“Son las cinco y no he comido.”España lidera la pobreza infantil en Europa

La Fundación Madrina recuerda al ‘hambriento’ Sánchez que un millón de niños pasan hambre en España

España lidera la pobreza infantil en Europa

Pedro Sánchez (PSOE)
Pedro Sánchez (PSOE). PD

“Son las cinco y no he comido.”

Esta frase, pronunciada recientemente por el presidente Pedro Sánchez, ha servido como detonante para que la Fundación Madrina ponga sobre la mesa una realidad insoportable: un millón de niños en España se acuestan cada día con hambre.

Lejos de tratarse de una metáfora, la fundación ha utilizado estas palabras para recordar al Gobierno y a la sociedad que, mientras algunos pueden permitirse bromear o trivializar el retraso de una comida, hay miles de familias que enfrentan diariamente la angustia de decidir entre pagar el alquiler o dar de comer a sus hijos.

El contraste es demoledor. La organización relata que, para ese millón de menores, “las cinco” es solo otra hora más de un día en el que a menudo no han probado bocado. Esta situación, lejos de ser puntual, coloca a España como el país europeo con mayor índice de pobreza infantil, según los últimos datos publicados por entidades sociales y respaldados por el Instituto Nacional de Estadística.

Radiografía social: pobreza infantil y colas del hambre

La magnitud del problema queda patente en las cifras:

  • Más del 34% de los niños y adolescentes españoles viven en hogares en riesgo de pobreza o exclusión social.
  • El 29% lo hace directamente en situación de pobreza severa.
  • Cerca del 21% del total de la población española se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, afectando especialmente a los menores.

Las llamadas “colas del hambre”, lejos de disminuir tras la pandemia, han vuelto a crecer en los últimos meses. Familias enteras esperan durante horas para recibir alimentos básicos, pañales o leche proporcionados por organizaciones como la Fundación Madrina, que cada quince días atiende a unas 400 personas solo en Madrid.

El testimonio de Dina Samaniego, madre de dos niñas pequeñas, refleja este drama cotidiano. Con un único sueldo familiar destinado íntegramente al alquiler, su única posibilidad realista para alimentar a sus hijas es acudir a estas ayudas sociales. “Gracias a estas colas estamos pudiendo salir adelante”, confiesa Dina, después de tres meses acudiendo regularmente a recoger alimentos básicos.

Políticas públicas y recortes presupuestarios

El problema no es solo social; es también político. La Fundación Madrina ha denunciado la drástica reducción del presupuesto destinado a alimentación para los más vulnerables: de 1.600 millones de euros anuales se ha pasado a apenas 90 millones. Este recorte supone dejar sin apoyo real a quienes más lo necesitan y refuerza la idea de una brecha creciente entre la acción política y la urgencia social.

Además, la fundación reclama medidas estructurales:

  • Invertir al menos el 7% del PIB en infancia y maternidad.
  • Ampliar el permiso por maternidad y lactancia hasta las 96 semanas.
  • Establecer un salario base maternal universal.
  • Abordar la pobreza energética para garantizar que ningún menor pase frío ni calor extremo por falta de recursos.

La situación se agrava con el aumento del coste vital básico y el estancamiento salarial. Muchas familias se ven forzadas a elegir entre cubrir necesidades tan elementales como mantener un techo digno o alimentar correctamente a sus hijos.

El papel fundamental del tercer sector

Mientras las políticas públicas no alcanzan para revertir esta tendencia, entidades como Fundación Madrina se han convertido en un sostén imprescindible para miles de familias. Su programa “Banco del Bebé” distribuye leche materna a más de 500 bebés vulnerables cada mes. Además, reparten ropa, pañales y hasta ventiladores durante los meses más calurosos.

El incremento reciente en las colas del hambre ha llevado a la fundación y otras organizaciones sociales a redoblar sus esfuerzos. Sin embargo, advierten que su capacidad está llegando al límite ante el aumento constante de la demanda y el descenso progresivo en las ayudas públicas.

“Son las cinco y no he comido”: cuando una frase se convierte en símbolo

La utilización irónica o trivial de frases como “son las cinco y no he comido” por parte del presidente Sánchez ha encendido las alarmas entre quienes conocen bien el sufrimiento diario que supone el hambre infantil. Para muchos niños españoles, esta frase no es una anécdota: es su realidad cotidiana.

La Fundación Madrina insiste en que la pobreza infantil deja secuelas duraderas: afecta al desarrollo físico y emocional, limita el rendimiento escolar y perpetúa un círculo vicioso difícil de romper sin una intervención decidida por parte del Estado.

La urgencia del cambio

Ante este escenario desolador, voces como la de Conrado Giménez —presidente de Fundación Madrina— subrayan que la lucha contra la pobreza infantil debe ser una prioridad nacional. Reclaman al Gobierno liderado por Sánchez políticas sostenidas y ambiciosas para revertir esta tendencia antes de que se convierta en estructural.

Las historias personales detrás de las cifras —madres como Dina o niños cuya única comida diaria depende de estas organizaciones— son un recordatorio doloroso pero necesario: el hambre infantil existe hoy en España y requiere respuestas inmediatas.

En definitiva:

  • España lidera los índices europeos de pobreza infantil.
  • Un millón de niños pasan hambre crónica cada día.
  • Las ayudas públicas han caído drásticamente.
  • Las organizaciones sociales están desbordadas.

Mientras tanto, miles esperan no solo alimentos sino soluciones reales. Porque para ellos, “las cinco” puede ser simplemente otra hora sin comer.

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