UMDVERDES: La otra lista que no debía existir.
En la historia reciente de España, hay episodios que, aunque no alcanzan la magnitud del Holocausto, comparten una inquietante similitud en sus mecanismos de represión. La película La lista de Schindler (1993), dirigida por Steven Spielberg, narra cómo un empresario alemán salvó a más de mil judíos del exterminio nazi empleándolos en sus fábricas. Es un testimonio de humanidad frente a la barbarie. En España, durante los años 80 y 90, un grupo de guardias civiles conocidos como los UMDVERDES vivió una persecución institucional que, aunque distinta en contexto, comparte el mismo desprecio por los derechos fundamentales.
Paralelismo con La lista de Schindler.
En la película, los judíos eran marcados, deshumanizados y enviados a campos de concentración por el simple hecho de existir bajo una identidad que el régimen consideraba indeseable. Los UMDVERDES fueron perseguidos por ejercer derechos constitucionales: asociación profesional, libertad de expresión y defensa de la democracia dentro de la Guardia Civil. Al igual que los judíos en la lista de Schindler, los UMDVERDES fueron identificados, aislados y neutralizados por el sistema. No por delitos, sino por pensar diferente.
La “Operación Columna”: represión en democracia.
Durante el gobierno de Felipe González, apodado por algunos como el “Rey Sol” por su poder sin contrapesos, se organizó una operación especial conocida como Operación Columna. Esta campaña institucional tuvo como objetivo expulsar, silenciar e internar en psiquiátricos militares a los guardias civiles que promovían derechos democráticos. Internamientos forzosos: sin diagnóstico médico, por orden del mando. Desobediencia judicial: se ignoraron resoluciones del Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Expulsiones arbitrarias: muchos fueron procesados por sedición militar, sin pruebas ni amparo legal.
Psiquiatrización del disidente: el método más perverso
Uno de los aspectos más oscuros fue el uso de instituciones psiquiátricas como herramientas de represión. Se diagnosticó a los UMDVERDES con una supuesta “epidemia constitucional” para justificar su internamiento. Esta práctica recuerda a los métodos estalinistas y nazis, donde la locura era atribuida a quienes se atrevían a pensar diferente.
Rehabilitación tardía: justicia 30 años después.
En 2024, la Ley Orgánica del Derecho de Defensa (5/2024) incluyó una disposición adicional cuarta que permitió la rehabilitación de algunos UMDVERDES, reconociendo que fueron expulsados injustamente por defender derechos fundamentales. Se les concedió el pase a la situación de retiro. Se reconoció oficialmente que su expulsión fue ideológica, no legal. Se reafirmó el compromiso del Estado con los valores democráticos.
Conclusión: listas que no deberían existir
La lista de Schindler fue una excepción heroica en medio del horror. La historia de los UMDVERDES es un recordatorio de que incluso en democracia, la represión puede camuflarse bajo instituciones legítimas. La diferencia es que en España, la lista no salvó vidas: las marcó para el exilio, el silencio y la marginación. Hoy, al recordar a los UMDVERDES, no se trata de comparar sufrimientos, sino de reconocer patrones de abuso y exigir que nunca más se repitan. Porque toda democracia que encierra a sus defensores, está escribiendo su propia lista… y no será de Schindler.
Para ir finalizando. A los que entraron sanos y salieron rotos de los encierros en los gulaps del régimen. Entraron con ideales, salieron con cicatrices. No fue la enfermedad quien los quebró, sino el abuso del poder disfrazado de diagnóstico. Les arrebataron el uniforme, el trabajo, la salud… pero no la razón. Hoy, su memoria nos obliga a mirar de frente lo que se quiso esconder. Porque la dignidad no se encierra, y la verdad no se medica.
Parta terminar Ya. A nuestros muertos, ausentes pero no desaparecidos. Ellos no están en silencio. Están en cada página que escribimos, en cada verdad que gritamos. No son sombras: son columnas de luz que sostienen nuestra causa. Retorciéndose en sus tumbas, sí, pero no por odio, sino por justicia no cumplida. Son nuestro mejor ejército, porque no pueden ser silenciados ni comprados. Están ausentes, pero jamás desaparecidos.
