales.
A pesar de que la reunión de hoy tuvo lugar en la sede de la ONU, la institución más involucrada en la búsqueda de una solución para el Sáhara Occidental, este conflicto no estuvo en la agenda.
Según apuntó el jefe del Ejecutivo español, el Gobierno conoce desde hace tiempo el plan de autonomía para el Sáhara que promueven las autoridades marroquíes y mantendrá una actitud «constructiva y colaboradora» con la ONU.
No obstante, añadió, Mohamed VI sabe que «la solución es el acuerdo y sólo un acuerdo nos lleva a la solución».
En este contexto, confió en que la nueva ronda de diálogo y de negociación abierta entre ambas partes ofrezca salidas a un conflicto «extremadamente difícil» y que lleva décadas pendiente.
Sobre la mesa colocada en el improvisado espacio de la sede de Naciones Unidas en el que se reunieron, sólo había una pequeña bandera marroquí, según la delegación española, porque era Mohamed VI el anfitrión del encuentro como mandatario de mayor rango.