En una mañana marcada por la expectación en Madrid, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha puesto fin a uno de los bloqueos más largos y mediáticos de los últimos años en la cúpula judicial española.
Tras meses de negociaciones fallidas, vetos cruzados y llamadas a la responsabilidad institucional, el órgano de gobierno de los jueces ha nombrado por mayoría a Andrés Martínez Arrieta como presidente de la Sala de lo Penal y a Pablo Lucas al frente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo.
La tesis de VOX, a quien se ha dejado siempre fuera de este ‘juego’ es pesimista:
«Otro disparate del PP: dos viejos izquierdistas (uno de ellos, Pablo Lucas, verdadero activista del PSOE en la sala III durante muchos años), que ahora se hacen los buenos y logran ser los candidatos del PP».
La votación, celebrada en pleno extraordinario, se ha saldado con 15 votos a favor para Martínez Arrieta y 16 para Lucas, frente a 6 y 5 votos en contra respectivamente. Un desenlace que parecía imposible hace apenas una semana, antes de que las candidatas progresistas, Ana Ferrer y Pilar Teso, anunciaran su retirada voluntaria. Su gesto, descrito como “lealtad institucional”, ha sido clave para desencallar un proceso que amenazaba con eternizarse y agravar aún más la crisis interna del CGPJ.
Antecedentes: meses de bloqueo, equilibrios rotos y renuncias estratégicas
La elección de estos dos presidentes no se entiende sin repasar el complejo tablero previo. Durante meses, el CGPJ ha estado encallado en una partida donde los bloques conservador y progresista buscaban situar a sus candidatos en las Salas más sensibles del Supremo. El foco estaba especialmente puesto en la paridad: los vocales progresistas defendían que al menos una presidencia debía ser ocupada por una mujer, en cumplimiento del principio legal de presencia equilibrada.
Sin embargo, la realidad se ha impuesto: cuatro de las cinco presidencias seguirán ocupadas por hombres. La retirada de Ferrer y Teso —que no ha estado exenta de críticas internas— allanó el camino a Martínez Arrieta y Lucas, quienes partían como favoritos por su perfil técnico e independiente pero contaban con el respaldo inequívoco del sector conservador. Varios vocales progresistas justificaron su apoyo a los nuevos presidentes como un ejercicio de responsabilidad institucional para evitar un vacío prolongado en puestos clave del Supremo.
Entre bastidores, las negociaciones para otros treinta nombramientos judiciales siguieron hasta última hora del martes. El sector progresista confiaba en que sus gestos fueran correspondidos con alguna concesión relevante por parte del bloque conservador. Por ahora, esa “generosidad” parece limitada a palabras amables en los comunicados oficiales.
Consecuencias políticas y jurídicas: continuidad, equilibrios frágiles y retos pendientes
El impacto inmediato es claro: se garantiza la estabilidad orgánica en dos Salas cruciales para la vida política y administrativa española.
- La Sala Segunda (Penal) es la encargada, entre otras competencias, de juzgar a aforados —incluidos miembros del Gobierno y parlamentarios—. Su presidencia recae ahora sobre un magistrado reputado por su rigor técnico pero también conocido por su perfil discreto.
- La Sala Tercera (Contencioso-Administrativo) supervisa legalmente las decisiones más sensibles del poder ejecutivo y legislativo.
Ambos magistrados tendrán que afrontar no solo causas mediáticas sino también procedimientos derivados de futuras reformas legales, recursos sobre decisiones gubernamentales o incluso eventuales crisis políticas.
Desde un punto de vista político:
- Se consolida la tendencia continuista en los altos cargos judiciales.
- El debate sobre la escasa presencia femenina vuelve a quedar aplazado; la “foto” sigue siendo predominantemente masculina.
- Los equilibrios internos dentro del CGPJ permanecen tensos: el pacto tácito alcanzado hoy podría romperse ante próximos nombramientos o ante cualquier movimiento inesperado del Gobierno o la oposición parlamentaria.
Curiosidades y datos llamativos
- Con este nombramiento, solo una presidencia de Sala queda ocupada por una mujer —dato que no pasa desapercibido en tiempos de presión social por la igualdad efectiva—.
- La votación interna revela cierta transversalidad: pese a ser considerados candidatos “conservadores”, ambos han recibido votos progresistas. En política judicial española esto equivale poco menos que a ver juntos un Real Madrid-Barça sin tarjetas amarillas.
- El pleno del CGPJ tenía previsto debatir más de treinta nombramientos adicionales este miércoles. A tenor del ambiente vivido hoy —y según apuntan fuentes internas— no descarten nuevas sorpresas o pactos in extremis antes del próximo puente festivo.
- Martínez Arrieta y Lucas son nombres ya conocidos por su trayectoria sólida pero alejada del foco mediático; ahora pasarán inevitablemente al primer plano informativo ante cualquier causa sensible relacionada con corrupción política o grandes recursos administrativos.
- El debate sobre la necesidad urgente de renovar el propio CGPJ —con mandato caducado desde hace años— queda una vez más pospuesto en favor de los equilibrios internos puntuales.
En definitiva, mientras afuera caen algunas gotas tras semanas de calor sofocante (gracias Aemet), dentro del CGPJ se respira cierto alivio… hasta nuevo aviso.

