El clima económico global ha vivido semanas marcadas por la incertidumbre tras el endurecimiento de los aranceles entre Estados Unidos y China, que alcanzaron niveles sin precedentes.
Sin embargo, la reciente declaración del presidente Donald Trump ha sorprendido a mercados, empresas y gobiernos: los gravámenes “bajarán sustancialmente”, aunque no desaparecerán por completo.
Este anuncio se produce después de un periodo particularmente tenso.
En las últimas semanas, la administración estadounidense elevó hasta un 145% los aranceles a productos chinos, en respuesta a preocupaciones sobre el tráfico de fentanilo y otras disputas comerciales.
Esta cifra, que muchos analistas calificaban prácticamente de embargo comercial, había generado incertidumbre en los mercados financieros globales, con caídas en las bolsas y advertencias de represalias por parte de Pekín.
Motivos del cambio: presión económica y señales desde Pekín
La decisión del mandatario llega tras varias señales preocupantes para la economía estadounidense:
- El aumento de aranceles provocó el encarecimiento de numerosos productos importados.
- Las cadenas de suministro estadounidenses comenzaron a resentirse.
- Los mercados bursátiles reaccionaron con caídas notables ante el temor a una escalada sin control.
Por su parte, China no se quedó atrás: anunció medidas espejo que impactaron en exportadores agrícolas y tecnológicos estadounidenses, elevando la tensión entre las dos mayores economías del mundo. Aunque no se han detallado los términos ni el calendario exacto para la rebaja arancelaria, Trump fue claro al asegurar que “no será cero”, pero sí mucho menor que el 145% actual.
«Va a bajar sustancialmente, pero no será cero», recalcó Trump ante preguntas de la prensa en la Casa Blanca.
No obstante, el presidente evitó dar detalles sobre negociaciones o eventuales concesiones por parte china que hayan motivado este giro estratégico.
Cronología reciente: subidas y retrocesos en tiempo récord
Para entender el contexto, conviene repasar los últimos movimientos:
- El 5 de abril entró en vigor una tarifa general del 10% sobre importaciones para todos los países, dentro del marco legal de emergencia económica invocado por Trump.
- Apenas unos días después, el 9 de abril, se impusieron tarifas recíprocas más elevadas a países con mayor déficit comercial con EEUU; en el caso chino, se alcanzó ese 145%.
- El 10 de abril, la administración suspendió temporalmente las tarifas recíprocas para todos salvo China durante 90 días, buscando abrir espacio para nuevas negociaciones bilaterales.
- Sectores tecnológicos como smartphones y portátiles recibieron excepciones temporales ante el riesgo para consumidores y empresas estadounidenses.
Esta volatilidad regulatoria ha generado desconcierto entre las multinacionales y los inversores internacionales, acostumbrados a una mayor previsibilidad en la política comercial estadounidense.
El impacto económico real: empresas, consumidores y mercados
La guerra arancelaria entre Estados Unidos y China afecta directamente a millones de consumidores y miles de empresas. Unos aranceles tan altos como el 145% encarecen notablemente productos como electrodomésticos, componentes electrónicos o textiles. Además:
- Muchas multinacionales han tenido que rediseñar sus cadenas logísticas para esquivar costes adicionales.
- Sectores como la agricultura estadounidense han visto caer sus exportaciones debido a las represalias chinas.
- El encarecimiento del coste final repercute en la inflación interna norteamericana.
Por otro lado, la incertidumbre ha ralentizado inversiones tanto en China como en Estados Unidos. El temor a una escalada incontrolada llevó incluso a advertencias públicas por parte del sector tecnológico estadounidense sobre el riesgo para la competitividad global del país.
¿Qué puede pasar ahora? Escenarios abiertos
A pesar del anuncio presidencial, quedan muchas incógnitas abiertas:
- No se ha especificado cuál será el nuevo nivel arancelario ni cuándo se aplicará exactamente.
- No hay detalles sobre si habrá contraprestaciones por parte china o si esta rebaja es unilateral.
- Los mercados estarán atentos a cualquier señal desde Pekín sobre posibles represalias o gestos hacia una distensión.
- Sectores clave como tecnología y automoción podrían recibir exenciones específicas o ver nuevos ajustes según evolucionen las conversaciones bilaterales.
Al mismo tiempo, fuentes cercanas al gobierno han dejado entrever que podrían abrirse procesos ordenados para negociar con otros países condiciones comerciales más favorables e incluso exenciones personalizadas para grandes empresas multinacionales.
La dimensión política: ¿cálculo electoral o estrategia económica?
No se puede obviar el contexto político interno. A pocos meses de las elecciones presidenciales estadounidenses, Trump busca mostrar firmeza frente a China, pero también responder al malestar creciente entre consumidores y empresarios afectados por los elevados aranceles. La rebaja ahora anunciada puede interpretarse como un intento de equilibrar ambas presiones: mantener su retórica proteccionista ante su base electoral mientras evita un daño económico mayor que pueda pasar factura en las urnas.
En definitiva, el giro anunciado por Trump supone un respiro temporal para los mercados globales e introduce una nueva fase en la compleja relación comercial entre Estados Unidos y China. Sin embargo, la falta de detalles concretos mantiene la incertidumbre sobre cómo evolucionará realmente esta tregua arancelaria. Lo único claro es que la guerra comercial sigue lejos de resolverse definitivamente.

