Amanecía el 11 de junio de 2025 y el baloncesto en Indianápolis olía a cita histórica. La fecha queda ya marcada para siempre entre los recuerdos dorados del baloncesto Hoosier: una noche donde los Pacers rugieron ante su gente e inclinaron unas Finales NBA que prometen seguir regalando espectáculo… y seguramente alguna sorpresa más.
El Gainbridge Fieldhouse fue un hervidero: 25 años después, los Indiana Pacers volvían a acoger unas Finales NBA y la ciudad entera se volcó con su equipo.
Enfrente, los Oklahoma City Thunder llegaban con la serie empatada y la moral alta tras el recital de Shai Gilgeous-Alexander en el segundo asalto. Pero lo que se vivió anoche fue un ejemplo magistral de intensidad, ajuste táctico y hambre por parte de los locales.
La victoria por 116-107 no solo otorga ventaja a Indiana (2-1), sino que reescribe la narrativa de una serie marcada por la alternancia y el equilibrio.
Si el primer encuentro cayó del lado amarillo tras una canasta milagrosa de Tyrese Haliburton y Oklahoma respondió con autoridad en el segundo, este tercer duelo se presentaba como un termómetro real del estado anímico y físico de ambos conjuntos.
Un último cuarto para la historia: defensa, banquillo y Haliburton
El partido estuvo marcado por la alternancia. Los Pacers arrancaron enchufados, pero los Thunder supieron sobrevivir al empuje inicial. El segundo cuarto fue un despliegue ofensivo local: 40 puntos que encendieron las gradas y dejaron a Oklahoma tocado, aunque no hundido.
La clave, sin embargo, llegó en el último cuarto. Cuando todo parecía abocado a otro final apretado (los Thunder ganaban tras tres periodos, 89-84), Indiana impuso un ritmo asfixiante: parcial de 32-18 para cerrar el encuentro. La defensa se convirtió en arte, con manos rápidas y ayudas constantes que dejaron sin oxígeno al ataque rival. La banca fue diferencial: Mathurin lideró una segunda unidad que aportó energía y puntos (49-18 en anotación suplente), mientras que Myles Turner impuso respeto bajo los aros.
Pero si hay un nombre propio es el de Tyrese Haliburton. El base rozó el triple-doble con 22 puntos (9/17 en tiros), 9 rebotes y 11 asistencias, además de sumar robos y liderazgo en ambos lados de la cancha. Haliburton está firmando unas Finales al alcance de muy pocos: decisivo cuando hay que serlo, generoso siempre, capaz de leer cada situación con inteligencia quirúrgica.
Oklahoma resiste… pero se queda sin gasolina
En el bando visitante, Shai Gilgeous-Alexander fue bien contenido por la defensa local durante buena parte del choque. Oklahoma dependió demasiado del talento individual del canadiense, que aunque dejó destellos acabó desfondado por el esfuerzo defensivo al que le sometieron. Chet Holmgren, pese a su doble-doble (más de 10 rebotes), estuvo lejos de su mejor versión ofensiva.
El gran lunar para los Thunder fue ese último parcial, donde se vieron superados física y mentalmente. La rotación interior planteada por Daigneault no surtió efecto, Jalen Williams tuvo problemas atrás y la ofensiva colectiva desapareció en el momento más crítico.
Antecedentes y lo que viene: ¿sentencia o reacción?
Con este resultado, Indiana da un paso gigante hacia el anillo: históricamente, quien gana el tercer partido en unas Finales NBA acaba levantando el trofeo en más del 80% de los casos. Y pese a su flojo historial reciente en terceros partidos de playoff (0-3 antes de este choque), los Pacers han sabido romper esa tendencia justo cuando más importaba.
El cuarto duelo será este viernes otra vez en Indianápolis, donde la presión volverá a estar sobre unos Thunder obligados a ganar para evitar un abismo casi insalvable. Las casas de apuestas ya inclinan ligeramente la balanza hacia Indiana tras lo visto esta madrugada. Eso sí, visto lo visto esta serie promete emociones fuertes hasta el final.
