Franco, la crisis de los abusos, las inmatriculaciones o Cataluña, claves

2018: el año en que la Iglesia española se partió en dos

En noviembre, los obispos 'anti-Francisco', al fin, se quitaron la careta

2018: el año en que la Iglesia española se partió en dos
Los obispos escuchan a Blázquez CEE

Al menos, 2018 ha servido para constatar que, más allá de los palacios, las mitras y los farragosos documentos, hay una Iglesia que despierta. Con la esperanza puesta en Roma... y en el Evangelio

(Jesús Bastante).- «No es necesariamente malo, pero por fin algunos se han quitado la careta. Y sí, la Iglesia, mejor dicho, los obispos, estamos divididos en dos«. La definición de este prelado ilustra perfectamente cómo concluye el año 2018, con un Episcopado claramente fragmentado y con una institución hecha jirones de cara a la opinión pública.

¿Cuáles son los principales hitos del año que concluye en lo tocante a la Iglesia española? Ha habido muchos, desde el nombramiento de Aquilino Bocos o Luis Ladaria como cardenales, a la elección de Luis Argüello como nuevo portavoz. Franco, las inmatriculaciones, los abusos a menores y su respuesta, el alejamiento de una sociedad que, como señalan las encuestas, cada vez está más secularizada, y el grito de los laicos comprometidos son algunos de ellos.

Y es que, por primera vez en décadas, la Iglesia de base parece querer despertar, y cambiar el formato de la pirámide, favorecidos, desde Roma, por el impulso del Papa Francisco. Una Iglesia que, en cambio, sí supo dar respuesta al drama de los refugiados, mal que le pese a muchos obispos que, ya sin caretas, comienzan a apostar por las políticas anti-Evangelio de Vox.

Estos son nuestros cinco ‘momentos’ en la Iglesia española a lo largo de 2018 que, a su vez, pueden marcar los retos para el año que comienza.

 

 

1.- Cambio de Gobierno: la Iglesia, en fuera de juego

El 1 de junio, en una operación fulminante (sentencia de la Gürtel mediante), Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno, desbancando a Mariano Rajoy. Desde el comienzo, una de sus apuestas fue la del Estado laico. Con el apoyo de Unidos Podemos, se volvió a hablar de la denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado (que cumplen 40 años este 3 de enero), del fin de los privilegios de la Iglesia, de sacar la Religión de la escuela o de ‘renacionalizar’ las inmatriculaciones permitidas por la Ley Aznar.

Como en otras ocasiones, el cambio político cogió a la Iglesia española en fuera de juego, sin saber qué decir ni qué hacer. La fragilidad parlamentaria del Gobierno y la crisis en Cataluña -en la que los obispos catalanes han sido acusados de una respuesta tibia, tras la tarea de mediación llevada a cabo a finales de 2017 por los cardenales Osoro y Omella- han impedido que, por el momento, ninguna de estas ‘amenazas’ se llevara a cabo.

La presencia en Roma de Francisco, paradójicamente, está jugando a favor de nuestros obispos. Y es que el Ejecutivo considera a Bergoglio un aliado en las políticas sociales. La ‘foto’ buscada por Sánchez con el Papa, finalmente, no se produjo durante este año, pero sí la de Parolin y Carmen Calvo.

 

 

 

 

2.- Franco, siempre presente

Una de las razones del acercamiento de Sánchez a Bergoglio está, paradójicamente, sepultada bajo una sola de 1.500 kilos en el Valle de Cuelgamuros. Y es que, 43 años después, Franco sigue marcando la actualidad en nuestro país. La reunión entre Calvo y Parolin marcó un antes y un después para el futuro de los restos del dictador, que en 2019 saldrá del Valle de los Caídos (por más que le pese al prior Santiago Cantera) y no irá a la catedral de La Almudena, para alivio de Osoro y de muchos católicos que no entenderían que una iglesia volviera a ser mausoleo de un dictador.

Franco ha marcado, sin lugar a dudas, el 2018 en la Iglesia española, que quiso contraponer la figura de Pablo VI pero continuó olvidando al gran protagonista eclesial de la Transición, el cardenal Tarancón. Aunque oficialmente el Episcopado quiere mirar hacia adelante, lo cierto es que son muchos los prelados que han vuelto a resucitar viejos fantasmas a partir de la figura del general que rigió los destinos de España durante cuatro décadas. El resurgir de la extrema derecha se lo ha puesto en bandeja a Munilla, Demetrio, Reig y demás…

 

 

 

3.- Los obispos ‘antiFrancisco’ se quitan el disfraz

Y es que otro de los grandes titulares que nos deja el 2018 eclesial en España fue la comprobación de que, al menos, una treintena de obispos se han declarado como oposición al pontificado de Francisco. Y han intentado la ‘toma al asalto’ de Añastro en forma de Secretaría General. Y, por primera vez, los obispos ‘francisquistas’ han logrado sacar adelante una cierta estrategia.

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, es el hombre de la restauración, el sustituto natural de Rouco Varela toda vez que Fidel Herráez ya está de retirada. El prelado franciscano es, con mucho, el arzobispo más joven de los que, en 2020, aspirarán a la presidencia (Blázquez, Osoro, Omella o Cañizares ya estarán en edad de jubilación), y quiso comenzar la Reconquista colocando a uno de sus hombres, Jorge Fernández Sangrador, al frente de la portavocía en el Episcopado.

Casi lo logra. Apoyado por Rouco Varela, una treintena de obispos quisieron reflejar, en este nombramiento, el apoyo al estilo que Francisco quiere imponer en nuestra Iglesia y que, en honor a la verdad, los ‘hombres del Papa’ en España, no han sabido implementar. Sin embargo, en una estrategia conjunta, Blázquez, Osoro y Omella consiguieron que el elegido fuera Luis Argüello.

Pero la batalla ya está planteada. Y los obispos ‘anti-Francisco’ se han quitado la careta. Los Demetrio, Asenjo, Zornoza, Munilla, Reig, Sanz, Camino, Martínez, Herráez… ya están en campaña. 2019 será muy interesante en este sentido.

 

 

 

4.- La cruz de los abusos

Ha sido el gran escándalo, la gran cruz de la Iglesia mundial. Y, también, de la española, por mucho que los obispos sigan empeñados en subrayar que en nuestro país apenas se han dado casos. No es cierto: centenares de víctimas ya han comenzado a denunciar los abusos sufridos durante su infancia rota, por culpa de depredadores, con la inestimable colaboración del sistema de encubrimiento instalado durante décadas.

El clericalismo, que en España se acrecentó durante los años oscuros de la dictadura, favoreció una espiral de miedo y silencio que únicamente ahora, después de muchos años y gracias a la valentía de algunas víctimas (‘Daniel’, ‘Asier’Cuatrecasas, Javier, las víctimas de Astorga…), está asomando la punta de un iceberg.

Y, como en tantas ocasiones, la respuesta de la Iglesia española fue muy tibia, con la creación de una Comisión Antipederastia meramente legalista, cuyo presidente (el obispo de Astorga) está marcado por acusaciones de encubrimiento, y sin voluntad de encontrarse con las víctimas o investigar casos del pasado. La ‘memoria histórica’ de la Iglesia española es una necesidad, y una obligación. Por fortuna, las congregaciones religiosas están marcando el camino para la sanación y la reconciliación con un colectivo que ha sufrido a manos de quienes debían acompañarles en la vida. Son de esos delitos, y esos pecados, difíciles de perdonar. «Más les valdría…» que diría el mismo Jesucristo.

 

 

 

 

5.- Los laicos ya no se callan (Cádiz, San Sebastián, Ciudad Rodrigo, Madrid…)

Hay esperanza, no obstante. Igual que las víctimas han roto su silencio, cada vez son más los laicos que apuestan decididamente por otra Iglesia, y que a lo largo de este año lo han hecho saber. En Cádiz, contra los tejemanejes del obispo Zornoza; en San Sebastián, contra las operaciones urbanísticas de Munilla; en numerosas diócesis, contra las decisiones arbitrarias del obispo sin contar con la opinión de la feligresía.

En Madrid, Ciudad Rodrigo, Granada, Córdoba…. la Iglesia de base -si bien, cada vez más minoritaria, pues la secularización en España es brutal-, los laicos han dicho basta, y quieren voz, y voto, en las decisiones de la Iglesia. Esa apuesta por la sinodalidad que tanto ansía el Papa Francisco y que, en España, apenas cuenta con adeptos entre unos obispos que son más príncipes que servidores. 2019, también, traerá novedades a este respecto. Y se las contaremos. Pero, al menos, 2018 ha servido para constatar que, más allá de los palacios, las mitras y los farragosos documentos, hay una Iglesia que despierta. Con la esperanza puesta en Roma… y en el Evangelio.

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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