¿Una cerveza con hielo? Quienes no hayan probada la chelada, una forma mexicana de beber la cerveza cuando aprietan los calores, se asombrarán, o incluso podrán quedarse estupefactos, pero más aún si se les dice que ahí no queda todo, que hay que aliñarla. Sí, como si fuera una ensalada, casi, aunque en este caso solo con un chorro de limón verde recién exprimido y una pizca de sal, revolviendo con suavidad. La cerveza puede ser cualquiera, rubia y ligera, preferentemente.

El nombre viene de que en México a la cerveza se le llama popularmente «chela», y así se dice incluso «quiero una chela bien frita» para indicar que uno la quiere muy fría. Yo hice una canción en estilo mejicana que tenía un verso que decía: «las chelas en la nevera y en el plato nopalitos».

Pero aquí no queda todo: hay más posibilidades de refrescarse con cervezas con hielo, como es el caso de la michelada, que se hace como la anterior pero añadiendo salsa Worscestershire y un poco de tabasco, sí, casi como un Bloody Mary.

Hay quien dice que esta combinación se inventó en un bar del Estado mexicano de San Luís Potosí, cuando un camarero se equivocó y vertió cerveza en vez de zumo de tomate cuando le pidieron un Bloody Mary. Así, sobre cuál fue primero, según esta versión primero fue la michelada, y luego quien no la quería tan picante la simplificó convirtiéndola en chelada.

Como siempre en el caótico mundo de la coctelería, hay muchas más versiones, en una se habla de un conocido general mexicano que quería descubrir una auténtica bebida maya, y cosas así.

Por cierto, ambas quedan también estupendas, e igualmente refrescantes, usando una cerveza negra, más densa y sabrosa, como la popular Negra Modelo. Que, como se bromea mucho, no es lo mismo que pedir una modelo negra…

¡Por cierto, recuerden que hoy es Blue Moon!