Desinformación y propaganda en la cobertura internacional

Las fotos del horror y la espantosa manipulación fotográfica de Gaza: el niño ‘hambriento’ es un enfermo crónico

El caso del niño famélico de Gaza reabre el debate sobre las imágenes falsas, la manipulación informativa y el impacto de las grandes mentiras en la percepción global del conflicto

La portada de The New York Times con la foto 'fake' de Gaza
La portada de The New York Times con la foto 'fake' de Gaza. PD

La última polémica mediática sobre Gaza ha vuelto a poner en evidencia los límites de la credulidad periodística y los peligros de la manipulación informativa en tiempos de guerra.

Hace apenas unos días, la fotografía de un niño palestino ‘famélico’ apareció en portadas de medios internacionales y se compartió millones de veces en redes sociales, convirtiéndose en símbolo del hambre que asola el enclave tras meses de conflicto y bloqueo.

La historia detrás de la imagen ha resultado ser radicalmente distinta: el menor no es víctima directa del hambre en Gaza, sino que padece una enfermedad crónica que le provoca extrema delgadez, según revelaciones recientes.

Este episodio no solo ha generado indignación entre quienes denuncian la instrumentalización política del sufrimiento infantil, sino que reabre un viejo debate: ¿hasta qué punto los medios están preparados para filtrar bulos visuales en contextos donde la propaganda es parte activa de la guerra?

Grandes manipulaciones fotográficas: del siglo XX a Gaza

No es la primera vez que una imagen falsa o manipulada cambia el curso de una guerra mediática. La historia está plagada de ejemplos:

  • La célebre foto del “soldado caído” durante la Guerra Civil Española, atribuida a Robert Capa, sigue generando controversia por su autenticidad.
  • En Vietnam, imágenes retocadas o sacadas de contexto alimentaron campañas tanto a favor como en contra del conflicto.
  • El caso más reciente y relevante para Oriente Medio fue el montaje con supuestos niños muertos en Siria, donde se usaron muñecos y actores para simular víctimas ante cámaras internacionales.

En el caso específico de Gaza, se han documentado intentos deliberados por parte de Hamás y otros actores armados para escenificar escenas impactantes: desde maquillajes especiales en niños hasta el uso de muñecos para retratar cadáveres inexistentes. Estas tácticas buscan conmocionar a la opinión pública internacional y forzar reacciones políticas inmediatas.

¿Qué hay detrás del antisemitismo mediático?

La filtración deficiente de imágenes no es solo un problema técnico, sino también ideológico. En los últimos años, numerosos analistas han advertido sobre una tendencia creciente al sesgo antiisraelí —y en ocasiones abiertamente antisemita— en ciertos segmentos de la prensa internacional. Esto se traduce en una menor exigencia probatoria cuando se trata de acusaciones contra Israel y una amplificación acrítica de contenidos proporcionados por fuentes alineadas con Hamás u otros grupos palestinos.

Algunos ejemplos recientes incluyen:

  • Documentales como Gaza: Cómo sobrevivir en una zona de guerra, emitido por BBC, que fue objeto de duras críticas por falta de verificación sobre sus protagonistas y posibles pagos a familias vinculadas a organizaciones terroristas.
  • El uso recurrente del término “genocidio” sin contrastar cifras ni contexto histórico, lo que alimenta narrativas simplistas y polarizadoras.

Carmelo Jordá y la reflexión necesaria

En un análisis publicado recientemente, Carmelo Jordá subraya el doble rasero mediático con respecto al conflicto israelí-palestino. Según Jordá, mientras crímenes similares cometidos por otros países son presentados con matices y cautela, cualquier información negativa sobre Israel se difunde sin apenas filtros ni comprobaciones básicas. Esta actitud contribuye no solo a la desinformación generalizada, sino al deterioro progresivo del debate público.

Los datos reales: hambre sí, pero cuidado con las fotos

Mientras tanto, los datos objetivos sobre la situación humanitaria en Gaza resultan incuestionables: organismos como Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud informan que decenas de niños han muerto por causas relacionadas con la desnutrición solo este mes. El bloqueo israelí mantiene retenidos miles de camiones con ayuda básica, agravando una crisis sin precedentes.

Algunos datos relevantes:

  • En las últimas tres semanas han fallecido al menos 48 personas (incluidos 20 niños) por desnutrición.
  • La ONU documenta 21 muertes infantiles menores de cinco años atribuidas al hambre desde enero.
  • El hospital Amigos del Paciente en Ciudad de Gaza está desbordado por casos extremos.

Pero estos dramas reales no justifican el uso propagandístico ni las falsificaciones. Como señala “No hay palabras ante el desastre en el que estamos. Los niños están muriendo ante el mundo… No hay fase más fea y horrible que esta”, declaró recientemente una doctora local.

Curiosidades y datos locos: cuando los bulos se vuelven virales

La guerra informativa genera también episodios surrealistas dignos del mejor museo del fake:

  • Circuló un vídeo viral donde supuestamente “palestinos simulaban ser niños heridos” para engañar a cámaras occidentales. Sin embargo, una investigación independiente demostró que era un montaje rodado años antes… ¡en Irak!
  • En otras ocasiones se han detectado imágenes repetidas o sacadas directamente de conflictos previos (Siria, Yemen) atribuidas falsamente a Gaza.
  • Las campañas digitales organizadas por influencers y bots han conseguido que hashtags basados en información falsa superen decenas de millones de impresiones en pocas horas.

El reto pendiente: ética periodística y nuevas tecnologías

La facilidad con la que hoy pueden difundirse imágenes falsas —gracias a herramientas como inteligencia artificial o edición avanzada— plantea un desafío ético sin precedentes para periodistas y lectores. Más allá del error humano o los sesgos ideológicos, existe un mercado globalizado para los bulos visuales, donde cada parte busca ganar terreno mediático con cualquier recurso disponible.

En este contexto es más necesario que nunca:

  • Reforzar los sistemas internos de verificación fotográfica antes de publicar portadas impactantes.
  • Exigir transparencia sobre las fuentes originales e identificar potenciales conflictos de interés (como pagos encubiertos a familiares o actores).
  • Fomentar la educación mediática entre ciudadanos para distinguir hechos comprobados de montajes emocionales.

Como recordaba Noam Chomsky: “La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica porque destruye los cerebros”. Y quizá hoy más que nunca conviene recordar que detrás de cada foto viral puede esconderse tanto una tragedia real como una mentira cuidadosamente diseñada.

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