Hoy, 26 de julio de 2025, los disparos y bombardeos en la frontera entre Tailandia y Camboya mantienen en vilo al sudeste asiático. El conflicto, que ha dejado al menos 20 muertos y más de 130.000 desplazados en ambos lados de la línea limítrofe, amenaza con convertirse en una guerra abierta tras una semana de hostilidades crecientes. La situación se agrava hora a hora, y las palabras del primer ministro interino tailandés, Phumtham Wechayachai —“los incidentes se están volviendo cada vez más violentos y podrían derivar en una guerra”— resumen la gravedad del momento.
La franja fronteriza, especialmente cerca del disputado templo jemer de Ta Muen Thom, se ha convertido en un escenario de ataques cruzados con artillería pesada, cohetes y bombardeos aéreos. La ley marcial rige ya en ocho distritos tailandeses cercanos a Camboya, mientras miles de familias abandonan sus hogares ante el avance de los combates.
El origen del conflicto: raíces históricas y agravios recientes
La disputa entre Tailandia y Camboya no es nueva. Ambas naciones arrastran un largo historial de desencuentros fronterizos vinculados a enclaves históricos como los templos de Preah Vihear y Ta Muen Thom, cuyas soberanías han sido objeto de litigio desde tiempos coloniales. Los acuerdos internacionales y las sentencias del Tribunal Internacional de Justicia no han logrado eliminar las fricciones sobre estos territorios.
El actual estallido armado tiene su chispa en un incidente reciente: el 28 de mayo, una escaramuza junto al templo de Preah Vihear se saldó con la muerte de un soldado camboyano. A partir de ahí, la tensión ha ido in crescendo:
- Julio: explosiones de minas antipersona causan víctimas entre patrullas tailandesas.
- 23-24 de julio: nuevas detonaciones provocan heridos y un clima de desconfianza. Tailandia acusa a Camboya de colocar minas recientes; Phnom Penh lo niega.
- Se produce la retirada mutua de embajadores y el cierre casi total de los pasos fronterizos.
- Restricciones comerciales y boicots cruzados agravan la tensión económica.
Este contexto desemboca en el enfrentamiento armado abierto del jueves 24: ambos gobiernos se acusan mutuamente de abrir fuego primero junto al santuario de Ta Muen Thom. Según Bangkok, soldados camboyanos armados con lanzagranadas atacaron posiciones tailandesas tras desplegar drones sobre el área; Phnom Penh sostiene que fue Tailandia quien violó los acuerdos previos al avanzar sobre el templo e instalar alambradas.
La escalada militar: tecnología y víctimas civiles
Lo que comenzó como intercambio puntual se ha transformado en una operación militar a gran escala:
- Tailandia ha empleado cazas F-16 para bombardear objetivos militares camboyanos, marcando el primer uso de fuerza aérea desde 2011.
- Camboya ha respondido desplegando lanzacohetes BM-21 Grad, atacando localidades tailandesas como Kap Choeng y Phanom Dongrak.
- Se reportan ataques cruzados con artillería pesada, cohetes y armas ligeras en hasta seis puntos distintos del frente.
- Las cifras actuales superan los 20 muertos —la mayoría civiles tailandeses— y decenas de heridos, aunque las fuentes oficiales son difíciles de verificar por la escasez de información independiente.
- Más de 130.000 personas han sido evacuadas o desplazadas por los combates, según autoridades locales.
El impacto humano se multiplica a medida que los bombardeos alcanzan zonas residenciales. Las infraestructuras básicas —electricidad, agua potable, carreteras— sufren daños crecientes. El miedo a una crisis humanitaria masiva crece conforme pasan las horas.
Parálisis diplomática e impacto político interno
La vía diplomática está prácticamente congelada. Los canales bilaterales están suspendidos tras la retirada mutua de embajadores. Las acusaciones cruzadas —Tailandia denuncia ataques deliberados contra civiles; Camboya reprocha incursiones aéreas indiscriminadas— dificultan cualquier acercamiento inmediato.
En Tailandia, el conflicto ha desatado una crisis política interna:
- La primera ministra Paetongtarn Shinawatra fue suspendida tras filtrarse una conversación polémica con un alto cargo camboyano.
- El gobierno interino enfrenta presiones tanto por mostrar firmeza militar como por evitar una guerra total que podría desestabilizar aún más el país.
Camboya también afronta tensiones internas. El primer ministro Hun Manet enfrenta críticas por su gestión del conflicto y por la dureza militar empleada cerca de zonas civiles.
Escenarios posibles: ¿hacia dónde va el conflicto?
El futuro inmediato es incierto. La situación podría evolucionar en varias direcciones:
- Escalada hacia guerra abierta: Si no se produce un alto el fuego inmediato, existe riesgo real de que los enfrentamientos se extiendan por toda la frontera e incluso involucren a fuerzas aliadas o actores regionales.
- Intervención internacional: El Consejo de Seguridad de la ONU ha convocado una reunión urgente para tratar la crisis. Organizaciones humanitarias piden corredores seguros para los civiles atrapados.
- Alto el fuego negociado: Algunos analistas apuestan por una tregua temporal bajo mediación internacional (posiblemente ASEAN), aunque la desconfianza mutua dificulta avances rápidos.
En paralelo, el bloqueo comercial y la suspensión del suministro eléctrico e internet entre ambos países agravan el daño económico, especialmente para comunidades rurales dependientes del comercio transfronterizo.
Claves para entender el impacto regional
El conflicto no solo afecta a Tailandia y Camboya:
- Desestabiliza todo el sudeste asiático en un momento delicado, marcado por rivalidades geopolíticas mayores (China vs. EE.UU.) que buscan influencia sobre países clave como estos.
- Las rutas comerciales terrestres entre ambos países son vitales para las cadenas logísticas regionales; su interrupción eleva costes y genera incertidumbre.
- El nacionalismo exacerbado alimenta discursos belicistas en ambos gobiernos, lo que complica cualquier solución dialogada.
La historia demuestra que ninguna crisis fronteriza entre ambos países ha resultado fácil ni rápida de resolver. Sin embargo, esta vez el uso abierto de artillería pesada y bombardeos aéreos hace temer consecuencias mucho más graves tanto para la población civil como para la estabilidad regional.
Reflexión final: ¿qué puede frenar la violencia?
Mientras escribo estas líneas este sábado 26 julio 2025, miles siguen huyendo bajo el estruendo del fuego cruzado. La presión internacional —y especialmente regional— será clave si se quiere frenar una espiral que amenaza con desbordar no solo a dos viejos rivales sino a todo el sudeste asiático.
La diplomacia permanece bloqueada pero no hay alternativa realista fuera del diálogo si se quiere evitar un desastre humanitario mayor y un conflicto cuya onda expansiva podría sentirse mucho más allá del Mekong.
Las palabras clave hoy son desplazados, bombardeos, crisis fronteriza y tensión regional. Los próximos días serán decisivos para saber si Tailandia y Camboya pueden evitar caer juntos por el precipicio abierto por sus propias heridas históricas.

