Ni en los peores tiempos de José María Calviño y María Antonia Iglesias (q.e.p.d).
La TVE de José Pablo López ha rescatado y ‘mejorado’ la humillante institución de los pasillos para aquellos periodistas que no cantan las loas del sanchismo 24/7.
Según una información del diario ‘ABC‘, varios trabajadores de la televisión pública, amparados por Comisiones Obreras, han denunciado las presiones que se están recibiendo desde la cúpula de la Corporación para se se obedezcan a pies juntillas las consignas que se emiten desde La Moncloa y el castigo profesional que acarrea para aquellos considerados disidentes.
Uno de los medios más ‘eficaces’ para acallar bocas y evitar que salgan críticas al exterior es amenazar con dejar sin pluses a quien ose hablar sobre lo que sucede de purta para adentro:
Si hay algo que sienta mal a la cúpula es que seamos nosotros los que hablamos con los medios sobre la presión que a veces sentimos. Los continuos rumores sobre que se nos van a recortar los pluses, la posibilidad de que te manden a una sección o departamento que no quieres porque ya lo has visto con otros compañeros.
Se asegura por parte de ese sector de trabajadores señalados que:
El objetivo, explican, es que el personal se adecue a un pensamiento único dictado desde arriba, con evidentes intenciones políticas, si es que uno no quiere acabar en el ‘Valle de los caídos’, se trata de una zona de Torrespaña, la tercera planta del edificio B, donde acaban todas aquellas personas que no comulgan con la línea marcada desde Moncloa.

También hay tensiones entre los redactores fijos de la casa y los que vienen de las productoras de los programas de Javier Ruiz (‘Mañaneros 360’), Marta Flich (‘Directo al Grano’) y Jesús Cintora (‘Malas Lenguas’) porque al final a estos últimos, que son externos, acaban teniendo más relevancia:
Están cansados de ser ninguneados y apartados de cubrir las cosas importantes y los asuntos de actualidad. Que se cubran desde productoras externas que cuentan con una línea sesgada sobre la realidad, y muy politizada, hace que la televisión pública pierda credibilidad y respeto.
El problema, se insiste desde fuentes internas de la casa, es que no hay una solución posible, al menos a corto plazo:
No va a cambiar nada de lo que está ocurriendo en RTVE porque los pocos que están en contra no quieren hablar por si salen perjudicados y, luego, la mayoría son de la misma cuerda. Los que en su interior piensan que están siendo forzados no van a hablar porque saben que lo que les espera es pasar, a lo mejor, de una sección reconocida a una que tenga que ver con ‘Agrosfera‘ o con programas que se emiten a la una de la mañana.
Añaden que quienes exigieron en la época de Alfredo Urdaci que se cumpliera la máxima pluralidad, ahora permiten todo tipo de atrocidades a los Cintora o Ruiz:
Fueron los mismos redactores los que se organizaron para crear comités para denunciar cualquier intento de manipulación, mientras que ahora tienen miedo de hacerlo con personajes como Jesús Cintora o Javier Ruiz.
Concluyen que hay un sentimiento entremezclado de sentirse ninguneados y amedrentados:
Es una pena porque los trabajadores quieren hacer bien su trabajo y, entre las presiones que a veces se ejercen y la invasión de los programas externos como ‘Mañaneros’ o ‘Malas lenguas’, nos encontramos ninguneados. A veces pensamos que deberíamos ser más contundentes con la Corporación y mostrar aún más nuestro desagrado por la externalización y la pérdida de credibilidad que sufrimos por programas hechos desde fuera, pero en nombre de la televisión pública. Pero creo que hay miedo.

