La paradoja es evidente: mientras miles de jóvenes luchan por encontrar su primer empleo tras finalizar sus estudios universitarios, existe una carrera que prácticamente garantiza trabajo inmediato pero que, sin embargo, sufre una alarmante falta de estudiantes. La ingeniería agrónoma se ha convertido en un caso de estudio único en el panorama educativo y laboral español, con aulas cada vez más vacías y empresas desesperadas por contratar a estos profesionales.
El contraste resulta aún más llamativo cuando analizamos las cifras del mercado laboral. Según datos recientes, la ocupación de ingenieros ha experimentado un crecimiento interanual del 13,7% en el segundo trimestre de 2024, lo que representa casi 50.000 nuevos empleos en el sector. Este incremento está impulsado principalmente por la creciente demanda de ingenieros superiores, que aumentaron en un 16%.
Un sector en plena transformación
«Ser agrónomo no es sinónimo de trabajar solo en el campo ya que la tecnología lo está cambiando todo», explica Jesús Paniagua, uno de los profesionales que ha encontrado en esta carrera un futuro prometedor. Esta afirmación desmonta uno de los principales prejuicios que alejan a los jóvenes de esta profesión: la idea de que se trata de un trabajo exclusivamente rural y tradicional.
La realidad es muy diferente. Constanza Rubio, directora de la Escuela Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad Politécnica de Valencia, lo tiene claro: «Es una ingeniería muy versátil, con una formación muy amplia con especialización en muchos campos y con numerosas salidas profesionales». Y añade un dato revelador que pocos conocen: «Es verdad que los agricultores están en crisis, pero por contra nuestra profesión tiene mucha demanda. En este grado hay mucha parte tecnológica y un tomate tiene más tecnología que el chip de un móvil».
El cambio de estructura del sector agroalimentario está abriendo un abanico muy amplio de posibilidades para estos ingenieros. La agricultura de precisión, la sostenibilidad y la digitalización han revolucionado un sector que ahora demanda profesionales altamente cualificados.
Nuevas normativas, nuevas oportunidades
La reciente entrada en vigor del Real Decreto 34/2025 ha reforzado aún más el papel fundamental de los ingenieros agrónomos en el sector. Este marco normativo introduce obligaciones que requieren conocimiento técnico especializado, situando a estos profesionales en el centro de la asesoría y el acompañamiento a los agricultores.
La normativa establece requisitos estrictos para la gestión de fitosanitarios y la integración de datos en el SIEX a partir de 2026, lo que aumentará la demanda de profesionales cualificados que puedan garantizar el cumplimiento legal y optimizar las operaciones agrícolas.
Oportunidades laborales en expansión
El sector agrícola y alimentario se encuentra entre los diez con mayor demanda de empleo en España. Entre los puestos más solicitados destacan los técnicos en agricultura ecológica, ingenieros agrónomos y especialistas en logística agroalimentaria, con tendencias clave como la agricultura de precisión y los productos ecológicos.
Esta demanda se refleja también en las convocatorias de empleo público. El 1 de enero de 2025 se publicó en el BOE la convocatoria correspondiente a la Oferta de Empleo Público de 2024 para el Cuerpo de Ingenieros Agrónomos del Estado, ampliando las oportunidades laborales también en el sector público.
Además, una reciente sentencia del Tribunal Supremo ha establecido que los ingenieros e ingenieras agrónomas podrán optar a plazas de oposición convocadas para ingenieros técnicos, lo que amplía aún más el abanico de posibilidades laborales para estos profesionales.
Las causas del desinterés juvenil
A pesar de estas prometedoras perspectivas laborales, la ingeniería agrónoma sigue sin atraer a suficientes estudiantes. Entre las causas de este desinterés destacan varios factores.
Por un lado, existe un problema de imagen. Muchos jóvenes asocian la agricultura con trabajo físico duro, condiciones laborales precarias y entornos rurales alejados de las comodidades urbanas. Esta percepción obsoleta ignora la realidad de un sector altamente tecnificado y con múltiples salidas profesionales tanto en entornos rurales como urbanos.
El envejecimiento de la población agrícola también contribuye a esta imagen anticuada. Con muchos agricultores superando los 50 años y acercándose a la jubilación, se crea una crisis de reemplazo que no se está cubriendo adecuadamente con nuevas generaciones.
Un futuro prometedor para quienes se atrevan
El panorama actual ofrece una oportunidad única para quienes decidan estudiar ingeniería agrónoma. Con una tasa de paro general que se sitúa en el 11,76% según los últimos datos, duplicando la media europea del 6,5%, y con especial incidencia en el desempleo juvenil, esta carrera se presenta como una alternativa segura en un mercado laboral incierto.
La transformación del sector agrícola, impulsada por la necesidad de adaptarse al cambio climático, la digitalización y las nuevas normativas de sostenibilidad, está creando una demanda sin precedentes de profesionales cualificados que puedan liderar esta transición.
Las empresas del sector agroalimentario, conscientes de la escasez de talento, están mejorando sus condiciones laborales y salariales para atraer a estos profesionales. La versatilidad de la formación permite además desarrollar carreras en ámbitos tan diversos como la investigación, la consultoría, la gestión de proyectos o el desarrollo tecnológico.
El reto de cambiar la percepción
El principal desafío para revertir esta situación pasa por transformar la percepción social de la ingeniería agrónoma y el sector agrícola en general. Las universidades, las asociaciones profesionales y las empresas del sector están realizando esfuerzos para mostrar la realidad de una profesión moderna, tecnológica y con futuro.
Iniciativas como jornadas de puertas abiertas, colaboraciones con centros educativos de secundaria y campañas de comunicación buscan acercar esta realidad a los jóvenes que deben decidir su futuro profesional.
La paradoja de una carrera con pleno empleo que no logra atraer estudiantes refleja un desajuste entre la percepción social y la realidad del mercado laboral. Mientras el debate sobre la empleabilidad de los universitarios continúa, la ingeniería agrónoma ofrece un camino claro hacia el empleo estable y de calidad para quienes estén dispuestos a apostar por ella.
En un contexto de transformación acelerada del sector agrícola, quienes hoy decidan formarse como ingenieros agrónomos no solo tendrán garantizado su futuro laboral, sino que también jugarán un papel fundamental en la construcción de un sistema alimentario más sostenible, eficiente y tecnológicamente avanzado.

