“La vida es drama, donde importa no cuánto duró, sino como se representó” Séneca
Si los premios Goya contemplaran un premio a la interpretación que de la verdad hace el hipócrita, de la bondad el malvado, de la generosidad y respeto el tirano, de la pureza el corrupto, de la virtud el lujurioso, de la honradez el ladrón, de la honestidad la mujer vendida y comprada, del amor fraternal el mal hijo y el mal padre etc. La academia se vería obligada a acaparar millones de bustos de Goya para poder atender a los millones de ciudadanos que viven interpretando un papel para esconder lo que realmente tienen en sus cerebros y en sus corazones. Y esto es así, porque desde que el hombre se asentó en este planeta hizo de él un gran teatro, una mascarada. Y en ese gran teatro, en esa mascarada medra en ganancias la política
El Gran Teatro del Mundo fue escrito por Pedro Calderón de la Barca en forma de auto sacramental y representado por primera vez en Valencia en las fiestas del Corpus en 1641. La obra es una metáfora del mundo y del hombre y cobra hoy importancia debido a que la sociedad actual es, como dice Calderón, una farsa en la que el desarrollo de la vida es un teatro y los actores son los ciudadanos. El personaje principal es el hombre representando a la humanidad en su conjunto, Este personaje es vanidoso y egoísta preocupado fundamentalmente por su imagen y su éxito en la vida para lo cual no repara en pervertir, engañar, corromper, traicionar etc. El otro personaje que en importancia sigue al hombre, es el mundo. Este es hostil, lleno de tentaciones y peligros.
El mundo es el entorno en el que se desenvuelve el hombre. Podría pensarse que el comportamiento de este está de antemano predeterminado y que nadie puede escapar a su destino, es decir, al papel que debe representar en el gran teatro del mundo. Pero no es así. Y aquí entra el libre albedrío que da al hombre la libertad de elegir sus actos en el conocimiento de que estos tendrán consecuencias para él y para la sociedad en su conjunto. El personaje hombre no puede alegar ignorancia a lo largo del desarrollo de su vida en el entorno mundo, el otro personaje. Y en esta marejada gana la política que lo ensucia todo
En 1971, el italiano Alberto Moravia publicó su obra “La Mascarada”. La trama gira en torno a unos personajes que asisten a una fiesta de máscaras. El disfraz es obligatorio. Este debe tapar lo que verdaderamente es la persona cuando se quita la máscara. El autor nos va mostrando lo que realmente hay bajo el barniz, el tinte, el color de esa máscara que tapa el verdadero rostro, ese que refleja sus cálculos, sus disimulos, sus intrigas, sus falacias, sus verdaderas intenciones para conseguir sus propósitos. Y en este vodevil gana la política
El Gran Teatro del Mundo y La Mascarada nos muestran como el hombre es una mentira y el mundo el lugar en el que vive en constante ejercicio de hipocresía. Y en esta hipocresía gana la política.
Hoy, desgraciadamente, el personaje hombre del Gran Teatro del Mundo y de La Mascarada, que somos todos nosotros, dispone de los más sofisticados medios para engañar, manipular, extorsionar, robar, corromper, estafar… En definitiva, actuar desde su libre albedrío, no para hacer el bien, sino para satisfacerse a sí mismo, aunque a esa satisfacción sea inherente la desgracia de los demás. Y lo hace tapándose el rostro y escondiendo su alma. Y en ese psicodrama gana la política y, en todos los casos, pierden los dos personajes del Gran Teatro del Mundo: el hombre como individuo y el mundo como el lugar donde vive el hombre.
MAROGA
