Recientemente se ha producido un cierto debate sobre lo que son los «neocon» y su influencia en España. Yo creo que el debate no se ha producido sobre la cuestión más interesante que no es otra sino si los «neocon» han sido o no fieles a lo que dicen ser.
Sintetizando: la ideología «neocon» es una ideología «idealista» en las relaciones internacionales. Dicho de otra manera, considera que las relaciones internacionales no deben guiarse sólo por puras consideraciones pragmáticas, sino que tienen que buscar que se respeten unos principios que, fundamentalmente, son los de democracia, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos. Se contrapone así la ideología «neocon» a la ideología «realista».
Bush accedió a la presidencia montado sobre la ideología «neocon». Apoyado en la misma consiguió los votos de amplias capas de ciudadanos norteamericanos cristianos y preocupados por el respeto a su religión en el resto del mundo.
Desde hace poco, sin embargo, y de forma bastante vergonzante, Bush y su equipo ha abandonado la ideología «neocon». Mucho antes de que optase por el intervencionismo económico, su política exterior se giró hacia un «nuevo realismo«. La consecuencia más obscena de la nueva política fue la reanudación de la alianza de Bush (que obtuvo la presidencia con el voto de los cristianos americanos) con el país de la tierra que más persigue al Cristianismo (Arabia Saudí).
Ahora asistimos a otra escandalosa consecuencia de esa traición a los principios.
Al mismo tiempo que se recrudece la persecución a los cristianos en la India, el presidente Bush ha impulsado (con el apoyo del Senado, de mayoría demócrata) una política de cooperación nuclear con la India mediante la que se proporciona a este país tecnología nuclear de doble uso.
No me consta que nadie haya pedido la congelación de esta cooperación mientras no se respeten los derechos de los cristianos en la India.
Triste, muy triste final de la presidencia de Bush, porque si hay algo que no se pueden traicionar son, precisamente, los principios.