La última semana ha estado marcada por gestos y declaraciones que buscaban dar un vuelco al conflicto en Ucrania.
Sin embargo, tras el sonado acercamiento entre Donald Trump y Vladimir Putin, la esperanza de avances concretos en la paz parece haberse disipado.
Las negociaciones, lejos de avanzar, muestran un panorama de bloqueo y desconfianza.
A día de hoy, 22 de agosto de 2025, la comunidad internacional asiste a una especie de déjà vu diplomático.
Pese a las cumbres y las promesas, los actores principales mantienen sus posiciones. La guerra en Ucrania, que comenzó hace más de tres años con la invasión rusa, sigue sin un horizonte claro de solución.
Todo comenzó con el encuentro en Alaska entre Trump y Putin.
El presidente estadounidense buscaba protagonismo como mediador, mientras el líder ruso aceptaba el diálogo, pero sin ceder en sus exigencias clave.
Aunque ambos mandatarios hablaron de «energía positiva» y «sinceridad», no hubo señales reales de movimiento hacia el alto el fuego. De hecho, la ausencia de Volodímir Zelensky en esa primera cita fue leída como un síntoma de las dificultades estructurales de la negociación.
En los días siguientes, Trump intentó reconducir la situación. Prometió a los europeos «muy buena protección» para Ucrania y se comprometió a explorar garantías de seguridad para Kiev, una exigencia fundamental para Zelensky. La Casa Blanca habló de un posible encuentro bilateral entre Putin y Zelensky como paso previo a una cumbre a tres bandas, pero Moscú dejó claro que no aceptará ninguna solución en la que no tenga voz directa sobre las garantías de seguridad.
Las posiciones: exigencias irreconciliables
El principal escollo sigue siendo el control territorial y las garantías de seguridad. Zelensky mantiene su negativa rotunda a ceder soberanía sobre el Donbás y otras regiones ocupadas, subrayando que la Constitución ucraniana impide cualquier concesión territorial. Por su parte, Putin insiste en que cualquier conversación sobre garantías de seguridad debe incluir a Rusia como parte activa y no solo como observador.
En paralelo, Trump ha descartado que Estados Unidos despliegue tropas sobre el terreno como fuerza de paz, aunque ha sugerido la posibilidad de apoyo aéreo y una coordinación más estrecha con los europeos en materia de seguridad. Sin embargo, la fórmula concreta de esas garantías sigue sin definirse y encuentra recelos tanto en Moscú como en Kiev.
Elementos clave del estancamiento:
- Falta de confianza: Las partes mantienen la retórica de diálogo, pero las acciones concretas escasean.
- Demandas incompatibles: Ucrania exige la devolución de todos los territorios ocupados; Rusia no está dispuesta a discutir la soberanía sobre el Donbás.
- División internacional: Europa pide garantías similares al Artículo 5 de la OTAN, pero ni Trump ni Putin aceptan la integración de Ucrania en la Alianza.
- Presión del tiempo: Trump ha urgido a acelerar el proceso, advirtiendo que «esperar un mes más costará decenas de miles de vidas», pero Moscú no comparte esa urgencia.
¿Qué papel juega Europa?
Los líderes europeos, presentes en la cumbre de la Casa Blanca, han reiterado la necesidad de blindar la seguridad de Ucrania. Sin embargo, su margen de maniobra es limitado. La negativa de Trump a comprometer tropas y la resistencia de Putin a aceptar una Ucrania alineada con Occidente han dejado a Bruselas en un papel secundario, como facilitador pero no como garante real.
En la última reunión virtual de los ministros de Defensa de la OTAN, se discutieron posibles fórmulas para un paraguas de seguridad, pero ninguna propuesta concreta ha logrado consenso. El temor a una escalada y a una fractura interna en la Alianza sigue pesando.
La estrategia de Trump: presión y espectáculo
El enfoque de Trump ha estado marcado por la urgencia y el deseo de lograr un golpe de efecto mediático. El presidente estadounidense insiste en que «solo importa si conseguimos resultados» y ha presionado a Zelensky para que muestre «cierta flexibilidad», aunque sin especificar qué concesiones espera. En sus propias palabras, «tienen que tener una relación, si no, estamos perdiendo el tiempo».
No obstante, la realidad sobre el terreno y la rigidez de las posiciones rusas y ucranianas han dejado el proceso en punto muerto. Putin ha enfriado las expectativas de un acuerdo inmediato y, de momento, no ha confirmado su disposición a reunirse directamente con Zelensky.
Perspectivas: ¿hacia dónde va el conflicto?
El bloqueo actual parece difícil de romper a corto plazo. La presión internacional, la urgencia humanitaria y la fatiga de guerra no han sido suficientes para forzar un cambio de postura en los actores principales. La guerra sigue su curso en el Donbás, con Moscú centrada en consolidar su control sobre los recursos y la industria de la región, mientras Kiev refuerza su negativa a cualquier tipo de partición territorial.
- Escenario probable a corto plazo: continúan los contactos diplomáticos, pero sin avances sustanciales.
- Riesgo de escalada: cualquier incidente en el frente podría dinamitar el frágil equilibrio y aumentar la presión sobre las partes.
- Desgaste internacional: la falta de resultados puede erosionar el apoyo occidental a Ucrania y aumentar la frustración en la opinión pública europea y estadounidense.
A pesar de los gestos y las declaraciones, el conflicto en Ucrania sigue lejos de una solución. Una semana después del abrazo político entre Trump y Putin, el esfuerzo de paz está en punto muerto, y la comunidad internacional observa con creciente inquietud cómo el futuro de Europa oriental se decide entre promesas vagas y posiciones inamovibles.
