En plena resaca del escándalo por el ingreso en prisión de Santos Cerdán, antiguo secretario de Organización del PSOE, el foco informativo se ha desplazado inesperadamente hacia su entorno más cercano. Esta vez, no por nuevas revelaciones judiciales, sino por la actividad en redes sociales de su mujer, Paqui, que en los últimos días ha desatado una tormenta política. Sus publicaciones, en las que arremete con dureza contra Alberto Núñez Feijóo y exige dimisiones en la derecha, han sido ampliamente difundidas y han avivado la ya creciente crispación entre los bloques políticos.
Lo cierto es que el clima en España no está para bromas. La polarización ha alcanzado cotas dignas de un guion de serie negra, y cualquier chispa sirve para encender debates encendidos. En este caso, la chispa ha partido del perfil personal de la esposa de Cerdán, quien no ha dudado en cargar contra el líder popular y reclamar responsabilidades políticas en plena vorágine del “caso Koldo” y las investigaciones que han salpicado al núcleo duro socialista.
El contexto es ineludible: Santos Cerdán fue detenido e ingresado en la prisión de Soto del Real tras ser señalado por la Guardia Civil como supuesto gestor de pagos ilícitos dentro de una trama vinculada a contratos públicos. El impacto sobre las filas socialistas ha sido demoledor. A la indignación interna se suma ahora el bochorno por las actuaciones colaterales de familiares directos.
En las últimas semanas, voces dentro del propio PSOE han reclamado medidas drásticas para intentar contener el daño reputacional, llegando a exigir la retirada inmediata del acta parlamentaria a Cerdán y su desvinculación total del partido. Por si fuera poco, los socios de Gobierno han instado a Pedro Sánchez a actuar con firmeza para proteger al Ejecutivo y evitar que este episodio mine aún más la credibilidad institucional.
La pensión de Paqui
Otro aspecto por el que ha tomado cierta relevancia la mujer de quien era la mano derecha de Pedro Sánchez es la pensión que cobraría por incapacidad.
OkDiario afirma que la esposa del ex nº 3 del PSOE «está en plena forma» y que «desarrolla una vida completamente normal» aunque cobra una pensión por incapacidad de 640 euros mensuales. El digital señala que pese a afirmar que «se cayó de una escalera y se rompió el talón de Aquiles cuando trabajaba en la fábrica de Bonduelle, en Milagro», la mujer no usa muletas, ni silla de ruedas, ni nada parecido.
Feijóo y la derecha: blanco habitual en redes y tribunas
En el otro lado del tablero, Alberto Núñez Feijóo continúa ejerciendo una oposición sin cuartel. Sus intervenciones recientes han estado marcadas por un discurso duro contra Sánchez y sus colaboradores más próximos. Ha pedido dimisiones inmediatas ante cada nuevo sobresalto —como el apagón eléctrico nacional— y no ha dudado en calificar al Gobierno de “caótico” e incapaz de gestionar las crisis.
Sin embargo, la virulencia de los ataques personales que recibe desde perfiles afines al PSOE —y ahora desde el entorno familiar de Cerdán— añade un nuevo ingrediente al menú político: la confrontación digital. La esposa del exsecretario socialista no solo ha insultado a Feijóo sino que también ha reclamado públicamente dimisiones entre los líderes populares, algo que ha sido interpretado como un síntoma más del clima guerracivilista que se respira en las redes sociales españolas.
Un clima político incendiario… hasta en los festivales
La situación recuerda a lo ocurrido recientemente durante eventos multitudinarios como conciertos o festivales, donde los insultos hacia figuras políticas —tanto Pedro Sánchez como líderes del PP— se han convertido en cánticos corales. No es casualidad: España vive uno de los momentos más polarizados desde la Transición, con una opinión pública cada vez más encendida.
En este ambiente:
- Los insultos se viralizan antes que cualquier propuesta parlamentaria.
- Las dimisiones se exigen a golpe de tuit o vídeo viral.
- El debate político parece haberse instalado definitivamente en el terreno personal.
En resumen: si alguna vez existió “la política como arte noble”, hoy parece estar atrapada entre hashtags y mensajes cruzados… incluso desde la esfera familiar. Y mientras tanto, España sigue esperando explicaciones —y soluciones— ante problemas mucho más graves que un insulto viral.
