«El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica» Mariano Grondona, abogado, escritor y sociólogo argentino.
Esta mañana me he desayunado con el futuro gobierno de España, según Podemos.
Los pelos de me han puesto como escarpias y nada más terminar de desayunar y sin afeitar por la urgencia del caso, me he encaminado con buen paso a la ermita de mi pueblo donde yacen los restos incorruptos – sí, todavía hay algo que no es corrupto en este país de nuestros pecados – de un mártir que hace milagros.
Compungido y arrodillado le he pedido que no permita que España y los españoles pasen el calvario que nos esperaría durante cuatro años con semejante gobierno. Porque los españoles el 20D votamos con las tripas y no con la reflexión, al estilo de un hincha del fútbol «¡viva el Betis m’an que pierda».
Aquí me gustaría hacer una pregunta: ¿Quién fue el que dijo aquello de «el pueblo nunca se equivoca?»
Si lo que queríamos era defenestrar a Rajoy, lo hemos con seguido, si lo que queríamos era buscar soluciones para los problemas de España y los españoles, la hemos cagado si este gobierno de «progreso» se instala.
Ya, ya sé que millones de españoles entienden por progreso el que el Estado les reparta con un cacito de miseria un poco de luz, un poco de agua, un poco de gas, una vivienda compartida y les pase todos los meses un puñadito de euros para poder sobrevivir. Pero eso ni es progreso, ni es vivir y además te mantiene arrodillado ante quienes te proporcionan esas migajas del banquete que ellos se meten en sus orondas barrigas.
Esa pobreza y esa desidia es la que permite al populismo instalarse en un país. El comunismo populista necesita de la pobreza y de los pobres, es su caldo de cultivo, por eso cuando llegan al poder lo primero que hacen es mantener e incluso aumentar esa pobreza que les garantiza el voto.
¿Han visto ustedes que el populismo triunfe en Suiza? No, ¿verdad?
He comprado el cirio más hermoso que he encontrado y se lo he puesto al mártir de mi pueblo porque, visto lo visto, de la catástrofe que se nos avecina, solo nos puede salvar la intervención divina. Nosotros los españoles somos incapaces de hacerlo.
Manuel del Rosal García
