Elizalde envía a sus vicarios

«Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional»

Después de un año, el obispo de Vitoria confirma que quiere ser pastor y no príncipe

"Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional"
Misa en la Catedral Nueva

Hay una generación, o dos, de adolescentes y jóvenes que están esperando que los que hoy somos sus adultos les demos algo más que "pasta" y "libertad"

(Vicente Luis García).- «Se acabaron las fiestas, hay que ponerse a trabajar» Así se despedía el nuevo Vicario General de unos amigos antes de regresar a la sacristía de la Catedral Nueva para quitarse los ornamentos litúrgicos. Y bien pude calificarse de «fiesta» la celebración que tuvo lugar en la Catedral de María Inmaculada, concebida como acto de envío de los nuevos vicarios, y último agradecimiento a quienes han protagonizado las etapas anteriores de la Iglesia en Vitoria.

Cerca de 2000 fieles llenaron la nave central y parte de las laterales del templo neogótico. Todo el mundo esperaba con ganas el momento de la homilía de clausura.

Monseñor Juan Carlos Elizalde, quien comenzó recordando su ordenación y toma de posesión hace casi un año, y el sentido que tiene para la Iglesia su condición episcopal, dijo: «Ordenado obispo aquí hace casi un año, mi pobre persona como sucesor de los apóstoles unido a Pedro y en comunión con todos los obispos del mundo, garantiza que esta comunidad nuestra lo es de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica»

Aquel acontecimiento le dio pie para volver a definirse: «Hace un año os pedía que me enseñarais a ser obispo. Hoy confieso que me queda casi todo por aprender. Pero confirmo que me gustaría seguir siéndolo al estilo del Papa Francisco: pastor y no príncipe, con olor a oveja, cercano, liderando una Iglesia en salida, con los más pobres, pegado a las llagas de los que más sufren, caminando siempre con el pueblo unas veces delante, otras en medio, otras detrás y evangelizando desde la alegría, animando, consolando y dando esperanza. Ganas no me van a faltar y afecto tampoco, mucho mayor que el de hace casi un año. Mi vida os pertenece por completo. Y me gustaría seguir entregándome sin reservarme nada.»

Un momento importante era la mirada al pasado: «Es un momento de enorme agradecimiento a quien han prestado este servicio anteriormente y con tanta entrega y generosidad. En D. Miguel Asurmendi hacemos memoria de todos los pastores que hasta hoy han conducido esta diócesis y en D. Fernando Gonzalo Bilbao agradecemos a todos los vicarios y consejos episcopales anteriores.»

Pero la ceremonia era una mirada al futuro: «Los nuevos vicarios episcopales quieren ser una fraternidad sacerdotal que comunique con fluidez todas las realidades diocesanas con mi ministerio episcopal. Representan y prolongan mi persona para que la diócesis sea más fácilmente una familia con un sólo corazón. Por eso necesitamos vernos, reconocernos, saludarnos, abrazarnos y querernos. Arropadles con vuestro afecto, oración, cercanía y trabajo pastoral.»

Y el primer foco de interés diocesano, y para el que ha comprometido a los vicarios, son los jóvenes. En sintonía con el sínodo de obispos previsto para el 2018 y convocado por el Papa Francisco, el tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional», es misión prioritaria.

Otros momentos destacables fueron la intervención de monseñor David Martínez de Aguirre, un vitoriano que desde 2014 es obispo en Perú, quien, conocedor de la historia de su diócesis natal animó a pasar página y «librarnos del pasado, con sus pecados y miserias» y también de las glorias» de tiempo pasados que pudieron ser mejores que los actuales. Invitó a redescubrir que Dios siempre está ahí, que es la Esperanza de su pueblo, «casi a traición», aprovechó para lanzar el anzuelo a laicos y sacerdotes para comprometer un tiempo de sus vidas en su diócesis, necesitada de «mano de obra» para el Reino.

Al final de la celebración el obispo cedió la palabra a monseñor Gonzalo Bilbao, recientemente nombrado capellán de S.S.

Quien, hasta el pasado lunes fue el Vicario General recordó la confianza depositada en él por los obispos anteriores, así como por cuantos trabajaron a su lado. Pidió perdón si en algo o alguien pudo ofender y se reafirmó en el eterno sentimiento de servicio a la Iglesia que ha presidido su vida desde siempre.

Y por último Carlos García Llata no ahorró realidad haciendo un repaso de las lacras de esta sociedad pero apeló al sentimiento de familia, a la concepción de la Iglesia como una Familia de familias, y desde ahí pidió «incluirnos en vuestro corazón de discípulos de Jesús, rezad por nuestro obispo Juan Carlos y sentid hoy la llamada que Dios os hace para colaborar con él.»

El frio de la catedral también fue protagonista de la jornada que acabó con calurosos abrazos de ilusión y esperanza.

Non solum sed etiam

Una celebración como la de hoy podía dar para diversos titulares, la Diócesis en su web ha optado por ¡Ven Espíritu Santo!, porque ese deseo ha quedado expreso por parte del obispo al comienzo de la celebración. Se podría haber titulado desde la intervención del anterior Vicario o las palabras de quien le sucede; incluso la intervención del hijo de esta tierra que anda de Pastor en la Selva peruana. O por una expresión que ha sido repetida en varias ocasiones: «La Iglesia Familia de familias». Pero yo he optado por titular por la especial encomienda que el obispo ha hecho a sus vicarios, y de rebote a todos, de cuidar y mucho la pastoral con jóvenes y la pastoral vocacional, en el sentido más amplio de la palabra, aunque citando tres vocaciones muy específicas: la vocación sacerdotal, la vocación a la vida consagrada, y la vocación a la vida consagrada en el matrimonio.

Empezar a poner otros dígitos junto al flamante 5 que marca el lustro de tu vida puede darte nuevas perspectivas de lo que ves y oyes. Y si además tienes hijos que van en una acelerada adolescencia camino de la juventud, es más que lógico que el titular que marque la diferencia sea el que habla de la juventud. Hay una generación, o dos, de adolescentes y jóvenes que están esperando que los que hoy somos sus adultos les demos algo más que «pasta» y «libertad». No lo dirán, ni tienen que decirlo, de nosotros ha de salir que lo que necesitan son modelos de vida a seguir, y luego sí, pasta, y libertad de la buena, y oportunidades para ser quienes quieren ser.

Pero necesitan una urgente clarificación vocacional. Ojalá monseñor Elizalde haya dado en el clavo de la piedra que en esta nueva etapa hay que empezar a colocar para seguir construyendo el Reino aquí en la Tierra, concretamente en esta tierra de Vitoria, de Álava.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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