La etimología de la palabra sumisión nos dice que esta viene del latín submissio que significa sometimiento. Ampliando su etimología esta nos aclara que significa “un descenso, una bajada; un hundimiento”, Como sustantivo describe la acción de bajar o rendirse.
“El ser contribuyente no te concede la categoría de ciudadano; solo merece la categoría de ciudadano aquel que se revela contra la sumisión a un gobierno basado en la propagandoa, cuyo presidente es un narciso parlero”
“La sumisión y la tolerancia no es el camino moral, pero si con frecuencia el más cómodo” Martin Luther King
En el ámbito social y político, la sumisión se ve como un arma de quienes poseen el poder para abusar de él. En este sentido, la sumisión es usada como un mecanismo de control y dominación que es utilizado para mantener los privilegios y estatus del poder y perpetuar las desigualdades sociales.
Lo que todo el mundo político europeo, veía venir, se ha cumplido: El sometimiento de Europa, la sumisión de Europa. Faltaba una pata para que se sostuviera firmemente la sumisión de Europa. Trump, con el viejo sistema del palo y la zanahoria, lo ha logrado. Úrsula ha capitulado semanas después de afirmar que haría frente a EEUU. Úrsula fue ratificada en su puesto hace pocos días por la sumisión de quienes, a sabiendas de que sus bravatas eran solo eso, bravatas para consumo interno, la apoyaron por miedo. La sumisión de los gestores de Europa a Úrsula ha permitido a Úrsula someterse a Trump por miedo. Sumisión de sumisiones, todo es sumisión.
Yo creo que el mundo es una sumisión continua de los débiles, los cobardes y los medradores a los fuertes. Seguramente siempre ha sido así debido a que la naturaleza del ser humano lleva implícita la cobardía, la comodidad a costa de la dignidad y el sometimiento a quien es más fuerte que él, en vez de hacer frente a quien quiere someterle; y no nos olvidemos al miedo: miedo a perder lo conseguido con la sumisión, miedo a no lograr el objetivo aun sometiéndose.
Los partidos políticos y los gobiernos nacionales y supranacionales marcan los mayores estándares de sumisión capitaneados por el presidente de esos partidos y el presidente de esos gobiernos.
Cuando el Congreso de los Diputados se convierte en un rebaño de focas aplaudiendo a quien le tiene sometido, es un ejemplo de sumisión por miedo a perder las sinecuras que, como migajas del banquete, le da su “puto amo” o a quedarse en el camino para llegar hasta ese puestecito que le va a garantizar durante cuatro años su supervivencia.
Europa se ha sometido a EE UU tras años de presentarse como el paraíso en la tierra. Europa ha vendido la imagen de “la bondad, la tolerancia y el amor a la madre Tierra” Naturalmente todos querían venir al “Paraíso”. Para vender esa imagen de marketing de turismo, Europa descuidó su seguridad, su economía y sus fronteras provocándose a sí misma un apagón estratégico. Redujo su competitividad energética cerrando las nucleares. Los expertos estiman el coste de este cierre en el 0,5% del PIB de Europa y cada uno de los países que la conforman, afectando al mismo tiempo a la factura energética de empresas y hogares. Aumentó la tolerancia hasta tolerar lo intolerable, y esta tolerancia mal entendida sacudió la seguridad de las ciudades y de sus ciudadanos. Apelando a la generosidad permitió y permite una invasión bajo la etiqueta de “buenismo migratorio” Flujos migratorios masivos han minado la capacidad de acogida de Europa al tiempo que disminuía y disminuye su capacidad para crear el empleo necesario y aumentaba el gasto en subsidios, la asistencia sanitaria y la creación de vivienda social. Europa en General y cada uno de los países que la conforman en particular, se ven desbordados por la tensión social que todo esto genera. Consecuencia de ello es lo que estamos viviendo: una sumisión a las grandes corporaciones, al fundamentalismo islámico y al país más poderos del mundo. Y lo peor de todo es que Europa no aprende ni va a aprender porque ya es demasiado tarde. No aprende que no se puede traspasar la fina línea que separa la bondad de la estupidez, no se puede sacrificar el PIB de un país apostando a políticas verdes que termina siendo negras; no se puede ser tolerante con lo que la razón nos dice que es intolerable,
En 2027 – si Dios no lo remedia – los españoles volveremos a votar. Y volveremos a votar “Haz el amor y no la guerra” aunque ese amor te hunda en la guerra. “No a las nucleares”, aunque nos desnuden aún más nuestros bolsillos sin dar nada a cambio, salvo algún otro apagón. “Si a la tolerancia para tolerar lo intolerable” aunque nos barran de las calles. “Si a eliminar árboles y olivos para dejar sitio a las placas solares” aunque terminemos comiendo silicio en vez de carne y hortalizas.
Y eso será así porque la sumisión ha llegado hasta el pueblo. Un pueblo que prefiere malvivir de los subsidios a vivir de su esfuerzo, de su inteligencia, de su capacidad, de su mérito, de su coraje y determinación, sometiéndose a quienes les proporcionan las migajas del banquete que ellos se montan con putas incluidas, nunca será un pueblo libre. Una cosa es la obediencia a las leyes y otra la sumisión incondicional al poder.
