ACUSACIONES EN TRONDHEIM

Noruega y los saltos de esquí: dos medallistas de oro olímpicos implicados en la trampas de los trajes

Cinco miembros del equipo noruego afrontan cargos por manipular trajes en el Mundial, sumiendo al deporte en su mayor crisis ética en años

Johann André Forfang y Marius Lindvik
Johann André Forfang y Marius Lindvik. PD

El Campeonato Mundial de Saltos de Esquí de Trondheim 2025 debía ser la consagración de Noruega como potencia indiscutible de la disciplina.

En cambio, el país escandinavo se ha convertido en protagonista involuntario del mayor escándalo reciente del deporte blanco.

A día de hoy, 13 de agosto de 2025, la Federación Internacional de Esquí (FIS) ha formalizado cargos contra cinco miembros clave del equipo noruego —entre ellos dos medallistas olímpicos— por manipulación ilegal de los trajes, un delito que atenta directamente contra la esencia del salto: la búsqueda limpia del vuelo perfecto.

La trama se destapó tras una investigación secreta y un vídeo filtrado por un denunciante anónimo, que mostraba cómo técnicos noruegos alteraban los trajes aprobados previamente.

El objetivo era agrandarlos para mejorar la aerodinámica y así permitir saltos más largos.

La FIS no tardó en reaccionar: suspendió preventivamente a los implicados y confiscó los monos usados por el equipo anfitrión durante la cita mundialista.

Noruega, conocida por su férrea defensa del juego limpio, ve ahora cómo su reputación internacional se tambalea sobre una rampa helada.

Quiénes son los acusados y qué dice la FIS

La lista de imputados incluye nombres ilustres y figuras técnicas esenciales:

  • Magnus Brevik (entrenador jefe)
  • Thomas Lobben (entrenador asistente)
  • Adrian Livelten (responsable de material)
  • Marius Lindvik (campeón olímpico y mundial)
  • Johann André Forfang (medallista olímpico)

Todos ellos afrontan cargos por violar tanto el Código Universal de Ética FIS como las normas específicas para evitar la manipulación de competiciones deportivas. Tras el informe presentado por la Oficina Independiente de Ética y Cumplimiento, el caso pasa ahora al Comité de Ética FIS, que deberá decidir si hubo infracción grave.

El proceso no es menor: un panel independiente estudiará las pruebas, contactará a las partes implicadas y podría convocar audiencias antes de emitir un veredicto. Por el momento, ningún otro miembro del equipo noruego ni federativo ha sido inculpado formalmente, cerrándose así la investigación a otros posibles actores secundarios.

Antecedentes: ¿cómo se llegó hasta aquí?

El escándalo noruego no surge en un vacío. La obsesión por los materiales —especialmente los trajes— ha sido históricamente una zona gris en el salto de esquí. Las reglas son estrictas: los monos deben ajustarse milimétricamente al cuerpo del atleta; cualquier exceso se traduce en mayor sustentación y ventaja injusta.

En Trondheim, la polémica estalló después de que Lindvik y Forfang fueran descalificados en la prueba de gran trampolín, apenas días después de que Lindvik se proclamara campeón mundial en trampolín normal. Aunque ambos negaron conocer las alteraciones, las confesiones públicas tanto del entrenador Brevik como del encargado Livelten —admitiendo que “se dejaron llevar” y que fue un “error inaceptable”— han hecho poco por calmar los ánimos.

El escándalo recuerda a otros episodios vergonzosos en deportes como el dopaje en natación o amaños en fútbol. La diferencia es que aquí la “trampa” afectó a uno de los símbolos nacionales noruegos, lo que ha generado una ola de indignación difícilmente comparable.

Impacto actual y pronósticos para el futuro inmediato

El mundo del salto vive horas inciertas. Los dos saltadores estrella permanecen suspendidos y no podrán competir ni siquiera en las próximas pruebas puntuables para la Copa del Mundo ni en los eventos clasificatorios para los Juegos Olímpicos. Las casas de apuestas han reaccionado con rapidez: Noruega ha pasado instantáneamente de favorita absoluta a mera comparsa en las quinielas, mientras equipos rivales como Alemania, Austria o Eslovenia ganan enteros ante la posible ausencia prolongada del bloque nórdico.

A nivel institucional, la FIS intenta reconstruir su credibilidad con mensajes tajantes sobre tolerancia cero frente a cualquier forma de manipulación. Sin embargo, muchos expertos dudan sobre si este caso es solo la punta del iceberg o si otros equipos han encontrado formas más sofisticadas —y menos detectables— para ganar centímetros vitales.

En clave nacional noruega, el golpe es demoledor: patrocinadores inquietos, público dividido entre la decepción y el nacionalismo herido, y una prensa deportiva local que ya habla sin tapujos de “la mayor crisis ética” desde que existen registros modernos.

Curiosidades sobre el caso y sus protagonistas

  • Los trajes alterados incluían microchips homologados para evitar manipulaciones; sin embargo, se descubrió que algunas costuras eran reversibles y permitían modificar el ajuste minutos antes del control oficial.
  • El vídeo incriminatorio fue grabado tras una cortina por un miembro anónimo del staff técnico noruego harto “del doble rasero” con que se aplicaban las normas.
  • La última vez que Noruega sufrió una crisis reputacional similar fue durante el conflicto sobre cera ilegal para esquís… ¡en 1984!
  • Algunos aficionados han comenzado a llevar pancartas irónicas con lemas como “¡Más aire, menos trampa!” durante competiciones internacionales.
  • Tanto Lindvik como Forfang habían protagonizado campañas públicas contra el dopaje tecnológico apenas unas semanas antes del escándalo.
  • En redes sociales circula ya una parodia viral donde un saltador despega… con alas desplegables bajo su mono.

El salto perfecto sigue siendo una utopía; hacerlo dentro de las reglas parece hoy más difícil que nunca.

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