Por José María Arévalo

(Francesc Gimeno, 1858-1927. Detalle de «Autoretrat». 1919 – 1920. 29,5 x 24,5 cm. Oli sobre tela)
Del 18 de noviembre de 2025 al 16 de enero de 2026 Artur Ramon Art de Barcelona presenta “Francesc Gimeno / Jaime Súnico. La subversión de la pintura”, una exposición que reúne a dos creadores separados por un siglo pero unidos por un mismo impulso: la necesidad de captar la verdad desde el territorio salvaje, visceral y profundamente humano de la pintura. La muestra ha sido comisariada por Artur Ramon.
En el panorama -recoge hoyesarte,com- de la pintura catalana de cambio de siglo, Francesc Gimeno (Tortosa, 1858 – Barcelona, 1927) emerge como una figura singular.
Realista comprometido, retrata su entorno con una honestidad casi monacal: autorretratos duros y directos, escenas íntimas de su familia que comparten espacio con la cocina y el taller, paisajes del Tibidabo o de Torroella pintados con la fuerza de un espíritu indómito, propia de un «pintor de raza».
Gimeno es un pintor de la “veta brava”, que convierte la pintura en materia, carne y necesidad vital. Su obra, matérica y visceral, conecta con una tradición que va del último Rembrandt a Lucian Freud.

(Francesc Gimeno (1858-1927). «Autoretrat». 1920 – 1925. 29 X 21,5 cm. Oli sobre cartró)
Jaime Súnico (Barcelona, 1963) se sitúa en esta misma genealogía. Su obra —construida a partir de capas telúricas de color trabajadas a golpe de espátula— explora los límites físicos y psicológicos de la pintura.
Retratos que vibran, figuras que emergen del pigmento como presencias contundentes, espacios donde la luz y la materia luchan por imponerse. Súnico, como Gimeno, a menudo se autorretrata: el artista solo frente al mundo, convirtiendo la pintura en un grito que resuena.

(Jaime Súnico. «Germà José Antonio Maria Gimeno» (Abadia cistercenca de San Isidoro de Dueñas). 2010. 200 cm x 84 cm. Oli sobre tela)
En palabras de Artur Ramon, «Gimeno y Súnico, cara a cara, expresan y representan la evolución de una misma idea: el anhelo de captar la verdad desde la pintura viva, violenta y dura, inocente y honesta. Esta exposición reivindica la subversión de la pintura como un gesto radical y puro en tiempos modernos».
La exposición reúne una selección significativa de obras de ambos artistas para establecer un diálogo directo entre sus gestos, sus texturas y sus silencios. Enfrentar a ambos pintores permite trazar un hilo que une dos momentos de la historia pictórica catalana a través de un mismo impulso creativo: la necesidad de regresar a la pintura como territorio de verdad.