María tuvo que sufrir mucho, como tantas mujers a lo largo de la Historia de la Salvación. Tan poco reconocidas y tan necesarias, como seguidoras de Jesús, en la construcción del Reino. Sin excepción. Ni en responsabilidades pastorales, ni sacramentales
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(Jesús Bastante, Caná de Galilea).- El primer milagro ocurrió en Caná. En mitad de una boda, cuando los novios se quedaron sin vino, y María, siempre María, «obligó» a Jesús a actuar, porque «no tienen vino». Pero sí amor, y a raudales. Como el que desde hace 26 años se profesan Victoria y Joaquín, maestra ella, profesor de Química él, educadores y orgullosos padres de Paula y Luis Daniel, que esta tarde se han «vuelto» a casar en la basílica de Caná de Galilea. Con Carmen María y este cronista como padrinos, José Antonio Solórzano como oficiante, y todos los peregrinos a Tierra Santa de Ain Karen y Escuelas Católicas como testigos.
Segunda etapa de nuestro viaje a Tierra Santa. Día del Carmen en el Carmelo, orando en el Stella Maris. Visitando Nazareth, celebrando la Eucaristía en el lugar donde José, María y Jesús hicieron suyo, y también un poco nuestro, el milagro de la vida en familia. De quererse y darse los unos por los otros. La basílica de la Anunciación, varios metros por encima del lugar en el que, según la tradición, el arcángel San Gabriel se apareció a María, nos recibe con un calor asfixiante. Atrás han quedado las playas de Tel Aviv y las ruinas romanas, el conocerse y reconocerse como compañeros de camino.
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