En los últimos meses, Ozempic, Wegovy y otros medicamentos para la obesidad han saltado del cajón del endocrino a las conversaciones de sobremesa, a los memes y a las redes sociales.
Parecen la solución fácil al problema del siglo XXI: perder peso rápido, sin pasar hambre ni sudar la gota gorda. Sin embargo, el entusiasmo colectivo choca con una realidad más compleja.
Expertos en salud pública y endocrinología alertan de los riesgos de su uso indiscriminado, sobre todo cuando se accede a ellos fuera del circuito sanitario y sin un seguimiento especializado.
Estos fármacos, en su mayoría pertenecientes a la familia de los agonistas del receptor GLP-1, han demostrado eficacia en la reducción de peso y en la mejora de factores de riesgo cardiovascular.
Pero como ocurre con todo lo que promete resultados inmediatos, el precio puede ser alto, especialmente para quienes buscan atajos o ignoran las indicaciones médicas.
Efectos secundarios: más allá de la báscula
La lista de posibles reacciones adversas no es precisamente corta ni trivial. Entre los efectos secundarios más frecuentes destacan:
- Náuseas y vómitos
- Diarrea
- Dolor abdominal
- En casos raros, parálisis del estómago (gastroparesia)
- Riesgo aumentado de pancreatitis
- Problemas renales e hipotensión
Además, recientemente se ha documentado un riesgo muy raro pero grave: la neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica, que puede derivar en ceguera repentina. Aunque afecta a muy pocos pacientes (entre dos y diez por cada 100.000 al año), subraya la importancia de un control médico riguroso.
Pero hay más: una pérdida rápida y significativa de peso puede provocar sarcopenia, es decir, una merma excesiva de masa muscular. Esto favorece el desarrollo de obesidad sarcopénica, una condición que combina exceso de grasa con debilidad muscular y un claro deterioro funcional.
Efecto rebote: el temido regreso de los kilos perdidos
Uno de los grandes fantasmas de cualquier tratamiento para adelgazar es el efecto rebote. Y los nuevos fármacos no son inmunes a este fenómeno. Varios estudios recientes han confirmado que, tras interrumpir el tratamiento con agonistas GLP-1 como semaglutida (presente en Ozempic y Wegovy), hasta un 70% de los pacientes recupera parte del peso perdido; algunos estudios señalan que pueden recuperarse hasta dos tercios del peso bajado al cabo de un año sin medicación.
¿Por qué ocurre? La respuesta está en nuestros genes y nuestra biología. Tras perder peso rápidamente, el cuerpo interpreta la situación como una amenaza —una “hambruna”— y activa mecanismos para ahorrar energía, aumentar el apetito y reducir el gasto calórico basal. Si además no se modifican hábitos alimenticios o se abandona el ejercicio físico, el regreso al punto de partida está casi asegurado.
Por eso, los especialistas insisten en que estos tratamientos deben formar parte de un abordaje multidisciplinar, que incluya cambios profundos en el estilo de vida y un seguimiento constante.
El peligro del acceso sin receta: cuando adelgazar es un negocio
Internet ha democratizado muchas cosas… ¡incluido el acceso a medicamentos! Hoy es posible encontrar estos fármacos en plataformas online sin receta médica e incluso con fines puramente estéticos. Esto multiplica los riesgos:
- Manejo inadecuado de dosis y escalado
- Falta de monitorización médica
- Riesgo de adquirir productos falsificados o ilegales
- Pérdida excesiva y rápida de peso con riesgo de desnutrición grave
Los expertos advierten que esta tendencia puede tener consecuencias catastróficas para la salud pública, especialmente entre adolescentes o personas con trastornos alimentarios.
Salud, bienestar personal… ¿y mercado millonario?
La otra cara del fenómeno es su impacto económico. Se estima que los fármacos contra la obesidad acapararán hasta el 9% del mercado farmacéutico global en 2030, ante una población mundial cada vez más afectada por sobrepeso y obesidad. El reciente anuncio del laboratorio indio Dr. Reddy’s, que lanzará versiones “low cost” del medicamento estrella para adelgazar, ha sacudido aún más el tablero internacional.
Este auge plantea interrogantes éticos sobre el acceso universal al tratamiento frente al peligro del consumismo sanitario: ¿se convertirá adelgazar en cuestión solo de quien pueda pagarlo? ¿O veremos pronto una avalancha global —y poco controlada— hacia estos nuevos fármacos?
Más allá del medicamento: claves para un uso responsable
En medio del furor mediático, conviene recordar algunos principios básicos:
- Estos fármacos están indicados principalmente para personas con obesidad diagnosticada o con comorbilidades graves asociadas (diabetes tipo 2, riesgo cardiovascular elevado).
- Su uso debe estar siempre supervisado por profesionales sanitarios.
- La pérdida rápida de peso no sustituye a una reeducación alimentaria ni al ejercicio físico regular.
- No son una solución mágica ni están exentos de riesgos.
Anécdotas y curiosidades científicas sobre los nuevos antiobesidad
Para quienes busquen anécdotas curiosas (y alguna sonrisa), aquí van unos cuantos datos sorprendentes:
- En Estados Unidos ya existe quien bautiza al Ozempic como “la insulina social” por su presencia constante en fiestas y eventos VIP.
- El efecto rebote no entiende ni de dietas milagro ni de fármacos caros: nuestro metabolismo sigue siendo más tozudo que cualquier influencer.
- Un estudio reciente encontró que algunos pacientes tratados con agonistas GLP-1 experimentaban menos antojos… ¡pero también menos ganas de salir a cenar con amigos!
- El auge mundial ha sido tal que algunas farmacias han tenido problemas para abastecer a pacientes diabéticos debido al desvío masivo hacia personas sanas obsesionadas con perder unos kilos antes del verano.
- Y sí: en India ya han anunciado genéricos “low cost” para democratizar (o banalizar) aún más este fenómeno global.
En resumen —aunque no toque hacer resumen—, adelgazar sigue siendo tan complejo como fascinante. Los nuevos medicamentos ofrecen esperanza real para muchas personas, pero también abren incógnitas sanitarias, éticas… ¡y hasta sociales! Como siempre ocurre en ciencia: conviene mirar dos veces antes de lanzarse a por la última moda.
