Aunque la primavera aún no ha terminado oficialmente, el verano se ha adelantado con una contundencia inédita.
España vive un episodio de calor extremo que ya está marcando récords históricos y disparando todas las alarmas sanitarias y ambientales.
El mes de junio de 2025 se despide como el más cálido jamás registrado, con valores que superan con creces las medias habituales para estas fechas. Los termómetros han alcanzado los 43,7 °C en Morón de la Frontera y los 42,6 °C en Córdoba, cifras que normalmente se reservan para pleno agosto.
Y lo peor está por llegar: la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) advierte de que la ola de calor se prolongará al menos hasta el miércoles 2 de julio, con temperaturas que podrían superar los 44 °C en algunas zonas del sur y centro peninsular.
El escenario es tan inusual que hasta los meteorólogos más experimentados se sorprenden. No se trata solo de un episodio puntual, sino de una tendencia que confirma la aceleración del cambio climático. Las noches ya no refrescan: en muchos lugares, la temperatura mínima no baja de los 25 °C, lo que dificulta el descanso y multiplica los riesgos para la salud. Este calor insólito llega acompañado de un aviso especial de la AEMET y de un fenómeno atmosférico poco habitual: un domo de calor que se está formando entre España y Francia, alimentado por una masa de aire extremadamente cálida procedente del norte de África.
Medio ambiente y salud: dos caras del mismo termómetro
El impacto ambiental de esta ola de calor es evidente. La sequía meteorológica persiste en gran parte del país, pese a las lluvias intensas registradas en los últimos días del mes. El suelo está tan seco que las precipitaciones apenas consiguen infiltrarse, lo que agrava la escasez hídrica y aumenta el riesgo de incendios forestales. Además, las altas temperaturas aceleran la evaporación, reduciendo aún más los recursos disponibles para agricultura, ganadería y consumo humano.
En cuanto a la salud pública, el Ministerio de Sanidad ha activado alertas diarias por riesgo para la salud desde principios de junio. Las personas mayores, los niños y quienes padecen enfermedades crónicas son los grupos más vulnerables. El calor extremo puede provocar golpes de calor, deshidratación severa e incluso aumentar la mortalidad, especialmente cuando las noches no permiten recuperarse del agobio diurno. Los expertos recuerdan que el peligro no solo depende de la temperatura ambiente: factores como la humedad, el viento y la nubosidad también influyen. Por eso, recomiendan prestar atención a índices como el del bulbo húmedo (WBGT), que integra todos estos elementos para ofrecer una medida más precisa del riesgo real.
Curiosidades científicas y fenómenos atmosféricos
Detrás de esta ola de calor hay varios ingredientes científicos fascinantes. El domo térmico es uno de ellos: se trata de una estructura atmosférica en altura que actúa como una especie de tapadera sobre la península ibérica y parte del sur de Francia. Impide que el aire caliente escape hacia arriba y favorece su recalentamiento continuo durante varios días. Este fenómeno es cada vez más frecuente debido al cambio climático, que altera los patrones atmosféricos tradicionales.
Otro dato curioso es que el mes de junio ha batido récords tanto en temperaturas diurnas como nocturnas. En algunas localidades, las anomalías han superado los 10 °C respecto a lo normal para estas fechas. Esto significa que hemos vivido valores propios del corazón del verano cuando aún faltaban semanas para la canícula tradicional (el periodo más caluroso del año en España). De hecho, según la AEMET, este junio podría haber sido más cálido que muchos julios anteriores.
Las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono también están en máximos históricos, según los datos del observatorio de Izaña (Canarias). En mayo pasado se registró una media mensual de 430,6 partes por millón (ppm), una cifra nunca vista desde que existen mediciones fiables. Este gas atrapa el calor en la atmósfera y acelera el calentamiento global, haciendo que episodios como el actual sean cada vez más probables e intensos.
Anécdotas y curiosidades sobre el calor extremo
- El termómetro no miente (pero sí asusta): En algunos puntos del Valle del Guadalquivir, las máximas han superado los 43 °C a finales de junio. Para hacerse una idea: esa temperatura es superior a la registrada en muchos desiertos del mundo durante estas mismas fechas.
- Noches tropicales: En ciudades como Murcia o Sevilla, las mínimas nocturnas han rondado los 25 °C o incluso más. Esto significa que muchas personas han dormido peor o han tenido que recurrir al aire acondicionado durante toda la noche.
- Animales desconcertados: El calor extremo ha alterado los ciclos vitales de muchas especies. Algunas aves han adelantado su migración o han cambiado sus hábitos alimenticios para evitar las horas centrales del día.
- La nevera portátil: En algunas zonas rurales, los vecinos han improvisado neveras comunitarias con bloques de hielo para refrescar alimentos y bebidas durante las horas más críticas.
- Deporte bajo mínimos: Muchos clubes deportivos han modificado sus horarios para entrenar a primera hora de la mañana o al caer la tarde, evitando así el riesgo para sus deportistas.
- El efecto “isla urbana”: Las ciudades sufren aún más por el efecto isla de calor urbano: el asfalto y el hormigón acumulan calor durante el día y lo liberan por la noche, haciendo que las temperaturas sean aún más elevadas en zonas urbanas.
- El aire acondicionado social: Bibliotecas, centros comerciales y cines se han convertido en refugios improvisados para quienes no disponen de aire acondicionado en casa.
- Cambio climático acelerado: Según estudios recientes citados por Climate Central, el cambio climático ha quintuplicado la probabilidad de olas de calor extremo en España respecto a décadas anteriores.
El calor extremo no solo afecta al confort o a las vacaciones: es un recordatorio contundente de que el planeta está cambiando a marchas forzadas. Y aunque algunos datos puedan parecer curiosidades anecdóticas, detrás hay una realidad científica incontestable: estamos ante un nuevo escenario climático cuyos efectos ya son palpables en nuestro día a día.

