Más puños que rosas: Susana Díaz se arremanga para aplastar el tóxico populismo de Pedro Sánchez

«No mientas, cariño». La frase susurrada de Susana Díaz a Pedro Sánchez en el debate de este 15 de mayo 2017 es lo más alto que han podido volar intelectualmente los candidatos del PSOE propuestos para las primarias que se celebrarán el 21 de mayo 2017.

Fue el mejor momento de un debate que no ha gustado a nuestros analistas, tan sensibles ellos, al ver a un PSOE en descomposición.Se pasan el año exigiendo debate interno a los partido y cuando por fin llega la hora lloriquean como plañideras.

Jaime González repite chiste: el debate lo ha ganado Rajoy. Ya no hace gracia, querido. Es más viejo que la Casa de Pueblo donde nació Susana Díaz. «Tal como están las cosas, lo menos importante es que Díaz y Sánchez no se soporten; lo grave es que son dos figuras contrapuestas cuyo peso resulta imposible que el PSOE pueda soportar al mismo tiempo. Dicho de otro modo: la solución no pasa por integrar al perdedor -«coser» el partido tras las primarias-, sino por que el perdedor firme su capitulación».

El editorial de ABC le zurra a Susana: «Lo más grave fue constatar el débil proyecto de futuro que diseña el PSOE, gane quien gane. No es creíble que Díaz, «hija» política de Griñán y Chaves, del socialismo de los ERE o de los fraudulentos cursos de formación, tilde al PP de «partido tóxico e infame». Son dos expresidentes andaluces los que se sentarán en el banquillo, y Díaz es heredera de ese nefasto legado». Anda que Rajoy… ¿de verdad vamos a habalr de corrupción con la que está cayendo de nuevo en el PP?

En El Mundo el editorial nos cuenta todo el debate en lugar de analizarlo: «El problema es que los batacazos electorales y las reyertas internas han llevado al PSOE a un riesgo real de escisión, un escenario que sus dirigentes sólo podrán evitar si el bando perdedor acepta las reglas establecidas y se pone a disposición de la nueva dirección».

Hay que reconocer que el análisis del debate de la podemita Lucía Méndez nos parece de lo mejor que puede leerse en la prensa. En contra de lo que cabría suponer considera ganadora a Díaz y no a Sánchez:

«Ya nadie podrá decir de Susana Díaz que no se arremanga para bajar a la arena a disputar el liderazgo socialista y que prefiere la aclamación. La presidenta andaluza se esforzó echando el resto. Tras perder el combate de los avales, bien se puede considerar la ganadora del debate por haber expuesto con claridad lo que opina de Sánchez».

Carlos Cuesta también vio ganadora a Susana y sacude a Sánchez por su obsesión con el PP.

««Rajoy es una manzana podrida y si soy secretario general la primera medida será pedir la dimisión de Mariano Rajoy», afirmó Sánchez. Ese es su discurso: el de expulsar al PP. Y punto. Para ello está dispuesto a echarse en brazos de Podemos y del separatismo».

Ignacio Camacho cree que el PSOE ha entrado en una vorágine autodestructiva. ¿Por qué? Porque sufre metástasis populista.

«El tumor se lo ha inoculado Pedro Sánchez, que en su afán de revancha se siente imbuido de un espíritu suicida. Investido de mártir de la izquierda, ha encontrado una inesperada adhesión y se ha venido arriba. El perdedor contumaz ha construido con su fracaso un personaje victimista. Ha hecho de la frustración un proyecto para convertirse en el candidato del rechazo, de la ruptura, de la ira».

La Razón le reprocha a Sánchez copiar el estilo de Podemos:

«Ese estilo inaugurado por Podemos parece que también lo hace suyo Sánchez y, aunque a estas alturas ya no sabemos cuáles son sus planes de alianza con la formación morada, habría que dejar en suspense cuál es su estrategia. Primero se lo jugó todo para ser presidente con el apoyo de Iglesias, luego reconoció que se había equivocado, más tarde habló de «alianza de progreso», incluido los sindicatos, y lo más reciente es que se desdice de lo dicho».

A Alfonso Rojo no le ha gustado el debate y dice en La Razón que «en honor o detrimento de Sánchez, como confirma su última actuación, sólo se puede decir que ha perfeccionado las dos peores herencias de Zapatero: el vicio de mirar al adversario como enemigo y el relativismo en el uso del lenguaje».

¿Y Patxi? A ese se lo dejamos a David Gistau: «Hubo momentos casi divertidos en los que Patxi López parecía un consejero matrimonial que estuviera perdiendo ya la paciencia por un caso de odio doméstico -los Róper- especialmente enconado».

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