La última vez, se rieron.
Esta se han quedado muchos.
La diatriba de Donald Trump. que «tiene razón en todo», ha dejado atónito a un mundo al borde del abismo
Las declaraciones de Trump en la Asamblea General de la ONU han puesto en alerta a diplomáticos y líderes de todo el planeta.
El presidente estadounidense fue claro y directo: “El cambio climático es, en mi opinión, la mayor estafa jamás perpetrada en el mundo”.
Esta afirmación resonó en una sala atenta, cuestionando años de consensos científicos y políticas multilaterales.
Su crítica a lo que denomina “histeria climática” se suma a una larga lista de comentarios controvertidos.
Trump argumentó que los esfuerzos globales para frenar el calentamiento son un pretexto para “someter a las naciones libres a una burocracia global” y “frenar el crecimiento económico”.
Su intervención ha vuelto a dividir al mundo sobre el tema climático, justo cuando las cifras de emisiones y los fenómenos extremos ocupan un lugar central en la agenda internacional.
El discurso del mandatario llegó en un momento de alta tensión.
Aprovechó su intervención para criticar la gestión de la ONU, lamentando que el organismo no le haya brindado apoyo en su objetivo de “poner fin a siete guerras”, cuestionando además la efectividad de la diplomacia multilateral.
Antecedentes y ecos de la polémica
No es nuevo que Trump ataque el consenso sobre el clima. Durante su primer mandato, retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París y recortó los fondos destinados a la ciencia ambiental.
Ahora, con su vuelta al poder, ha intensificado su retórica, presentando las políticas ecológicas como una “carga” para la economía y un “fraude” para el ciudadano común.
El escepticismo climático del presidente tiene raíces profundas en el movimiento conservador estadounidense. Su discurso resuena entre sectores industriales, especialmente aquellos vinculados al petróleo y al carbón, así como entre votantes que perciben la transición energética como una amenaza para su estilo de vida.
Sin embargo, lo novedoso radica tanto en la forma como en el contexto.
Su discurso ante la ONU no fue solo una negación del cambio climático; también incluyó críticas hacia lo que él considera una “debilidad” del gobierno anterior, así como referencias al “radicalismo” y a la “anarquía” que supuestamente han caracterizado la política estadounidense en años recientes.
En este marco, lanzó advertencias sobre el uso de armas nucleares, criticó la inmigración ilegal y puso en duda la utilidad de Naciones Unidas, con comentarios jocosos sobre escaleras mecánicas averiadas y teleprompters defectuosos.
Un mundo en tensión: el “right about everything” y la falta de respuestas
Trump concluyó su intervención con una frase que encapsula su postura: “He estado en lo cierto sobre todo”. Este “right about everything” va más allá de ser un simple lema; se convierte en el eje central de su estrategia política.
No obstante, críticos y analistas señalan que tras esa aparente seguridad se oculta una carencia notable de soluciones concretas ante los retos globales.
- En cuanto al clima, el presidente no ofreció alternativas viables a la descarbonización ni planes para adaptarse a fenómenos extremos.
- Respecto a seguridad internacional, presumió haber finalizado siete guerras pero no presentó estrategias claras para abordar conflictos abiertos ni para enfrentar la crisis ucraniana, más allá de exigir a Europa que deje de comprar gas y petróleo rusos.
- En Oriente Medio, criticó el reconocimiento del Estado palestino por parte de varios países europeos, tildándolo de “recompensa para Hamás”, pero no ofreció caminos hacia una paz duradera en Gaza.
La falta de propuestas concretas refuerza la percepción de que Trump se apoya más en el espectáculo y la confrontación que en abordar los problemas subyacentes. Su discurso fue una crítica abierta a la diplomacia y a la cooperación internacional, justo cuando muchos expertos advierten que el mundo está “al borde del abismo”.
La reacción internacional: división y preocupación
Las reacciones tras las palabras de Trump no tardaron en llegar.
Delegaciones europeas y latinoamericanas han manifestado su inquietud por lo que consideran una “negación de evidencia científica”, así como por las repercusiones que esto podría tener en los esfuerzos contra el cambio climático.
- Países como Alemania, Francia y España han reafirmado su compromiso con el Acuerdo de París e instaron a “no retroceder” ante las acciones globales.
- Organizaciones medioambientales han denunciado que las afirmaciones del presidente estadounidense “ponen en peligro el futuro de millones” y “desinforman al público sobre riesgos reales”.
- Analistas internacionales advierten que esta postura puede debilitar aún más la gobernanza global e impedir acuerdos efectivos sobre otros temas cruciales como seguridad alimentaria o gestión de refugiados climáticos.
En Estados Unidos, los medios y la opinión pública están divididos. Mientras algunos medios afines al presidente celebran su “valentía” al desafiar lo que consideran un “dogma climático”, otros critican lo que ven como una “irresponsabilidad” al ignorar datos científicos consolidados.
Perspectivas: ¿hacia dónde evoluciona el pulso climático?
El futuro del debate climático tras este discurso es incierto. Por un lado, esta postura estadounidense podría inspirar a otros gobiernos escépticos e interrumpir los avances hacia metas más ambiciosas. Por otro lado, las reacciones internacionales podrían fortalecer los compromisos multilaterales e incluso aislar a Washington durante las negociaciones.
- Si Trump continúa por este camino, es probable que aumente presión sobre agencias científicas y reduzca fondos destinados a programas ambientales.
- Las empresas energéticas tradicionales podrían consolidar su posición mientras que iniciativas verdes podrían verse obstaculizadas por falta de incentivos o regulaciones adecuadas.
- La polarización política respecto al clima se intensificará tanto dentro del país como a nivel global.
Sin embargo, los datos sobre elevación térmica, desastres naturales y las demandas ciudadanas por acciones climáticas mantienen viva una presión constante para avanzar.
La lucha entre negacionismo y evidencia científica seguirá marcando agenda internacional durante los próximos meses.
El discurso pronunciado por Trump ha reabierto viejas heridas sin cerrar un debate ya candente.
Y plantea una pregunta crucial: ¿puede realmente permitirse el mundo ignorar ciencia y consenso cuando nos encontramos ante un momento crítico para nuestro planeta?