Meses de preguntas de ahorradores e inversores sobre si podría desaparecer el euro y que pasaría en ese caso con sus ahorros, han recibido estos días respuesta. Solo para quien esté dispuesto a escucharla.
Había desaparecido el miedo, aunque era calma de poco fiar. Aquellos que decidieron trasladar parte de sus ahorros a Alemania, no encontraron nunca mi entusiasmo. Si de alguien no es prudente fiarse en este momento es de Alemania, salvo que se disfrute de pasaporte de este país, y aún así. La mitad de los alemanes temen por sus ahorros.
Después de lo de Chipre, con los bancos cerrados, incautación de depósitos y restricciones de movimientos de capital, casi todas las preguntas que asaltaban a los ahorradores cada mañana, tienen respuesta. Y es desafortunadamente simple: en la EZ casi todo es posible, y por lo tanto, el euro no es fiable; salvo que Chipre lo abandone.
Ha llegado el tiempo de elegir entre lo malo y lo peor, y al euro le sobra la parte de Chipre, y seguramente alguna más.
¿Por qué se mantiene entonces a pesar de todo? Difícil adivinar más razón que la incapacidad del sistema financiero europeo para soportar tal decisión. Si no fuese porque las deudas de Chipre están bajo jurisdicción de la ley británica, el país estaría a las puertas de abandonar el euro.
No hay ningún motivo económico interno que justifique que el ajuste de la economía del país se vaya a hacer mediante una devaluación interna en lugar de una monetaria.
Por la supervivencia del euro, hay que empezar a sacar países. Chipre y Grecia pueden ser los primeros.
Alemania decidirá el momento, pero cada vez las dudas sobre esto serán menores.
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