EL FUTURO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL PUNTO DE MIRA

Sundar Pichai, Google Alphabet, lanza la alerta: “Ninguna empresa será inmune si la burbuja de la IA estalla”

El CEO de Google advierte del riesgo de una burbuja que podría sacudir a toda la industria tecnológica y subraya la necesidad de avanzar con precaución

Sundar Pichai, Google Alphabet
Sundar Pichai, Google Alphabet. PD

El ambiente en Silicon Valley está impregnado de entusiasmo, pero también de cierta inquietud.

Sundar Pichai, al mando de Google, ha compartido un mensaje que resuena con fuerza entre inversores y profesionales del sector: “Ninguna empresa va a ser inmune si la burbuja de la IA estalla”.

Esta afirmación, lejos de sonar catastrófica, pone en evidencia el fervor inversor que caracteriza al sector y los riesgos que ello conlleva.

No se limita a Google, OpenAI, Nvidia o Microsoft; un eventual pinchazo afectaría a toda la economía digital, abarcando desde las startups más innovadoras hasta los gigantes consolidados.

Las palabras de Pichai llegan en un contexto en el que el capital destinado a inteligencia artificial ha superado por primera vez al consumo estadounidense como principal motor de crecimiento económico para 2025.

En solo el primer semestre, la IA ha contribuido con el 1,1% al crecimiento del PIB estadounidense, mientras que las empresas tecnológicas relacionadas han acaparado el 75% de los rendimientos del S&P 500 desde el lanzamiento de ChatGPT en 2022.

Es fácil dejarse llevar por este optimismo desbordante, pero los paralelismos con la burbuja puntocom del año 2000 son difíciles de ignorar.

La transformación que está provocando la inteligencia artificial en diversos sectores es innegable. Desde el ámbito sanitario hasta las finanzas o la investigación científica, las aplicaciones de la IA generativa y del aprendizaje automático parecen no tener límites.

El flujo de capital hacia startups dedicadas a la IA es imparable: dos tercios del valor total de las inversiones en EE. UU. en 2025 se han dirigido hacia empresas del sector, frente al apenas 23% registrado solo dos años antes.

No obstante, una reciente investigación realizada por el MIT ha revelado una realidad preocupante: el 95% de las 52 organizaciones estudiadas no ha obtenido retorno alguno sobre sus inversiones en IA generativa, a pesar de haber desembolsado entre 30.000 y 40.000 millones de dólares en más de 300 iniciativas.

Este desajuste entre las expectativas y los resultados reales comienza a generar inquietud. Voces como la del David Siegel, cofundador de Two Sigma, advierten sobre cómo la espectacularidad actual podría estar inflada por lo que él llama “contaminación de datos”, es decir, que los sistemas han sido entrenados usando parte de las respuestas que luego intentan resolver.

¿Burbuja o superciclo?

Para algunos líderes tecnológicos, como Lisa Su, CEO de AMD, la inteligencia artificial está abriendo un “superciclo” que transformará radicalmente la economía global durante una década.

Sin embargo, otros como Pichai son más cautelosos: el ritmo acelerado del sector y el volumen significativo de recursos involucrados hacen temer que una corrección brusca pueda tener efectos dominó.

La interdependencia entre los grandes actores es tal que un fallo en uno podría arrastrar a los demás en una reacción encadenada reminiscentede a lo ocurrido durante la crisis financiera del 2008.

El optimismo se mezcla con ansiedad. Algunos pronostican una sustitución masiva de empleos debido a la IA —Dario Amodei, CEO de Anthropic, menciona una posible eliminación de hasta la mitad de los puestos administrativos en los próximos cinco años— mientras que otros estudios como los realizados por McKinsey sugieren que esta tecnología puede potenciar la productividad sin desplazar al ser humano.

El debate está abierto y todos parecen tener algo válido: aunque indiscutiblemente la IA está transformando nuestro mundo, ni tanto ni tan deprisa como algunos quieren hacer creer.

Uno de los mayores desafíos radica en la ausencia de una regulación clara. La historia reciente relacionada con las criptomonedas sirve como advertencia: sin controles adecuados y con una gobernanza deficiente puede precipitarse un desastre, tal como sucedió con el colapso de FTX y otras plataformas similares. En lo referente a la IA, el riesgo es aún mayor dada su gran valoración y su potencial impacto sobre infraestructuras críticas.

Además, empiezan a hacerse evidentes las limitaciones técnicas inherentes a los modelos actuales. Sundar Pichai ha expresado públicamente sus preocupaciones respecto a la precisión en las respuestas generadas por los modelos desarrollados por Google y advierte sobre no confiar ciegamente en lo que ofrece esta tecnología. La sofisticación aparente puede ocultar fallos fundamentales: desde errores lógicos hasta incapacidad para mantener largas cadenas operativas sin intervención humana .

¿Hacia una corrección inminente?

La discusión sobre si estamos ante una burbuja o simplemente viviendo las primeras etapas legítimas de una revolución tecnológica se encuentra más viva que nunca. Inversores experimentados como Alan Patricof reconocen el potencial transformador que tiene la IA pero también alertan sobre valoraciones excesivas y expectativas poco realistas a corto plazo . Si efectivamente se produce esa explosión anunciada por Pichai, las pérdidas podrían ser significativas y nadie quedaría fuera.

El panorama evoca recuerdos de los años noventa cuando el despliegue masivo del cableado óptico quedó mayormente infrautilizado tras estallar aquella burbuja puntocom; o cuando innovaciones en chips o computación cuántica podrían dejar obsoletas muchas inversiones actuales en centros de datos . Las lecciones históricas son claras: esa euforia colectiva puede dar paso a un reajuste doloroso pero necesario para consolidar avances auténticos.

La inteligencia artificial no desaparecerá; no obstante, sí podría experimentar un ajuste necesario en cuanto a expectativas. El mensaje lanzado por Sundar Pichai apela a ser cautelosos y mantener un escepticismo constructivo mientras avanzamos con criterio sin dejarnos llevar por modas pasajeras. En toda revolución tecnológica siempre habrá ganadores y perdedores; seguramente habrá más sorpresas inesperadas.

Mientras tanto, continúan llegando avances relacionados con esta tecnología —algunos verdaderamente impresionantes, otros más decepcionantes— y el debate sobre sus límites, riesgos y oportunidades apenas comienza. Nadie puede prever si esa burbuja estallará mañana mismo; lo cierto es que todos tienen claro que si eso sucede, nadie saldrá ileso. Y como suele ocurrir con estos temas tecnológicos, el futuro llega antes incluso de lo esperado.

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