Un vínculo migratorio centenario

La ‘Pequeña Venezuela’ siria: Sweida, la ciudad donde el 20% de la población tiene raíces venezolanas

En Sweida, el español se mezcla con el árabe y la arepa convive con la guerra

Sweida, en el sur de Siria
Sweida, en el sur de Siria. PD

A día de hoy, 21 de agosto de 2025, Sweida se ha convertido en un fenómeno único en Oriente Medio.

Esta ciudad del suroeste de Siria, capital espiritual y política de los drusos, acoge a una comunidad donde casi uno de cada cinco habitantes proviene o desciende de venezolanos.

El apelativo de “la Pequeña Venezuela” no es una exageración: aquí, el idioma español resuena en las calles junto al árabe, las arepas se sirven junto al café turco y las fotos familiares alternan paisajes sirios y caribeños.

La explicación a esta convivencia multicultural se remonta a finales del siglo XIX.

Olas migratorias desde Siria y Líbano buscaron fortuna en América Latina, especialmente en Venezuela.

El flujo se intensificó durante los años 50 del siglo pasado, cuando cientos de drusos abandonaron Sweida para establecerse en ciudades venezolanas como Caracas, Maracay o Maracaibo. Allí prosperaron en sectores como la minería, la agricultura y el comercio.

Muchos años después, el ciclo migratorio dio un giro inesperado: descendientes retornaron a Siria huyendo de la crisis venezolana o atraídos por sus raíces familiares.

Así nació una comunidad híbrida: venezolanos con alma siria y sirios con corazón venezolano. No es extraño escuchar acentos caribeños entre las piedras negras de Sweida ni ver carteles con nombres como Avenida Bolívar o degustar hallacas junto a platos típicos drusos.

Los drusos: una minoría con identidad propia

La presencia venezolana convive con la fuerte identidad drusa. Los drusos son una minoría religiosa y étnica originada en el islam chiita, pero con creencias esotéricas y prácticas exclusivas que les han diferenciado históricamente tanto del islam mayoritario como del cristianismo oriental. Practican un culto cerrado, no aceptan conversiones y mantienen un fuerte sentido comunitario.

Se estima que hay entre 1,5 y 2 millones de drusos en todo el mundo:

  • En Siria (principalmente en Sweida y alrededores)
  • En Líbano (Monte Líbano)
  • En Israel (región del Carmelo y Galilea)
  • En los Altos del Golán ocupados
  • Comunidades más pequeñas en Jordania y dispersas por América Latina (Venezuela destaca especialmente)

Lo que distingue a los drusos es su estructura social cohesionada y su tradición de supervivencia política: durante siglos han pactado alianzas pragmáticas para preservar autonomía local frente a imperios o Estados centrales. Su religión es tan secreta que solo los “iniciados” pueden conocer sus doctrinas profundas.

La vida cotidiana entre dos mundos

En la Pequeña Venezuela, la cotidianeidad está marcada por la mezcla cultural. Es común que familias enteras tengan parientes directos tanto en Siria como en Venezuela; las remesas y los viajes han tejido redes transnacionales sólidas. Las fiestas patronales combinan música árabe con ritmos llaneros; las historias familiares cruzan océanos.

En palabras recogidas recientemente por medios internacionales: “Venezuela sigue en nuestro corazón”, repiten quienes vieron partir o regresar a familiares durante décadas marcadas por crisis políticas tanto en Siria como en Venezuela.

Un presente marcado por la tensión

Sin embargo, este oasis multicultural no está exento de dificultades. Durante las últimas semanas, Sweida ha sido noticia internacional tras violentos enfrentamientos entre la comunidad drusa local y grupos beduinos sunitas. El despliegue militar ordenado por el gobierno interino sirio ha desembocado en episodios sangrientos, incluido un asalto a un hospital que terminó en masacre.

Las consecuencias han trascendido fronteras: Israel bombardeó posiciones militares sirias cerca de Damasco alegando represalias por lo ocurrido. Las tensiones internas —alimentadas por pobreza, falta de servicios básicos y una década de guerra civil— han convertido Sweida en foco de preocupación regional e internacional.

El miedo al aislamiento se mezcla con el recuerdo reciente de tragedias: solo en julio fueron asesinados unos 300 drusos, muchos con familiares directos en Venezuela. Los residentes viven jornadas enteras encerrados por temor a nuevos ataques o represalias militares. La respuesta internacional ha sido limitada; apenas evacuaciones puntuales o comunicados formales.

La diáspora drusa: dispersión global e integración local

La situación actual subraya el papel estratégico de la diáspora drusa:

  • Han servido como puente económico entre Venezuela y Siria mediante remesas.
  • Se han integrado exitosamente en sociedades receptoras manteniendo su identidad religiosa.
  • La comunidad internacional sigue atenta al destino de sus miembros tanto dentro como fuera de Siria.

En Venezuela, los drusos alcanzan hasta cinco generaciones asentadas; su presencia está documentada desde hace más de cien años. Aunque tradicionalmente se les catalogó como “turcos” —por viajar bajo pasaporte otomano— hoy destacan por su influencia social y económica.

Perspectivas inciertas

Sweida afronta un futuro lleno de incertidumbre. El riesgo inmediato es una nueva ola migratoria forzosa si aumentan los episodios violentos o se agrava la crisis humanitaria local. Mientras tanto, los vínculos entre Siria y Venezuela siguen tejiendo historias personales donde nostalgia y supervivencia marcan cada decisión.

La comunidad internacional enfrenta el reto de proteger a esta minoría híbrida atrapada entre dos crisis nacionales —la venezolana y la siria— mientras resiste bajo el eco persistente del español caribeño entre las piedras milenarias del sur sirio.

En medio del conflicto y la memoria migratoria, Sweida demuestra cómo las fronteras pueden difuminarse sin borrar nunca ni raíces ni sueños.

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