ADAPTACIÓN GENÉTICA EN UN ENTORNO EXTREMADAMENTE HOSTIL

Los perros y lobos mutantes de Chernóbil: la evolución acelerada tras el desastre nuclear

Científicos descubren mutaciones en el ADN de los canes que habitan la zona de exclusión, revelando posibles mecanismos de supervivencia a la radiación

Los perros y lobos mutantes de Chernóbil: la evolución acelerada tras el desastre nuclear

Casi cuatro décadas después del peor accidente nuclear de la historia, la zona de exclusión de Chernóbil, lejos de ser un páramo desolado, se ha convertido en un laboratorio natural único donde la vida ha encontrado formas sorprendentes de adaptarse.

Entre los habitantes más fascinantes de este entorno hostil se encuentran los perros asilvestrados, descendientes de las mascotas abandonadas tras la evacuación, que han desarrollado características genéticas únicas que desconciertan a los científicos.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Sur y del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano ha examinado el ADN de 302 perros que habitan en la Zona de Exclusión de Chernóbil (ZEC) y sus alrededores.

Los resultados, publicados en la revista Science Advances, revelan diferencias genéticas significativas entre estos animales y las poblaciones caninas de zonas no afectadas por la radiación.

Mutaciones que desafían a la ciencia

El estudio ha identificado 52 genes relacionados con la exposición a la contaminación en estos perros, muchos de los cuales están vinculados a procesos de reparación genética. Estas adaptaciones podrían representar una respuesta evolutiva tras generaciones de exposición crónica a la radiación y otros peligros ambientales presentes en Chernóbil.

«La gran pregunta es: ¿un desastre ambiental de esta magnitud tiene un impacto genético duradero en la vida de la región?», reflexiona Matthew Breen, investigador de la North Carolina State University y coautor del estudio. Según explica, algunas de las regiones genómicas detectadas actúan como «marcadores», indicando la presencia de genes específicos involucrados en la reparación del ADN y la adaptación a condiciones adversas.

Lo más sorprendente es que los perros que viven cerca de la central nuclear de Chernóbil muestran diferencias genéticas claras respecto a los que habitan a tan solo 16 kilómetros de distancia, en la cercana ciudad de Chernóbil. Esto sugiere que incluso pequeñas variaciones en los niveles de radiación podrían estar provocando cambios evolutivos significativos.

¿Radiación o adaptación natural?

Sin embargo, los científicos son cautelosos a la hora de establecer conclusiones definitivas. Jim Smith, investigador de la Universidad de Portsmouth y coautor del estudio, explica: «Los estudios son tan difíciles… hay muchas otras cosas que ocurren en el medio ambiente». El problema radica en que las mutaciones son el resultado de fenómenos complejos, con demasiadas variables como para poder afirmar con certeza que la radiación es el factor determinante.

Matthew Breen añade: «En realidad, se trata de un cóctel de sustancias químicas tóxicas, peligrosas y cancerígenas, cualquiera de las cuales, o su combinación, podría provocar los cambios que estamos observando».

A pesar de estas reservas, el estudio ha identificado hasta 15 grupos familiares diferentes entre los perros de Chernóbil, lo que indica que han formado una comunidad estable capaz de sobrevivir en condiciones extremadamente adversas. Esta estructura social bien definida sugiere una adaptación exitosa al entorno radiactivo.

Otros habitantes mutantes de Chernóbil

Los perros no son los únicos animales que han mostrado adaptaciones sorprendentes en la zona de exclusión. Uno de los casos más llamativos es el de las ranas arborícolas orientales (Hyla orientalis), que normalmente son de color verde brillante, pero en Chernóbil presentan tonalidades mucho más oscuras.

Los científicos teorizan que estas ranas han experimentado una mutación beneficiosa en la melanina —los pigmentos responsables del color de la piel— que les ayuda a disipar y neutralizar parte de la radiación circundante. Este cambio de coloración podría ser un mecanismo de protección contra los efectos nocivos de la radiación.

Además de las ranas, los científicos han documentado cambios en otros organismos como bacterias, roedores y aves. Los estudios han demostrado un aumento de las tasas de mutaciones en la Daphnia, un tipo de crustáceo diminuto, y en roedores como los topillos.

Un laboratorio natural único

La zona de exclusión de Chernóbil, con un tamaño comparable al Parque Nacional de Yosemite, se ha convertido paradójicamente en un refugio para la vida silvestre. Sin presencia humana significativa, animales como lobos, linces, osos e incluso el caballo de Przewalski han colonizado el área, creando un ecosistema único donde la naturaleza se abre paso a pesar de la contaminación radiactiva.

Este entorno ofrece a los científicos una oportunidad sin precedentes para estudiar los efectos a largo plazo de la radiación en los seres vivos y cómo estos pueden adaptarse a condiciones extremas. Los hallazgos podrían tener implicaciones importantes no solo para la comprensión de la evolución acelerada en respuesta a factores ambientales estresantes, sino también para anticipar posibles respuestas biológicas ante futuros desastres ambientales.

Medio ambiente y salud: lecciones de Chernóbil

Los descubrimientos realizados en Chernóbil tienen profundas implicaciones para nuestra comprensión de la relación entre el medio ambiente y la salud. La capacidad de adaptación de estos animales podría proporcionar pistas valiosas sobre cómo los organismos responden a entornos tóxicos y qué mecanismos genéticos se activan para contrarrestar los efectos nocivos.

Elaine Ostrander, coautora del estudio y experta en genómica canina del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, plantea preguntas fundamentales: «¿Tienen mutaciones que les permiten vivir y reproducirse con éxito en esta región? ¿A qué retos se enfrentan y cómo los han afrontado genéticamente?».

Las respuestas a estas preguntas podrían tener aplicaciones en campos tan diversos como la medicina oncológica, la protección radiológica o el desarrollo de tratamientos para enfermedades relacionadas con daños en el ADN. Si los perros de Chernóbil han desarrollado mecanismos más eficientes para reparar su material genético tras los daños provocados por la radiación, estos conocimientos podrían trasladarse a terapias para humanos.

Curiosidades científicas sobre la vida en Chernóbil

La fauna y flora de Chernóbil no dejan de sorprender a los científicos con adaptaciones inesperadas. Aquí algunas de las curiosidades más fascinantes:

  • Los jabalíes de la zona presentan niveles de radiactividad hasta 50 veces superiores a lo normal, pero continúan reproduciéndose sin aparentes problemas de salud.
  • Algunos hongos de la zona no solo sobreviven a la radiación, sino que parecen «alimentarse» de ella mediante un proceso llamado radiosíntesis, similar a la fotosíntesis pero utilizando la radiación como fuente de energía.
  • Las arañas de Chernóbil construyen telarañas con patrones irregulares y asimétricos, algo inusual en estas especies y que podría estar relacionado con alteraciones en su sistema nervioso.
  • A pesar de los altos niveles de radiación, la biodiversidad en la zona ha aumentado significativamente desde el accidente, con más de 400 especies de animales, incluidas 50 en peligro de extinción.
  • Los científicos han observado que algunas plantas de la zona han desarrollado mecanismos para acumular menos radioisótopos en sus tejidos, lo que les permite crecer en suelos altamente contaminados.

La idea de que la radiación acelera la evolución natural no es completamente nueva. La irradiación intencionada de semillas en el espacio exterior para inducir mutaciones ventajosas, por ejemplo, es un método utilizado para desarrollar cultivos adaptados a un mundo que se calienta. Sin embargo, nunca antes se había podido estudiar este fenómeno a gran escala en mamíferos como los perros.

El legado de Chernóbil, más allá de la tragedia humana, podría estar en las lecciones que nos ofrece sobre la resiliencia de la vida y su capacidad para adaptarse incluso a las condiciones más extremas. Como señala un científico involucrado en el estudio: «Lo que antes era un páramo desierto se ha convertido en una oportunidad científica sin parangón para comprender la radiación y su impacto en la evolución natural».

Mientras los investigadores continúan desentrañando los misterios genéticos de los perros de Chernóbil, una cosa queda clara: la naturaleza siempre encuentra su camino, incluso en los escenarios más adversos creados por el ser humano. Y en ese proceso, nos ofrece conocimientos invaluables que podrían ayudarnos a enfrentar los desafíos ambientales del futuro.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído