Descubrimiento arqueológico revoluciona el pasado andino

Peñico: la ciudad desértica que resurge en Perú y desafía la historia de América

Un hallazgo reciente en el desierto peruano revela una civilización milenaria que vivió en paz y desafía las narrativas tradicionales sobre el origen de las culturas americanas

Peñico, una ciudad de casi 3.800 años de la antigua civilización conocida como Caral.
Peñico, una ciudad de casi 3.800 años de la antigua civilización conocida como Caral. PD

La imagen del desierto peruano suele evocar parajes inhóspitos y solitarios.

Sin embargo, bajo las arenas del Valle de Supe, a cuatro horas de Lima, una ciudad milenaria acaba de emerger, reescribiendo las páginas más antiguas de las Américas.

Se llama Peñico y, según los arqueólogos, su historia cambia por completo lo que creíamos saber sobre el desarrollo de las primeras civilizaciones del continente.

El descubrimiento ha sido liderado por la arqueóloga Ruth Shady, quien ya es conocida por haber sacado a la luz Caral, la civilización más antigua de América.

En julio de 2025, Shady anunció que Peñico, con cerca de 3800 años de antigüedad, fue construida por los descendientes de Caral en un entorno extremo, mostrando la capacidad de adaptación de este pueblo.

Una sociedad sin guerras ni armas

Lo que más llama la atención en Peñico y la cultura Caral no es solo su antigüedad. A diferencia de los imperios azteca, maya o inca, los habitantes de Caral y Peñico vivieron durante siglos sin recurrir a la guerra. No se han encontrado muros defensivos ni vestigios de armas, algo insólito para sociedades de esa época.

La clave de su supervivencia fue la cooperación. El consenso, el comercio y la música formaban la base de su organización social. Los hallazgos en Peñico incluyen templos ceremoniales, conjuntos residenciales y plazas redondas que evocan una estructura social basada en el diálogo y la administración colectiva.

Curiosidades y datos locos

  • El anfiteatro de Caral, modelo para Peñico, era resistente a terremotos y su diseño acústico permitía conciertos masivos, algo impensable en otras culturas precolombinas.
  • Se han hallado 32 flautas traversas hechas de huesos de pelícano y decoradas con monos y cóndores, prueba del intercambio con pueblos lejanos, incluso de la selva amazónica.
  • En los restos de Peñico apareció una escultura de una mujer con el rostro pintado de rojo hematites y un peinado elaborado, lo que sugiere la importancia de los rituales y la identidad femenina en la comunidad.

Adaptarse al clima, no combatirlo

Uno de los momentos más dramáticos de esta civilización llegó hace 4000 años, cuando una sequía devastadora —producto de un cambio climático global que también afectó a Mesopotamia y Egipto— obligó a abandonar Caral. En vez de guerrear por recursos, los supervivientes buscaron alternativas: algunos emigraron a la costa en busca de mariscos, pero otros, los fundadores de Peñico, eligieron mudarse a un valle donde el agua de los glaciares aún fluía.

Esta decisión fue vital. Peñico se levantó a 600 metros sobre el nivel del mar, cerca de una montaña con agua de deshielo. La ausencia total de fortificaciones en esta nueva ciudad demuestra que, incluso en tiempos de crisis, la cultura priorizó la adaptación y la colaboración.

Arte, música y rituales como motor social

La inversión en arte y rituales es otro de los grandes misterios de Peñico. A pesar de la escasez y la disminución de la población, se han hallado sofisticadas figuras de yeso, collares y huesos tallados —uno de ellos con la forma de una calavera—, además de esculturas femeninas. Estos objetos no solo servían para decorar: eran parte fundamental de los rituales que mantenían la cohesión y la identidad colectiva.

El arte no era un lujo, sino una necesidad para la supervivencia emocional y cultural. Los rituales y la música ayudaban a integrar a grupos diversos, incluidos visitantes de la selva y la montaña, que llegaban al valle gracias a las rutas comerciales tejidas por la civilización Caral.

Un legado que sigue vivo

Hoy, Peñico está abierta a los visitantes, que pueden explorar templos y plazas circulares. Un moderno centro de interpretación reproduce el diseño circular de las plazas, recordando la importancia del consenso y la colectividad en la gestión de la ciudad. Las excavaciones continúan, y los expertos creen que aún queda mucho por descubrir bajo la arena.

La arqueóloga Shady advierte que gran parte de la ciudad permanece enterrada, y que cada nuevo hallazgo podría seguir cambiando lo que sabemos sobre la historia de América. El mensaje de Peñico es, hoy más que nunca, urgente: frente a los desafíos climáticos, la cooperación y el respeto a la naturaleza pueden ser la clave para la supervivencia humana.

Enseñanzas para el presente

El ejemplo de Peñico resuena en la actualidad: Perú aún depende de los glaciares andinos para abastecerse de agua, pero en las últimas décadas ha perdido más de la mitad de su hielo tropical. El recordatorio de una civilización que supo adaptarse sin violencia ni destrucción es una lección que cobra especial relevancia a día de hoy, 16 de septiembre de 2025.

La ciudad desértica de Peñico no solo reescribe la historia de América, sino que invita a repensar el futuro del continente y del planeta. Entre ruinas y figuras de yeso, el desierto peruano guarda el secreto de una civilización que prefirió la música al conflicto y el consenso a la guerra.

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