UN BULBO MILENARIO CON PODERES SORPRENDENTES

La fascinante historia del ajo: de amuleto antiguo a estrella de la salud moderna

El ajo ha pasado de proteger a faraones y espantar vampiros a convertirse en un superalimento cuya eficacia médica sigue asombrando a la ciencia actual

La fascinante historia del ajo: de amuleto antiguo a estrella de la salud moderna
Ajos. PD

El modesto ajo, ese bulbo picante que da sabor a nuestros guisos y provoca discusiones sobre el mal aliento, tiene una historia que parece sacada de una novela.

Su uso se remonta a más de 5.000 años en el Antiguo Egipto, donde formaba parte fundamental de la dieta de los trabajadores que construían las pirámides.

No solo aportaba sabor, sino que también era considerado vital para mantener su fuerza y salud.

Los egipcios creían firmemente que el ajo les protegía de enfermedades y les confería vigor. De hecho, según algunos grabados, este bulbo formaba parte de sus salarios y ofrendas funerarias.

Sin embargo, el ajo no se limitó a Egipto.

Griegos y romanos lo adoptaron con entusiasmo, tanto en la cocina como en la medicina.

Hipócrates, conocido como el padre de la medicina, lo recetaba para diversos males: desde infecciones hasta problemas digestivos, defendiendo ya entonces la famosa máxima: “Que tu alimento sea tu medicina”.

En Asia, el ajo ocupaba un lugar destacado en la medicina tradicional china e india, donde se le atribuía la capacidad de equilibrar la energía vital y combatir diversas dolencias.

Durante la Edad Media, el ajo se hizo famoso por su supuesta capacidad para proteger contra epidemias.

Además, se le atribuían poderes para ahuyentar espíritus malignos y vampiros. Puede que no fuera efectivo contra Drácula, pero sí ha demostrado ser eficaz —y sigue siéndolo— frente a muchos microorganismos.

El laboratorio del ajo: alquimia en un diente

Hoy sabemos que el Allium sativum, el nombre científico del ajo, es un auténtico laboratorio bioquímico. Este bulbo contiene más de 2.000 compuestos activos: aceites volátiles, flavonoides, fibras, vitaminas y una serie de compuestos sulfurosos que lo hacen único. Entre todos ellos, destaca la alicina: se libera cuando se machaca o corta el ajo, desprendiendo ese aroma tan característico y activando su potente efecto antimicrobiano.

La alicina actúa como un antibiótico natural capaz de combatir bacterias, hongos y virus, incluso algunos resistentes a tratamientos convencionales. Pero el ajo no se limita a ser un microbicida; también actúa como vasodilatador, hipotensor, antioxidante, antiinflamatorio y regulador del colesterol.

¿Qué hace al ajo tan especial para la salud?

  • Regula la presión arterial: favorece la relajación de los vasos sanguíneos y ayuda a reducir la hipertensión.
  • Reduce el colesterol y los triglicéridos: mejora el perfil lipídico y disminuye el riesgo cardiovascular.
  • Previene la formación de coágulos: dificulta la agregación plaquetaria, lo cual ayuda a prevenir trombosis y embolias.
  • Refuerza el sistema inmunológico: estimula las células defensoras como los macrófagos y linfocitos T, potenciando así la respuesta ante infecciones.
  • Antiinflamatorio natural: contribuye a disminuir procesos inflamatorios en articulaciones y órganos internos.
  • Propiedades antioxidantes: combate los radicales libres y protege frente al envejecimiento celular.
  • Apoyo digestivo: estimula los jugos gástricos y mejora la flora intestinal, ayudando a controlar bacterias dañinas.

Curiosidades científicas y culturales del ajo

A lo largo de su historia, el ajo ha sido objeto tanto de experimentos científicos como de supersticiones populares. Aquí van algunas curiosidades recientes que no dejarán indiferente:

  • Un superalimento en cifras: estudios recientes sugieren que el ajo puede ayudar a reducir la presión arterial comparablemente a ciertos medicamentos en personas con hipertensión leve.
  • El ajo y el colesterol: aunque hay investigaciones que demuestran su capacidad para reducirlo, otros matizan que este efecto es real pero modesto; depende mucho de la dosis y forma de consumo.
  • No es igual crudo que cocinado: dado que la alicina se descompone fácilmente con el calor, consumir ajo crudo o extractos estabilizados puede ofrecer mayores beneficios medicinales.
  • Ajo en la dieta animal: investigadores españoles han hallado que añadir residuos de ajo en la alimentación de corderos no solo mejora su crecimiento sino que también reduce las emisiones contaminantes generadas por estos animales. ¡El ajo también es ecológico!
  • El ajo negro: después de ser fermentado durante semanas a baja temperatura, este tipo de ajo adquiere un sabor dulce junto con una concentración aún mayor de antioxidantes.

Más allá de la salud: mitos y costumbres

En tiempos antiguos en Grecia, los atletas olímpicos consumían ajo antes de competir convencidos de que aumentaría su resistencia. En muchas culturas tradicionales se colgaba ajo en las puertas para proteger los hogares tanto de enfermedades como visitas indeseadas —incluidas suegras o vampiros—. Y por supuesto, en España los refranes populares hablan claro sobre sus beneficios: “El ajo y el aceite todo mal quita y todo lo puede”, o esa famosa expresión “más sano que un diente de ajo”.

El ajo en la cocina: mucho más que alioli

En nuestra gastronomía española, el ajo es insustituible. Desde las sopas castellanas hasta el ajoblanco andaluz o platos como pollo al ajillo o alioli; este bulbo aporta carácter a recetas desde el norte hasta el sur del país. Y si alguien teme por su aliento tras disfrutarlo, siempre está ese truco clásico: masticar unas hojas de perejil o dejarlo reposar en agua para suavizar su potente sabor.

Pero hay más curiosidades alrededor del mundo; en Japón existe una variante conocida como “ajo dulce”, mientras que en Corea preparan un delicioso ajo negro considerado una delicatessen. Este bulbo ha viajado por todo el globo adaptándose según las costumbres locales.

Anécdotas y curiosidades para sorprender

  • El récord Guinness del bulbo más grande pertenece a uno cultivado en Estados Unidos con un peso impresionante de 1,2 kilos. Imaginen pelar eso para preparar un gazpacho.
  • El ajo fue mencionado en uno de los primeros tratados médicos conocidos por humanidad; me refiero al papiro Ebers escrito hace más de 3.500 años.
  • Investigadores han ensayado extractos de ajo incluso en pomadas para tratar infecciones cutáneas o soluciones para desinfectar superficies hospitalarias.
  • La NASA incluyó al ajo entre los primeros alimentos estudiados para llevar al espacio debido a su potencial para fortalecer las defensas inmunitarias de los astronautas.
  • Los egipcios valoraban tanto este bulbo que durante una huelga entre obreros encargados de construir las pirámides estos decidieron no trabajar hasta asegurarse un suministro diario garantizado.

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